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jueves, 27 de agosto de 2020

El antiguo ninfeo para pozar agua en Altea, por Miguel del Rey



 RESTOS DEL ANTIGUO NINFEO PARA POZAR AGUA*
Siglo XVIII, adosado al trazado del canal de la acequia, bajo Bellaguarda
Difícil localización: A los pies de Bellaguarda
Fotos: Miguel del Rey

Cerca de Bellaguarda, la acequia del Reg Nou disponía de instalaciones de soporte para el uso público, como lavaderos en varios puntos de su recorrido, así como lugares donde pozar agua para el consumo humano de los habitantes de la villa de Altea.


Cerca de donde más tarde estuvo el lavadero público (sobre 1950-1990), se ha encontrado una bella instalación construida posiblemente a partir de los inicios del s. XVIII; instalación que en la actualidad está en estudio arqueológico. Si bien no está muy claro su origen, los expertos dicen que en origen pudiera ser una antigua fuente, que en el tiempo atrajo un desvío del cajero de la acequia, que en el inicio del s XVIII llevaba otro trazado. En cualquier caso,  podemos disfrutar la belleza de sus formas, propias de una sociedad potente, orgullosa de si misma, capaz de trabajar con buenos materiales y dignificar un espacio público como es el lugar de recogida del agua, un lugar propio de ser fuente de vida.


Arquitectónicamente nos presenta un amplio ninfeo, con escalinata en arco de circunferencia muy bien trazada, de aproximadamente 12 m de cuerda, con tres peldaños que bajan a una amplia explanada solada en morrillo blanco y negro de formas geométricas radiales; explanada que al llegar junto a la acequia, se transforma en un canal tangencial que dispone de numerosos caños de agua donde disponer cántaros etc. 


La distinta naturaleza de las piedras, las del cajero, posiblemente de la antigua cantera de Les Rotes -la piedra original que construye la Altea del siglo XVII- y la caliza de la escalinata que baja al ninfeo, construida esta con piedra de Les Quintanes, la caliza ferruginosa tan propia de la Altea de finales del s XVIII y de los siglos posteriores, nos hablan de momentos distintos. La estratigrafía murária y el estudio arqueológico nos darán luz a una pieza de gran relevancia histórica, social y arquitectónica.


*Publicado en la "Guía de Altea" Miguel del Rey, Valencia 2014

miércoles, 12 de agosto de 2020

La ermita de Sant Tomás en Altea, por Miguel del Rey


La ermita de Sant Tomás*
* Publicado en el libro Paseando por las alteas, Valencia 2016. Miguel del Rey

La ermita es el centro del núcleo de población dispersa situado a lo largo del antiguo camino Real en la partida de Cap Negret, a los pies del tossal de Molar, dominando los llanos agrarios que se extienden entre el margen izquierdo de la desembocadura del río Algar y las partidas de La Olla y La Pila. Este lugar cuenta con población estable desde inicios del siglo XVII, donde existe una gran tradición popular de culto al santo patrón en un paisaje que fue agrario y hoy está densamente ocupado.



                                             Vista del acceso y puerta de la ermita - Fotos MdR        
La ermita es más bien un pequeño oratorio privado dedicado a de Sant Tomás que ya estaba en servicio a mediados del siglo XVII, pues en un Quinque Libri de la Parroquia de Altea aparece su bendición fechada el 25 de junio de 1756, por lo que se trata de una de las más antiguas ermitas del término municipal. Se presume que ya existía en 1696, vinculada a la familia Thous como capilla particular del edificio anexo, hoy remodelado y subdividido en la actualidad en propiedades distintas, pero que en su día pudo albergar la casa solariega del mayorazgo de los Thous, una potente familia alteana que ya en el siglo XVII detentaba el control del castillo de Cap Negret, del que fueron generación tras generación, gobernadores o alcaides. El conjunto de estos edificios quizás esconde información atractiva, pues a su vez puede coincidir este edificio, o las trazas originales del mismo, con lo que fuera en épocas más remotas la casa que debieron tener en la zona las monjas Clarisas del convento de Xàtiva, ya que es el único edificio antiguo de cierta importancia existente en esos tiempos. Las monjas debieron tener un edificio para administrar sus bienes, pues poseían un tercio de las rentas de Altea en época medieval, mientras que el resto iban a parar a Nicoluau Jamvila, y luego pasaron a la familia Rebolledo. En 1492 Guillem de Palafox i Rebolledo compró a las monjas el tercio correspondiente. Esta parte de Altea no tiene una historiografía clara y no se han realizado excavaciones para estudiar restos arqueológicos de estas épocas, por lo que sería de interés revisar estas construcciones, ver los restos, estudiar arqueológicamente el lugar para tener un conocimiento más exacto de la historia. La existencia del oratorio, su ubicación en perpendicular a la manera antigua, al propio trazado del camino Real, la tradición festiva del lugar, nos dan indicios para extraer algún conocimiento del tema y suponerlo el centro de esta zona.

