Páginas

miércoles, 3 de octubre de 2018

Sobre el Jardín de las Hespérides, por María Teresa Santamaría




Se trata de establecer un jardín en Valencia, en un espacio de poco más de cuatro mil metros cuadrados, marcado fuertemente por la vecindad de un Jardín Botánico de 2oo años de antigüedad, y la silueta de la ciudad histórica. Dada su modesta dimensión y su ubicación singular, el proyecto se ha tratado con la minuciosidad de un cuadro en miniatura, en donde se hace un esfuerzo de concentración para, con movimientos precisos y sin perder detalle, poder mostrar, de manera contenida y exacta, aspectos olvidados de la historia y la cultura jardinera valenciana. Esta cultura, tan brillante durante los S.XV y XVI y tan desconocida actualmente, estuvo presidida por el cultivo ornamental de los cítricos, y se ha tratado de transmitirla reincorporándola a nuestra tradición botánica y estética con un lenguaje constructivo vigente, transformada en sensaciones que lleguen al visitante, destinatario último de la obra, para que pase a formar parte de su patrimonio ciudadano.


El proyecto es simplemente la respuesta a las preguntas que nos ha ido sugiriendo, tanto el enclave concreto del espacio como la intención de aportar nuevos lenguajes al contexto de la jardinería urbana actual. Abrumados por la mayoritaria opción actual en las ciudades de las llamadas “zonas verdes”, entendidas y ofrecidas al ciudadano como material de consumo, nuestro propósito se dirigió hacia la realización de un jardín, es decir, un lugar que nos ofreciera otro camino más amable de relación con la naturaleza, en el que el objetivo se orientara más a la contemplación y al simple hecho de estar en el jardín, sabiendo que formamos parte de él desde el momento en que atravesamos los muros y nos encontramos en un lugar distinto


Se podría decir que este jardín es un interlocutor, tanto del paisaje urbano circundante como del visitante que acude a él. Hay una reciprocidad buscada, un diálogo del jardín con su entorno; aún desde fuera de las tapias, participa de este paisaje urbano: sus árboles se funden con la arboleda del Botánico, enmarcan las cúpulas del fondo y lejos de ocultarlas ni excluirlas, las atrae para que formen parte de él. Al mismo tiempo, este paisaje urbano ya existente participa ahora del nuevo jardín, del reflejo de los árboles contiguos en el agua, de la silueta de sus palmeras que se unen a otras en la lejanía, del aroma de la mezcla de cítricos en el aire, de la geometría ordenadora .

El jardín tiene diferentes lecturas, ninguna dominante, todas posibles. Lo vegetal y lo mineral como complementarios, elementos abstractos que buscan por sí mismos las sensaciones, colores, sonidos, formas, texturas, aromas que acompañan al mito, ese mito que Thomas Mann denominó: “Ropaje solemne del misterio que hace presente el pasado y el futuro”.



Jardín diseñado por el equipo M.T. Santamaría, A. Gallud, M. del Rey y C. Campos
Premio de paisaje en la Bienal del COACV

2 comentarios:

  1. Supongo que ya se ha escrito mucho sobre este jardín y posiblemente me repetiré, lo primero ha destacar es como va mejorando con el paso del tiempo, cosa poco frecuente en la arquitectura moderna. Luego la sensibilidad y sensatez de su diseño,en un espacio pequeño para un jardin el gusto y la calidad de los detalles lo hacen magistral. Por ultimo me encanta esa sensación de escala domestica,de intimidad, con el entorno agresivo del trafico del margen del río y la inmensidad del botánico.

    ResponderEliminar
  2. esa sensación de intimidad propia de un jardin, incluso público, fue lo deseado. Gracias por tu opinión

    ResponderEliminar