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jueves, 31 de marzo de 2016

Alquería de Ferrer- València, per Miguel del Rey

Alqueria de Ferrer
per Miguel del Rey.




L'Alqueria de Ferrer és una gran casalot que es construeix a lo llarg de el temps, entre els segles XVI, XVIII i fins i tot part al s. XIX, incloent diversos cossos adossats que s'han anat transformant i adequant-se a les necessitats, els gustos i a les maneres d'habitar el camp valencià des de fa diversos segles.

Entre ells podem distingir el cos principal, una estructura d'origen tardomedieval que es va adequar com a casa de habitatge  al llarg de l'última etapa del segle XVII o durant l'inici del segle XVIII. D'aquesta època conserva les seues tàpies d'origen i l'estructura asimètrica en planta, amb la porta d'accés de costat, a la part oriental de la casa. La composició en façana amb obertures a portell són característics d'aquests finals del Sis-cents valencià. Els seus finestrals s'han engrandit i transformat en època més o menys pròxima, configurant alguns d'ells com balcons i transformat el que possiblement va ser una andana sedera o tabaquera, que més trad va ser una vivenda més o menys senyorial  amb una cambra superior ventilada pels xicotets orificis de ventilació que configuraven el nivell superior de l'andana original.

domingo, 13 de marzo de 2016

La Falla del Tio Pep i la Plaça de la Reina, per Miguel del Rey



És molt meritori per part d'algunes comissions falleres, com és el cas de la de Plaça de la Reina-Pau-S.Viçent, la seua disposició per preocupar-se de la ciutat, per les seues tradicions, però també per la construcció de la trama urbana, per la definició de l'espai públic.

És per mi un honor haver participat amb l'article que s'annexa al llibret de la Falla d'enguany 2016 que es presenta amb el lema: "Una plaça sense traça". Un llibret i una disposició -la de la Falla del Tio Pep- excepcionals, on cal distingir, a més de la literatura pròpia de la Falla i la seua Comissió, els documentats articles d'Andrés Goerlich: "Javier Goerlich al voltant de la Plaça de la Reina "i el de Luis Fernández:" Les falles i la reforma interior "
Es muy meritorio por parte de algunas comisiones falleras, como es el caso de la de Plaça de La Reina-Pau-S.Viçent, su disposición por preocuparse de su ciudad, por sus tradiciones, pero también por la construcción de la trama urbana, por la definición del espacio público.

Es para mi un honor haber participado con el artículo que se anexa en el llibret de la Falla de este año 2016 que se presenta con el lema: “Una plaça sense traça”. Un llibret, y una disposición -la de la Falla del Tío Pep- excepcionales, donde hay que distinguir, además de la literatura propia de la Fala y su Comisión, los documentados artículos de Andrés Goerlich: “Javier Goerlich al voltant de la Plaça de la Reina” y el de Luis Fernández :” Les falles i la reforma interior”


Una Plaça per a la ciutat: La Plaça de la Reina.
Per Miguel del Rey

El dia 27 de Novembre, després de la Taula Rodona al Casal, es van acostar uns joves disposats i amb aspecte amable, de nom Luís tots dos i em van dir: "Volem parlar sobre una cosa ...". Pel seu aspecte i disposició vaig veure que no podia negar-me. Desitjaven que escrivira un text per a la seua revista, qüestió que em va agradar, primer per participar en una cosa tan estimada per a ells com el llibret de la seua falla, segon perquè s'ho havien guanyat. És meritoria aquesta disposició per preocupar-se de la ciutat, per les seues tradicions, però també per la construcció de la trama urbana, per la definició de l'espai públic. En aquest cas una Plaça, la de la Reina, que els interessa i els afecta particularment, ja que en aquell moment acabàvem unes Jornades sobre el tema al Casal on havíem participat Andrés Goerlich i Vicent Sarrià.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Un "Jardín de Jardines" sobre el entorno del Botánico y su posible ampliación, por Miguel del Rey