                                                 Interior y altar de la ermita. Foto MdR
La construcción que encontramos, a la cual está adosado el oratorio, muestra unas fábricas que parecen modernas, pero en cambio, la existencia de fechas concretas del S. XVII en el oratorio y la disposición espacial del conjunto, formado un gran cuadrado en planta que inscribe un vacío que se podría asimilar a un antiguo patio, presenta indicios suficientes para continuar investigando en la zona. De hecho encontramos un gran cuerpo de construcción inmediato al oratorio, del cual se han desgajado propiedades por subdivisión, lo que nos sitúa frente a la existencia de una antigua casa solariega de cierta importancia con oratorio incorporado.

                                 Planta del conjunto de los edificios y de la ermita. Plano MdR

La arquitectura del oratorio es muy sencilla: un pequeño cuadrado cubierto a dos aguas con un techo plano en su interior. Unas puertas ojivales relativamente modernas y una pequeña espadaña. Todo ello situado en el extremo del porche de la casa de la  cual el oratorio es anexo. En el interior, un altar con columnas torneadas y doradas enmarcan un cuadro del santo titular con sus atributos episcopales, ofreciendo todo ello un ambiente íntimo y recoleto. Sobre la fachada de la casa existe un panel cerámico formado por 12 piezas de aproximadamente 15 x 15 cm, que representa la imagen de Santiago Matamoros en su estampa popular, con su caballo y espada y vestido con los atributos del santo, con las conchas de peregrino y su característico sombrero. Este panel se describe en el capítulo 9-01.

sábado, 8 de agosto de 2020

La Marina en la cartografía holandesa de los siglos XVII y XVIII, por Miguel del Rey


La comarca de la Marina y la referencia del pueblo de Altea en la cartografía holandesa de los siglos XVII y XVIII. * 
* Extraído parcialmente del libro "Paseando por las alteas" Miguel del Rey,Valencia 2016.
Algunos de ellos publicados por gentileza de la Fundación Gimenez Lorente



                     “Valentiae Regni Olim” de Abraham Oertel, fechado en Amberes en 1585.


 
Detalle de La Marina

En la cartografía terrestre encontramos lecturas e interpretaciones muy particulares del territorio valenciano, en particular de la comarca de la Marina, y entre ellos uno que es particularmente atractivo, el caso de Altea, un pueblo –el único de nueva planta en el litoral valenciano y también español en época moderna- y que transforma un territorio proveniente de la antigua estructura de alquerías y castillos islámicos y tradomedievales. Por ello es atractivo analizar las distintas escuelas de mapistas e impresores que desde 1585 grafían el territorio valenciano y dan carta de naturaleza al Reino de Valencia como entidad geográfica con perfil reconocible. Ubican en sus mapas ciudades y villas, así como accidentes costeros y ríos. Son planos con intereses varios, que van desde los políticos y militares al comercio, o a la rapiña de corsarios, lo cual nos indica la importancia de los buques que aparecen en los mapas, condición marítima que hasta bien entrado el siglo XVIII se mantiene en la cartografía, utilizando el mar como principal vía de comunicación en nuestro territorio.

La primera vez que encontramos el nombre de Altea en la cartografía mundial es en el plano “Valentiae Regni Olim” de Abraham Oertel -latinizado como Abraham Ortelius-, con original fechado en Amberes en 1585. En él podemos observar la ubicación de una “Altea” bajo la sierra de Bernia -la actual Altea la Vella- además de un asentamiento en “Lo alto de Bernia” -el Fort- y varias atalayas fortificadas, la Bombarda, Bellaguarda, señalada con nombre propio como Cap Negret. La torre de la Galera es posible que en este momento no estuviera construida. Por supuesto no existe aún la fortaleza de Altea. Es este un plano muy fiel que ha sido copiado hasta la saciedad por la escuela holandesa, sin variaciones ni puestas al día, de manera que podemos ver como en las copias de diversos editores holandeses afincados en Amberes y más tarde en Amsterdam, se van repitiendo estas referencias hasta mediados del siglo XVII.


