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martes, 2 de junio de 2020

Francesc Martínez i Martínez, Cervantes y Altea, por Miguel del Rey

 Francesc Martínez i Martínez y su pasión por Miguel de Cervantes 


Sobre las antiguas murallas renacentistas alteanas, el juez y gran folclorista don Francesc Martínez i Martínez construyó a principios del siglo XX su casa, quizás levantada sobre un edificio anterior y las antiguas murallas renacentistas, que conservan sus bóvedas en los sótanos de la casa.  El edificio lo dedicó a Miguel de Cervantes, su pasión por la obra del autor le llevó a vivir en una casa “cervantina” entendida a la moda del momento: ecléctica con elementos mudéjares. En el tímpano un medallón con el retrato de un caballero engolado y la inscripción “CERVANTES” da nombre a la casa y evidencia su interés por nuestros máximo escritor. A ambos lados de la puerta se abren sendas ventanas geminadas con arquillos de medio punto sobre parteluz. En la planta primera dos balcones adintelados acaban en arcos lobulados y sobre la puerta un arabesco central enmarcado. Remata el edificio una galería de arquillos a la aragonesa y un potente alero de canes de madera

                                               

Francesc Martinez i Martinez, uno de los más ilustres hijos de Altea, escritor, gran folclorista y conocedor del derecho y las costumbres locales, compagino su profesión de juez con su actividad favorita: los estudios históricos, literarios y folclóricos. 

Su tarea se centró fundamentalmente en dos ámbitos: los estudios sobre la figura de Miguel de Cervantes y su principal obra, el Quijote; junto a una amplia e interesante serie de trabajos sobre temas relacionados con el folclore, la literatura y la historia de los valencianos. Se formó intelectualmente en Valencia donde desarrollo los estudios de Derecho para más tarde ejercer la carrera en Valencia, en Villajoyosa y más tarde como juez municipal vivió definitivamente en Altea. Fue uno de los responsables del Centro de Cultura Valenciana, durante y después de la República.

                                               

Su casa en la Calle Santa Bárbara es fiel reflejo de su pasión cervantina. Reunió en ella una de las más nutridas bibliotecas sobre Cervantes, que hoy posee la Diputación de Valencia. Si bien entre los alteanos se le conoce por su obra “Coses de la meua terra”, una obra esencial del folclorismo valenciano que dibuja nítidamente el alma alteana y de La Marina. No hay que olvidar su pasión, que junto a la obra y vida de Miguel de Cervantes fue la lengua, la valenciana, a la que dedicó años de estudio y voluntad de normalización, pero también la castellana, lengua que tanto valoraba.


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