Un “Jardín de Jardines”
Sobre el entorno del Jardín Botánico y su posible ampliación
Por Miguel del Rey. Arq. y coautor del Jardín de Hespérides.
Publicado en "Levante" 09-03-2016



El jardín Botánico de la Universitat de València es uno de los mejores jardines botánicos europeos y por supuesto un lujo para nuestra ciudad. Su presencia marca el carácter de una parte de la ciudad y es uno de los pocos lugares donde existe una transversalidad visual entre dentro y fuera del Centro Histórico. La opción de liberar los solares de Jesuitas fue una oportunidad única de conservar la visualización del arboretum y esta perspectiva urbana desde el río. La lucha social, el empeño de grupos concienciados por el devenir y la calidad de vida de Valencia, y el esfuerzo económico de la ciudad por liberar estos solares es ya un hecho.

Una vez establecido el marco paisajístico y el ambiente cultural que propicia la presencia del Botánico, además de la capacidad investigadora propia de la institución, parece que está en la palestra su posible ampliación. Para ello se juega con dos elementos básicos: la presencia de una alquería histórica y de su parcela colindante, propiedad de la Universidad, y la existencia de un jardín de colección, el Jardín de Hespérides, como jardín temático de agrios que proporciona un  amplio muestrario de variedades de árboles en tierra, maceta y espaldera. Jardín colindante con el jardín histórico, premiado en bienales de paisaje y valorado por las guías especializadas españolas y extranjeras.

Una posible ampliación del Botánico sería posiblemente muy bien vista por la sociedad valenciana y para ello se dispone de una estructura urbana capaz de resolver este reto, pues se conserva en el borde oeste del Botánico, una de las pocas calles supervivientes de lo que fueron la calles de la Valencia barroca que nos mostraba el plano del Padre Tosca: la Calle Beato Bono, una de las pocas calles de tapias que sobreviven en la ciudad, y a través de la cual se ha resuelto el acceso al Jardín de Hespérides y se ha mantenido la posible interrelación espacial con el Botánico, si de ello hubiera voluntad.

Entendemos que el complejo del Botánico debe tener un tratamiento integral donde convivan sociedad y universidad, ciudad y cultura. El jardín histórico merece especial valoración y el entorno urbano colindante es de una calidad excepcional: la iglesia de Jesuitas, San Sebastián con la cúpula del Padre Tosca y el propio Jardín de las Hespérides. Quizás ese tratamiento integral y esa nueva relación con la ciudad pueda venir de un nuevo concepto, la idea de un “Jardín de Jardines”, conservando el ámbito histórico como recinto particular, incorporando nuevos ámbitos, cada uno de ellos con un carácter determinado, de manera que algunos estuvieran en abierto, mientras que otros necesitaran de un control de acceso más restringido, pudiéndose cerrar el conjunto por las noches. La estructura se articularía en torno a la calle Beato Bono, eje desde el cual se podrían relacionar todos los jardines, manteniendo entre ellos cierta autonomía.



El nuevo sistema se podría entender a la manera de racimo o de “cluster”, donde unos espacios, unos jardines, tendrían una relación inmediata; es el caso de la alquería dieciochesca, rodeada de jardín, donde poder ubicar la pretendida colección de historia natural vinculada al Botánico; el propio Jardín de Hespérides estaría en el mismo caso. Otros espacios tendrían una relación particular, siempre fácil a través de la estructura urbana ya existente, sería el caso del resto del solar de Jesuitas, donde se podría construir un nuevo jardín, siempre vinculado por el eje de Beato Bono con acceso también desde Gran Vía.