           “Regni Valentiae Typus” editados por G. Kremer y J. Hondius- Amsterdam1607

Entre los planos holandeses de esta serie podemos distinguir las diversas ediciones del propio Oertel de 1603, algunos con variantes más sencillas del plano, aunque con gran valor icónico, donde tan sólo representa las ciudades, villas y accidentes geográficos de importancia, remarcando que en esta selección está presente Bellaguarda. Tras él, hay que distinguir los denominados “Regni Valentiae Typus” editados por G. Kremer y J. Hondius- en Amsterdam en 1607 y posteriormente en 1609, que no aportan más información.




Hay que distinguir dos mapas holandeses separados de la influencia de Oertel: el denominado , es un plano más preciso en la geografía y en la definición de la costa, sin incluir, en el caso de Altea una variación importante, pues 70 años después de la construcción de la fortaleza de Altea, la sigue situando Altea al norte del río y no hace mención de la nueva Villa.



                          “La Castille” de Nicolas Visscher, fechado en Amsterdam1689
Unos años más tarde, un nuevo plano holandés nos aporta una preciada información; en él podemos ver el trazado del Camino Real. Es el denominado “Nova Mapa de Murcia, Valencia y das Islas Baleares, con los Caminos Reales” de P. van Aa, fechado en Amsterdam en 1714. Una fecha importante, pues coincide con la Guerra de Sucesión, por lo que no se le puede negar un cierto interés político, como en el caso del plano austracista alemán, de la misma fecha aproximadamente, que publicamos hace unos días.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Cartografía italiana del Reino de Valencia en el siglo XVIII, por Miguel del Rey


Cartografía italiana del Reino de Valencia en el siglo XVIII*
* Texto extraido del libro "Paseando por la alteas" M.del Rey, Valencia 2016

Presentamos un precioso plano de la cartografía valenciana, el denominado “Il Regno di Valenza” de  G. M. Cassini, fechado en Roma en 1794. Se trata de un elegante documento con el plano del reino de Valencia y las Islas Baleares, con una caratula en la que podemos ver una imagen costumbrista del paisaje, muy propia del momento. 


“Il Regno di Valenza”- G. M. Cassini, fechado en Roma en 1794. Plano gentileza de la Fundación Gimenez Lorente.




La Marina es una comarca bien reseñada con la toponimia algo alterada, y bien situados montes y rios. Denia se distingue por si importancia, como Xativa y Alicante. En Altea reseña “Altea vieja” y “Altea nueva”, bien situadas cada una de ellas a sendos lados del Algar. Es de hecho, la primera referencia a la Altea bien ubicada que hoy tenemos.


Detalle de la Marina en el plano  “Il Regno di Valenza”- G. M. Cassini, fechado en Roma en 1794. Archivo FGLl

sábado, 1 de agosto de 2020

Las viejas casonas alteanas de la calle Conde de Altea, s. XIX. Por Miguel del Rey

Las viejas casonas alteanas de la calle Conde de Altea*
El “Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar”, realizado por Francisco Coello y Pascual Madoz en1855, incluye dentro del Mapa de la Provincia de Alicante, un plano de Altea, aquella Altea de la época de Isabel II; una villa centrada aún en la parte alta, cuyos límites en los arrabales son la acequia del Riego Mayor y donde el único barrio desarrollado en la parte baja del pueblo sigue siendo el de Pescadores, el Arrabal de Sant Pere. Tan solo vemos un elemento nuevo a los planos anteriores: la calle del Mar, una calle ya establecida que se alarga hasta la Plaza del Convento. La actual calle del Conde de Altea aún no está construida, sus edificios no existen. Será en la segunda mitad del siglo XIX cuando de manera ininterrumpida se construye esta calle, una potente estructura urbana donde se va a asentar la nueva y potente burguesía liberal alteana.

