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sábado, 1 de agosto de 2020

Las viejas casonas alteanas de la calle Conde de Altea, s. XIX. Por Miguel del Rey

Las viejas casonas alteanas de la calle Conde de Altea*
El “Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar”, realizado por Francisco Coello y Pascual Madoz en1855, incluye dentro del Mapa de la Provincia de Alicante, un plano de Altea, aquella Altea de la época de Isabel II; una villa centrada aún en la parte alta, cuyos límites en los arrabales son la acequia del Riego Mayor y donde el único barrio desarrollado en la parte baja del pueblo sigue siendo el de Pescadores, el Arrabal de Sant Pere. Tan solo vemos un elemento nuevo a los planos anteriores: la calle del Mar, una calle ya establecida que se alarga hasta la Plaza del Convento. La actual calle del Conde de Altea aún no está construida, sus edificios no existen. Será en la segunda mitad del siglo XIX cuando de manera ininterrumpida se construye esta calle, una potente estructura urbana donde se va a asentar la nueva y potente burguesía liberal alteana.

            Detalle del plano de Altea de Francisco Coello y Pascual Madoz, 1855
En 70 años, hasta 1925 aproximadamente, se consolida la actual calle Conde de Altea hasta el lugar llamado la trencadora, el edificio que en origen fue la Casa Martínez, una de los más potentes e interesantes arquitecturas edilicias de esta segunda mitad del siglo XIX. Sus muros fueron durante años el límite del perímetro urbano, como nos muestra la imagen que vemos en la parte superior de la página siguiente, fechada en los años 1920.

De las últimas décadas del S. XIX quedan pocas casas, contados edificios, y de ellos podemos distinguir dos tipos: las grandes casas de familias acomodadas con instalaciones de almacenamiento y servicios, y aquellas propias para albergar vivienda burguesa, incluso en alquiler, una alternativa nueva en esta sociedad liberal. De éste último tipo de edificio podemos señalar el aún existente edificio nº 5, una construcción  decimonónica de dos alturas y planta baja, diseñado para vivienda en sus dos plantas altas, con locales de negocio en planta baja. 
    Edificio Conde de Altea nº 5, hoy desaparecido. Foto M del Rey
Del mismo tipo, quizás con un uso más ambiguo, encontramos el nº 28, un edificio con vivienda principal en planta primera y una planta superior para alquiler, más bajos de negocios. Respecto a las “casas de familia”, podemos señalar la de Don Luis Martínez era, podemos decir, el paradigma de estas casas de familia acomodada con instalaciones y almacenamiento de cosechas, un programa propio de la burguesía liberal, agraria y comercial. Lo constituía un edificio de varias alturas y fachada representativa, donde la vivienda principal ocupaba la planta primera, más una planta superior como cambra o anexo de servicio, y un bajo de apoyo a los negocios familiares, programa que se complementaba con cuerpos y construcciones que incluían almacenes, corrales y elementos de apoyo para la transformación de cosechas, almazaras, graneros, etc.
Una de las casas de familia en la parte oriental de la calle, con acceso posterior desde la playa. Foto M del Rey

La arquitectura de estas casonas distinguía el cuerpo principal del resto de cuerpos anexos, con dos plantas en altura y una planta baja de cierta importancia. Se accedía  por un portalón único para todo el edificio, a partir del cual se subía a la planta alta, aislando la escalera por una cancela de hierro forjado. De alturas respetables en planta baja y planta noble, desarrollaba parte del programa en la planta baja con alguna sala o despacho para recibir a trabajadores o negocios vinculados a la familia. La planta principal estaba muy adjetivada, con rejería de gran calidad, donde se incluían bien trabajados balcones de forja, quizás con alguna pieza de recuperación, como una reja central posiblemente del S. XVIII. La planta superior, de baja altura, con ventanas protegidas por rejas tradicionales de pecho de palomo, sobre las que sobresalía muy próximo un alero de obra. La planta baja disponía, tras la gran puerta de entrada -como hemos indicado- de un enrejado que separaba los espacios domésticos de estas zonas de intercambio económico y de servicio de la vivienda principal. Los cuerpos posteriores de esta casa, sus volúmenes, como hemos comentado anteriormente, definieron parte del límite urbano de la villa entre los siglos XIX y XX, espacios que más tarde sirvieron como almacén de almendra de la Empresa Zaragoza. El edificio albergó mas tarde la oficina de telégrafos.
Casa Martínez como limite de la calle Conde de Altea en los años 30 del s XX. Colección Jaime Guardiola
Como hemos dicho, la Casa Martínez fue un límite de la calle en una larga época cuando aún se llamaba calle del Mar, más tarde pasó a denominarse calle de don Luis Martínez, precisamente en honor al propietario de la casa en cuestión. Más allá estaban las huertas del Clot de Mingot y esta prolongación no llegó a urbanizarse hasta bien entrado el siglo XX. Este primer tramo histórico fue el lugar de paseo de los alteanos durante el primer tercio del siglo XX, con unos límites que llegaban hasta la casa que relatamos, concretamente hasta el arbre, un hermoso álamo blanco que aún las personas de mi generación hemos conocido, situado algo más allá de la antigua fábrica de hielo, un precioso ejemplar que marcaba el límite “social” del paseo, y que el furor arboricida alteano taló en torno a los años 60, momento que refleja la fotografía de don Luis Fuster.
                   El paseo alteano hasta el arbret. Instantanea de la tala del árbol. Fotos de Luis Fuster 
*Publicado en el libro "Paseando por las alteas". M del Rey, Valencia 2016, de venta en la librería Mascarat de Altea

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