El jardín histórico se mantendría con el estatus actual, propio de una espacio casi sagrado; el resto de jardines, siempre acotados y limitados, cerrados de noche, deberían completar las colecciones del Botánico, pero podrían tener un uso en abierto, o con un carácter distinto. Con ello quedaría la posibilidad de ir sumando espacios en el tiempo, las pistas existentes en las instituciones colindantes podrían en un futuro incorporarse a este sistema de “Jardín de Jardines”, especializados y articulados por Beato Bono. Con ello, esta calle, además de dar un gran servicio a la ciudad y al Botánico, nunca perdería su condición de “calle de tapias”.

sábado, 5 de marzo de 2016

Se ha roto un paisaje. Sobre el Camí del Pouet. Por Miguel del Rey y Antonio Gallud

(cast) Se ha roto un paisaje. Sobre el Camí del Pouet.
Publicación para el Homenaje a Eduard Pérez. Campanar. Marzo de 2016 
Castellano / Valenciá


                  Hace unos años en un semanal del País sobre arte y arquitectura, Luis Fernández Galiano escribía un artículo en el cual contraponía a la Ley del Suelo, una necesaria Ley de la Tierra; “aquella que aporta la lógica del territorio, que se apoya en los valores que nos ofrece la tierra”, valores de muy diverso orden y que pueden englobar desde aspectos geográficos, a monumentales, históricos, plásticos, etc.  La ley del Suelo, o como se llame en este momento, pues es una ley mutante, pertenece a lo que entenderíamos como una de las leyes de la civilización, por contraposición con las leyes de la cultura, en un mundo global.

El ámbito de la cultura incluye lo que es propio de un grupo, de una sociedad mas o menos acotada, que en ocasiones puede volver la mirada hacia sus ancestros, hacia sus vínculos perdidos con la naturaleza. Tradición, lengua, cultura en todas sus facetas, son manifestaciones de este mundo de la patria chica. Lo rural en este caso es paradigma de la cultura, pues nos acerca a los orígenes, a los ancestros.

Existe por supuesto un segundo ámbito, valido, que debiera mantenerse en equilibrio con el anterior; lo constituye la civilización, vinculada al pensamiento de los pueblos y las relaciones entre sociedades, siendo su escenario la ciudad y su escala las naciones, los grandes territorios. Es el ámbito de unos hombres cada vez mas alejados de la tierra, pero cada vez más libres de su propio destino, donde la amnesia se transforma en una fuerza fecunda frente a la atadura inmovilista de la memoria o de la presión social.

           Un equilibrio entre ambos ámbitos es lo necesario para las personas en nuestro momento histórico. Y eso es pecisamente lo que se rompió de manera brutal en el proceso de urbanización del entorno del Camí del Pouet. La muerte del Pouet y las posteriores amputaciones del resto del patrimonio, son producto de batallas perdidas en una sociedad que vivía momentos de triunfo de lo urbano como antítesis de lo rural, como si ambos fueran necesariamente incapaces de una coexistencia, ya no solo en lo urbano, sino, como es el caso, en lo metropolitano.


Con el Pouet se perdió un trazado y un paisaje, unas arquitecturas y una sociedad que las habitaba. De aquello queda la memoria y unas pocas construcciones descontextualizadas. Sus trazas violentamente borradas por una concepción impropia de las ciudades, de los países y las sociedades civilizadas, en las que es necesario asumir el proceso de transformación cuidando en no borrar las huellas que nos identifican con nuestra historia como pueblo.

Por qué nos interesaba aquel paisaje?

                  Situado en el entorno de las acequias de Mestalla y Rascanya, al Suroeste de Campanar, el Camí del Pouet tomaba el nombre de un pozo de uso público situado en una de las dilataciones del conjunto de las casas del Racó del Pouet. El camino se formaba tras una bifurcación hacia el Sur del Camí del Cementeri que parte desde Campanar. Su entorno fue un lugar tradicional de implantación de arquitecturas desde tiempo inmemorial, como nos dan noticia tanto la cartografía histórica, como las propias construcciones, sus tipos y fábricas. Desde el siglo XIV tenemos datadas construcciones a lo largo del camino, de manera que lo hacían un lugar particularmente fertil para conocer el proceso de transformación de nuestra arquitectura, incluso el cómo habian ido cambiando conceptos como el de “alquería”, además de los tipos de casas que dieron cobijo a las distintas clases sociales a lo largo de la historia. 