            Detalle del plano de Altea de Francisco Coello y Pascual Madoz, 1855
En 70 años, hasta 1925 aproximadamente, se consolida la actual calle Conde de Altea hasta el lugar llamado la trencadora, el edificio que en origen fue la Casa Martínez, una de los más potentes e interesantes arquitecturas edilicias de esta segunda mitad del siglo XIX. Sus muros fueron durante años el límite del perímetro urbano, como nos muestra la imagen que vemos en la parte superior de la página siguiente, fechada en los años 1920.

De las últimas décadas del S. XIX quedan pocas casas, contados edificios, y de ellos podemos distinguir dos tipos: las grandes casas de familias acomodadas con instalaciones de almacenamiento y servicios, y aquellas propias para albergar vivienda burguesa, incluso en alquiler, una alternativa nueva en esta sociedad liberal. De éste último tipo de edificio podemos señalar el aún existente edificio nº 5, una construcción  decimonónica de dos alturas y planta baja, diseñado para vivienda en sus dos plantas altas, con locales de negocio en planta baja. 
    Edificio Conde de Altea nº 5, hoy desaparecido. Foto M del Rey
Del mismo tipo, quizás con un uso más ambiguo, encontramos el nº 28, un edificio con vivienda principal en planta primera y una planta superior para alquiler, más bajos de negocios. Respecto a las “casas de familia”, podemos señalar la de Don Luis Martínez era, podemos decir, el paradigma de estas casas de familia acomodada con instalaciones y almacenamiento de cosechas, un programa propio de la burguesía liberal, agraria y comercial. Lo constituía un edificio de varias alturas y fachada representativa, donde la vivienda principal ocupaba la planta primera, más una planta superior como cambra o anexo de servicio, y un bajo de apoyo a los negocios familiares, programa que se complementaba con cuerpos y construcciones que incluían almacenes, corrales y elementos de apoyo para la transformación de cosechas, almazaras, graneros, etc.
Una de las casas de familia en la parte oriental de la calle, con acceso posterior desde la playa. Foto M del Rey

La arquitectura de estas casonas distinguía el cuerpo principal del resto de cuerpos anexos, con dos plantas en altura y una planta baja de cierta importancia. Se accedía  por un portalón único para todo el edificio, a partir del cual se subía a la planta alta, aislando la escalera por una cancela de hierro forjado. De alturas respetables en planta baja y planta noble, desarrollaba parte del programa en la planta baja con alguna sala o despacho para recibir a trabajadores o negocios vinculados a la familia. La planta principal estaba muy adjetivada, con rejería de gran calidad, donde se incluían bien trabajados balcones de forja, quizás con alguna pieza de recuperación, como una reja central posiblemente del S. XVIII. La planta superior, de baja altura, con ventanas protegidas por rejas tradicionales de pecho de palomo, sobre las que sobresalía muy próximo un alero de obra. La planta baja disponía, tras la gran puerta de entrada -como hemos indicado- de un enrejado que separaba los espacios domésticos de estas zonas de intercambio económico y de servicio de la vivienda principal. Los cuerpos posteriores de esta casa, sus volúmenes, como hemos comentado anteriormente, definieron parte del límite urbano de la villa entre los siglos XIX y XX, espacios que más tarde sirvieron como almacén de almendra de la Empresa Zaragoza. El edificio albergó mas tarde la oficina de telégrafos.
Casa Martínez como limite de la calle Conde de Altea en los años 30 del s XX. Colección Jaime Guardiola
Como hemos dicho, la Casa Martínez fue un límite de la calle en una larga época cuando aún se llamaba calle del Mar, más tarde pasó a denominarse calle de don Luis Martínez, precisamente en honor al propietario de la casa en cuestión. Más allá estaban las huertas del Clot de Mingot y esta prolongación no llegó a urbanizarse hasta bien entrado el siglo XX. Este primer tramo histórico fue el lugar de paseo de los alteanos durante el primer tercio del siglo XX, con unos límites que llegaban hasta la casa que relatamos, concretamente hasta el arbre, un hermoso álamo blanco que aún las personas de mi generación hemos conocido, situado algo más allá de la antigua fábrica de hielo, un precioso ejemplar que marcaba el límite “social” del paseo, y que el furor arboricida alteano taló en torno a los años 60, momento que refleja la fotografía de don Luis Fuster.
                   El paseo alteano hasta el arbret. Instantanea de la tala del árbol. Fotos de Luis Fuster 
*Publicado en el libro "Paseando por las alteas". M del Rey, Valencia 2016, de venta en la librería Mascarat de Altea