Francesc Martínez i Martínez y su pasión por Miguel de Cervantes
Sobre las antiguas murallas renacentistas alteanas, el juez
y gran folclorista don Francesc Martínez i Martínez construyó a principios del
siglo XX su casa, quizás levantada sobre un edificio anterior y las antiguas murallas renacentistas, que conservan sus bóvedas en los sótanos de la casa. El edificio lo dedicó a Miguel de
Cervantes, su pasión por la obra del autor le llevó a vivir en una casa
“cervantina” entendida a la moda del momento: ecléctica con elementos
mudéjares. En el tímpano un medallón con el retrato de un caballero engolado y
la inscripción “CERVANTES” da nombre a la casa y evidencia su interés por nuestros máximo escritor. A ambos lados de la puerta se
abren sendas ventanas geminadas con arquillos de medio punto sobre parteluz. En
la planta primera dos balcones adintelados acaban en arcos lobulados y sobre la
puerta un arabesco central enmarcado. Remata el edificio una galería de
arquillos a la aragonesa y un potente alero de canes de madera
Francesc Martinez i Martinez, uno de los más ilustres hijos
de Altea, escritor, gran folclorista y conocedor del derecho y las costumbres
locales, compagino su profesión de juez con su actividad favorita: los estudios
históricos, literarios y folclóricos.
Su tarea se centró fundamentalmente en
dos ámbitos: los estudios sobre la figura de Miguel de Cervantes y su principal
obra, el Quijote; junto a una amplia e interesante serie de trabajos sobre temas relacionados con el
folclore, la literatura y la historia de los valencianos. Se formó
intelectualmente en Valencia donde desarrollo los estudios de Derecho para más
tarde ejercer la carrera en Valencia, en Villajoyosa y más tarde como juez
municipal vivió definitivamente en Altea. Fue uno de los responsables del
Centro de Cultura Valenciana, durante y después de la República.
Su casa en la Calle Santa Bárbara es fiel reflejo de su
pasión cervantina. Reunió en ella una de las más nutridas bibliotecas sobre Cervantes, que hoy
posee la Diputación de Valencia. Si bien entre los alteanos se le conoce por su
obra “Coses de la meua terra”, una obra esencial del folclorismo valenciano que
dibuja nítidamente el alma alteana y de La Marina. No hay que olvidar su
pasión, que junto a la obra y vida de Miguel de Cervantes fue la lengua, la
valenciana, a la que dedicó años de estudio y voluntad de normalización, pero
también la castellana, lengua que tanto valoraba.
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