                  Su ubicación entre dos acequias históricas y en su cabecera, nos permitía encontrar en el lugar un gran número de molinos y artefactos propios de  la cultura del agua, sistemas ancestrales, parcelaciones particulares de las propiedades, sistemas que nos ofrecían una gran información antropológica sobre nuestro pueblo. De ahí el gran interés de esta zona. Por ello la lucha que se llevó a cabo y gracias a la cual se salvaron algunas casas, que se conservaron en un contexto en el que siempre han sido ajenas, pues  eran invitadas a un convite al cual no se las esperaba.

 Qué arquitecturas encontramos?

                  En el inicio del camino podíamos encontrar cerca del Molino del Conde, la Alquería de Victoria, una granja agraria de finales del XIX. Próxima a ella, encontrábamos  la esbelta y potente barraca de Llenya. Tras un grupo de casas adosadas se llegaba a la Alquería de Puchades, una compleja estructura agraria. A partir de aquí el camino cambiaba de ritmo, las edificaciones se espaciaban, apareciendo alternativamente a ambos lados. Las vistas se abrían y aparecían  fragmentos de huerta en todo su esplendor. El Foraster y Barberá, eran interesantes alquerías en esta parte del recorrido, hasta llegar al enclave del Pouet. Allí, el camino se dirigía hacia el Oeste, hacia el río Turia que está ya cercano. En pleno quiebro se encontraban los restos de la que fue una gran alquería señorial, la denominada de Nel.lo el Xurro derribada por la desidia. Alquería importante que albergaba tras ella el conjunto de Casas del Pouet, quizás, casas relacionadas con esta antigua alquería en sus momentos de esplendor. Allí, podrían habitar colonos y trabajadores de la propia alquería, donde se encontrarían infraestructuras de apoyo al mundo rural o doméstico de esta estructura del poblamiento medieval de la huerta.







                  Una pequeña ermita, de factura moderna y sin calidad arquitectónica, se ubicaba en una de las esquinas del quiebro del camino. En este nuevo recorrido, volvía a aumentar la densidad de construcciones en el lado Norte del camino. Alquerías como la de Bandera y la del Cristo se situaban en esta parte, edificios estos de poco interés arquitectónico. Mas adelante, hacia el sur, se espaciaban las construcciones y encontramos la Alquería de Benlloch o Belloc, un edificio con restos importantes de una antigua alquería medieval que ya es citada con este nombre en el Plano de Ascencio Duarte-S. XVI-. Al lado norte y junto a la acequia de Rascanya, encontrábamos la Alquería de Colóm. Frente a ella y al otro lado del camino, la alquería del Raio. Ambas alquerías, Colom y Raio, junto con el paisaje que ofrecía la acequia, tenían un interés paisajístico particular, que se complementa con el interés histórico, arquitectónico y etnológico de ambos edificios.

                  El recorrido del camino, en la parte que aquí nos ocupa, acababa al llegar a la Alquería del Rei, un conjunto complejo de edificaciones en torno a uno de los edificios más interesantes de la zona, una alquería típica de la arquitectura del XIV- XV valencianos, un BRL del Ayuntamiento de Valencia, que estaba en muy buen estado y tras su expropiación se ha abandonado y violentado.


(val) S`ha trencat un paisatge. Entorn al Camí del Pouet

Fa uns anys en un setmanal del País sobre art i arquitectura, Luis Fernández Galiano escrivia un article en el qual contraposava a la Llei del Sòl, una necessària Llei de la Terra; "Aquella que aporta la lògica del territori, que es recolza en els valors que ens ofereix la terra", valors de molt divers ordre i que poden englobar des d'aspectes geogràfics, a monumentals, històrics, plàstics, etc.. La llei del Sòl, o com es digui en aquest moment, ja que és una llei mutant, pertany al que entendríem com una de les lleis de la civilització, per contraposició amb les lleis de la cultura, en un món global.

