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sábado, 2 de febrero de 2013

Historia de los hornos de cal en Carcaixent/ por Dolores Faus Olcina


Uno de los viejos oficios artesanos que están desapareciendo es el de Calero, un oficio que hace algunos años era muy importante en muchas zonas españolas y que ha consecuencia de la evolución de las tecnologías ha ido desapareciendo .
Carcaixent, siempre se ha caracterizado por ser una ciudad agrícola, pero el oficio de calero tubo gran importancia en esta ciudad .Poseía frondosos bosques, y ello era posible en gran parte gracias a la labor de los caleros.
Esto tiene una explicación, se debe a que la materia prima que se utilizaba como combustible para cocer la cal, era precisamente, la leña baja de los montes, y ello hacía que los mismos estuviesen siempre limpios de maleza, (primer ingrediente causante de los incendios forestales).
La cal es un producto natural, cuyo uso ha sido muy importante en el pasado, como lo es en la actualidad, teniendo una gran importancia en nuestra vida cotidiana. El uso más antiguo y extendido ha sido la elaboración de mortero o argamasa, empleado en la construcción de edificios, aprovechando la propiedad que la cal tiene de adquirir gran dureza al tomar contacto con el aire. En la actualidad la cal se sigue utilizando de forma masiva en multitud de procesos industriales.
Es un potente desinfectante y antiséptico. Una de sus utilidades más comunes en este aspecto ha sido su utilización como antiséptico en el cuidado de enfermos que permanecían largo tiempo en cama, pues se ponía un trozo de cal debajo de la cama, y esto, decían que evitaba el llagado , también ha sido muy extendida en el pasado, para desinfectar árboles; para blanquear estancias y fachadas; para sanar el aire en espacios cerrados; para prevenir la putrefacción de aguas estancadas, ect..
La cal mezclada con agua, alcanza una temperatura muy superior a 100º C, y una vez fría se convierte en una pasta excelente para la pintura de paredes, sobre todo es muy utilizada en fachadas de casas en zonas muy cálidas.
Para obtener la cal viva a partir de la piedra caliza, que previamente ha sido extraída de las canteras, es necesario someter la piedra a un proceso de calcinación, por la acción del fuego. Es lo que se conoce como "cocer" la cal, que se lleva a cabo en el horno.
Para la realización de la cal, en primer lugar, se buscaba un sitio en el monte donde hubiese bastante maleza y leña baja para poder cortar. En el sitio más idóneo se levantaba el horno que se construía excavando un pozo de forma cilíndrica en el suelo.

En la parte más baja, el cilindro reducia su diámetro de tal forma que en el interior del pozo a todo su alrededor se formaba un poyete, que serviria como base donde apoyar la piedra que se va a cocer.
Por uno de los laterales se excavaba una rampa, en plano inclinado, que llegaba desde la superficie hasta la base del pozo.
Una vez el horno estaba ubicado, se procedia a buscar la piedra adecuada para obtener buena cal; para ello se iba a las canteras y allí se picaba la piedra hasta conseguir la cantidad adecuada para la hornada.
La piedra obtenida, se transportaba en carros arrastrados por bueyes. Cuando el carro tenía difícil el paso porque ya se encontraba en zona de monte, el transporte cambiaba, y terminaba de realizarse por medio de burros, que llevaban sobre su grupa unas grandes alforjas para este menester.
Una vez la piedra se hallaba situada a pie de horno, se empezaba a montar por dentro.
A continuación el calero se situaba en el fondo del horno, comenzando a colocar una piedra tras otra a partir del poyete circular, realizando una autèntica labor arquitectónica, al colocar las piedras de forma ascendente terminando en una cúpula totalmente cerrada con piedrecitas muy pequeñas que formaban la chimenea del horno.
Una vez lleno el horno, la tarea siguiente consistía en acercar hasta el horno la leña adecuada para poner la cocción en marcha, para ello, los caleros se servían de los burros para el transporte de la misma.
Dicha tarea, era una de las más pesadas, pues suponía caminar horas y horas entre matorrales muy espesos, y eso hacía que la ropa se desgarrara con facilidad con los consiguientes rasguños en la piel.
Si el horno no estaba bien montado, con la alta temperatura que alcanza al cocer podía venirse abajo con facilidad, y así malograrse toda la hornada, puesto que la piedra no habría alcanzado su total cocción.
Una vez todo preparado, empezaba la tarea de cocer el horno. Este trabajo podía durar, entre 4-6 días dependiendo de la temperatura que alcanzase el horno y de la dureza de la piedra.
Conviene destacar la dureza de este trabajo, pues la labor no permitía abandonar el horno para nada, porque se había de mantener siempre a la misma temperatura, esto significa que se debía de estar a pie de horno, día y noche, y un detalle muy importante, si llovía, se había de aguantar la lluvia.

Como fase final, una vez finalizada la cocción, se sacaba la piedra. Esto se efectuaba del siguiente modo:
Los caleros se montaban en la parte alta de la chimenea del horno, y piedra por piedra, iban sacándola del modo inverso al que lo habían montado. Como curiosidad, es interesante saber que no pocas veces se les quemaban los “espardenyots”, porque había que servir cuanto antes a los clientes, y no se podía esperar a que el horno se enfriase lo suficiente, para evitar el citado incidente.
Hay que tener en cuenta que el trabajo de estos artesanos era muy duro, pues suponía pasar días fuera de casa y en muchas ocasiones sometido al frío, como también suponía poseer una buena forma física y ser un buen profesional.
Hoy en día el oficio de calero en Carcaixent ha desaparecido, y con el, todas los hornos que habían, ( solo quedan las ruinas, y algunos senderistas realizan con cierta frecuencia “ La Ruta de Los Hornos de Cal”).