L'àmbit de la cultura inclou el que és propi d'un grup, d'una societat més o menys acotada, que en ocasions pot tornar la mirada cap als seus ancestres, cap als seus vincles perduts amb la natura. Tradició, llengua, cultura en totes les seues facetes, són manifestacions d'aquest món. El rural en aquest cas és paradigma de la cultura, ja que ens acosta als orígens, als avantpassats.

Existeix per suposat un segon àmbit, vàlid, però que en ocasions ha mantes un equilibri amb l'anterior, el constitueix la civilització, vinculada al pensament dels pobles i les relacions entre societats, sent el seu escenari la ciutat i la seua escala les nacions, els grans territoris; pròpia d'uns homes cada vegada mes allunyats de la terra, però cada vegada més lliures del seu propi destí, on l'amnèsia es transforma en una força fecunda davant del lligam immobilista de la memòria o de la pressió social.

Un equilibri entre tots dos àmbits és el necessari per a les persones en el nostre moment històric. I aquest és precisament el que es va trencar de manera brutal en el procés d'urbanització de l'entorn del Camí del Pouet. La mort del Pouet i les posteriors amputacions de la resta del patrimoni, són producte de batalles perdudes en una societat que vivia moments de triomf del que és urbà com a antítesi d‘allò rural, com si tots dos fossin necessàriament incapaços d'una coexistència, ja no només a lo urbà, sinó, com és el cas, en allò metropolità.

Amb el Pouet es va perdre un traçat i un paisatge, unes arquitectures i una societat que les habitava. D'allò queda la memòria i unes poques construccions descontextualitzades. Els seus traces violentament esborrades per una concepció impròpia de les ciutats dels països i les societats civilitzades, en les que cal assumir el procés de transformació cuidant a no esborrar les petjades que ens identifiquen amb la història com a poble.

Per què ens interessava aquell paisatge?

 
Situat a l'entorn de les sèquies de Mestalla i Rascanya, al Sud-oest de Campanar, al Camí del Pouet prenia el nom d'un pou d'ús públic situat en una de les dilatacions del conjunt de les cases del Racó del Pouet. El camí es formava després d'una bifurcació cap al Sud del Camí del Cementeri que parteix des Campanar. El seu entorn va ser un lloc tradicional d'implantació d'arquitectures des de temps immemorial, com ens donen notícia tant la cartografia històrica, com les pròpies construccions, els seus tipus i fàbriques. Des del segle XIV tenim datades construccions al llarg del camí, de manera que ho feien un lloc particularment fèrtil per conèixer el procés de transformació de la nostra arquitectura, fins i tot el com havien anat canviant conceptes com el de "alqueria", a més dels tipus de cases que van donar aixopluc a les diferents classes socials al llarg de la història.


La seua ubicació entre dos sèquies històriques i en capçalera, ens permetia trobar al lloc un gran nombre de molins i artefactes propis de la cultura de l'aigua, sistemes ancestrals, parcel·lacions particulars de les propietats, sistemes que ens oferien una gran informació antropològica sobre el nostre poble. D'aquí el gran interès d'aquesta zona. Per això la lluita que es va dur a terme i gràcies a la qual es van salvar algunes cases, en un context en què sempre són alienes, ja que no se les esperava en aquest convit.

 Quínes  arquitectures trobem?


En l'inici del camí podem trobar prop del Molí del Comte, l'Alqueria de Victòria, una granja agrària de finals del XIX. Propera a ella, trobàvem l'esvelta i potent barraca de Llenya. Després un grup de cases adossades s'arribava a l'Alqueria de Puchades, una complexa estructura agrària. A partir d'aquí el camí canviava de ritme, les edificacions s'espaiaven, apareixent alternativament a banda i banda. Les vistes s'obrien i apareixien fragments d'horta en tot el seu esplendor. El foraster i Barberà, eren interessants alqueries en aquesta part del recorregut, fins a arribar a l'enclavament del Pouet. Allà, el camí es dirigia cap a l'Oest, cap al riu Túria que està ja proper. A la cruïlla es trobaven les restes de la que va ser una gran alqueria senyorial, l'anomenada de Nel·lo el Xurro enderrocada per la desídia. Alqueria important que albergava després d'ella el conjunt de Cases del Pouet, potser, cases relacionades amb aquesta antiga alqueria en els seus moments d'esplendor. Allà, podrien habitar colons i treballadors de la pròpia alqueria, on es trobarien infraestructures de suport al món rural o domèstic d'aquesta estructura del poblament medieval de l'horta.


Una ermita petitona, de factura moderna i sense qualitat arquitectònica, se situava en una de les cantonades de la corba del camí. En aquest nou recorregut, tornava a augmentar la densitat de construccions a la banda nord del camí. Alqueries com la de Bandera i la del Crist se situaven en aquesta part, edificis aquests de poc interès arquitectònic. Més endavant, cap al sud, s'espaiaven les construccions i vam trobar l'Alqueria de Benlloch o Belloc, un edifici amb restes importants d'una antiga alqueria medieval que ja és citada amb aquest nom en el Pla d'Ascencio Duarte-S. XVI-. Al costat Nord i al costat de la sèquia de Rascanya, trobàvem l'Alqueria de Colóm. Enfront d'ella i l'altra banda del camí, l'alqueria del Raio. Les dues alqueries, Colom i Raio, juntament amb el paisatge que oferia la sèquia, tenien un interès paisatgístic particular, que es complementa amb l'interès històric, arquitectònic i etnològic de tots dos edificis.

El recorregut del camí, en la part que aquí ens ocupa, acabava en arribar a l'Alqueria del Rei, un conjunt complex d'edificacions al voltant d'un dels edificis més interessants de la zona, una alqueria típica de l'arquitectura del XIV- XV valencians, un BRL de l'Ajuntament de València, que estava en molt bon estat i després de la seua expropiació s'ha abandonat i violentat













martes, 1 de marzo de 2016

La alquería de Colom en el Camí del Pouet, por Miguel del Rey

LA ALQUERÍA DE COLOM, 1877.
Una pequeña granja campesina en el antiguo Camí del Pouet- Valencia.
Extracto de la descripción existente en el libro “Arquitectura Rural Valenciana”, M. del Rey, 2010. 
La casa fue derruida en 1998 en el proceso de desaparición del antiguo Camí del pouet en Campanar.

                 
                 
La alquería del Tío Colom en el Camí del Pouet, es un ejemplo interesante de la rica cultura agraria valenciana de finales del Siglo XIX, la fecha de 1877 está  grabada en brocal del pozo. Esta pequeña granja campesina es paradigmática de la casa agraria valenciana que desde el siglo XVIII se prolonga hasta las dos primeras décadas del siglo XX. Su estructura en términos generales se aproxima a la composición canónica de la pequeña explotación agraria europea con su trilogía: Casa-Patio-Pajar; configurándose como una casa compacta de geometría muy estricta y un patio posterior, con porxadas dando forma al pajar, tal como nos indica en términos generales el geógrafo A. Demangeón y que él denomina “patio cerrado”. El patio tiene acceso a través del eje central de la casa. Una cuadra autónoma adosada lateralmente, con acceso desde el exterior, completa las dependencias de esta granja campesina.
Cambra sedera


En planta alta, la alquería alberga una interesante andana para el cultivo del gusano de seda. En ella, en su configuración y la construcción de los huecos de fachada podemos ver reflejada la problemática social en la que está inmerso el entorno de la ciudad de Valencia y la Comarca de l´Horta en ese momento histórico de finales del XIX, de manera que se disponen en fachada huecos que posibiliten un uso futuro de esta planta alta como vivienda autónoma, dada la transformación social y económica en que está inmersa la sociedad, dando paso a lo que se denominará “cases d’escaleta”. Casas que han transformado su antigua andana en vivienda con acceso independiente desde la calle y donde  habitan los campesinos desposeídos de medios de producción y aperos, o bien el incipiente sector de trabajadores industriales o de servicios, en una zona de fuerte implantación industrial.


La vivienda pertenece al tipo de casas compactas de dos crujías paralelas a fachada, con un sistema de línea de carga central formado por dos grandes machones y un sistema de vigas de madera que resuelven la carrera. Sobre esta línea central se construirá en cubierta la cumbrera del tejado, conformando una cubierta a dos aguas con alero horizontal a fachada anterior y posterior.


La composición de espacios se estructura a partir del eje central en planta que penetra  por los dos grandes vanos de la arquitectura de la casa, las puertas anterior y posterior. Este eje, articula toda la arquitectura y se le da una materialización importante al cargarlo con el uso del paso interior-exterior. Dos líneas de losas de piedra dibujan en el suelo el paso, sobre un solado de encachado de bolos rodados del próximo cauce del Turia. A ambos lados, un solado de baldosa de arcilla llega hasta un pequeño desnivele que eleva de la cota de acceso a las dependencias que se sitúan a ambos lados del eje central; un escaloncillo con mamperlán de madera de mobila construye el desnivel.

                  Las estancias se sitúan cerradas sobre la línea de desnivel comentadas. Cuina, quartos y otras dependencias, se compartimentán para satisfacer un sentido de privacidad que empieza a ser importante en una sociedad que demanda cierto confort y capacidad de aislamiento personal. Sólo el comedor mantiene su posición de espacio abierto en una atmósfera de presión por la compartimentación, como es el caso de la alcoba intermedia que encontramos a caballo de la geometría tan estricta de la casa. La ausencia de servicios establecidos formalmente en alguna de las ampliaciones del patio, robando lugar al domino agrario de la granja, nos dan el valor del higienismo en las sociedades de finales del XIX y principios del XX.

                  Las escuadrías de madera son muy estrictas y de gran longitud, lo que obliga al uso de maderas muy compactas y bien curadas. La longitud de las mismas implica un acortamiento en la anchura de los revoltones, de les molaes, entre vigueta y vigueta, creando una densidad particular en estos techos a partir del mediados del siglo XIX. Las vigas, incluso de los grandes vanos de las puertas, además de estar totalmente enrasadas con la viguetería y descargarse de los posibles pesos muertos de arcos de descarga, nos presenta unos vanos esbeltos y elegantes.

                  La fachada se compone apoyando la composición de la arquitectura. El gran eje central  que veíamos en planta se sitúa también en fachada y se adjetiva con los grandes vanos de la puerta y el balcón, con una idea de continuidad del vano, con ruptura del plano de masa de la pared. El balcón, de tradición urbana, nos habla de la proximidad de la ciudad, de sus valores dominantes; las ventanas que flanquean dos a dos el balcón, insisten en presentarnos un espacio ambiguo, capaz de albergar en un futuro la posible  vivienda de un hijo. Mientras tanto, alberga una atractiva estructura de camas para el cultivo de la seda. La planta baja, mas vulnerable, es mas cerrada, los pequeños huecos protegidos por rejas no excesivamente potentes, con faldones en las puertas, con zincados, que protegen a la madera de la humedad y de paso apoyan el hermetismo del cierre.

                  La cubierta se construye con un sistema de rastreles y entabacado de ladrillo compacto, sobre el cual se construye el plano inclinado de descanso de las tejas sobre una cama de arcilla impermeabilizante. El alero, corto, de poco vuelo, se construye de obra, con un canalón de recogida de aguas en zinc.



                  El espacio posterior a la casa se cierra en todos sus lados por cuerpos construidos del tipo  porxada, estructuras a un agua, cerradas por muros  en las caras exteriores y abiertas hacia el interior por una estructura de poches, de pilares, de donde le viene su nombre. Se trata de estructuras diáfanas, muy usadas para construir espacios de almacén, pesebres, corrales, etc.. Su disposición entorno al patio tiene esa clara voluntad de cierre espacial para conformar un lugar de trabajo tan importante con es el patio.

Referencias: