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sábado, 20 de febrero de 2021

La Posada San Miguel en Altea, por Miguel del Rey

Vista de la Posada en 1982, Foto Miguel del Rey 

La Posada San Miguel en Altea, uno de los recuerdos más vivos de un pasado culinariamente espléndido y de una historia ligada a la formación del pueblo de Altea en su parte baja.*

 * Texto extraído del libro “Paseando por las alteas”. Miguel del Rey, Valencia 2016.

San Miguel sigue humillando eternamente a Lucifer, su antiguo compañero celestial, en el panel de azulejos de la antigua posada de San Miguel, pero quizás en él ha variado el ademán; la antigua arrogancia del arcángel desapareció debido a la poca eficacia del ser celestial en la defensa de aquella preciosa y nunca demasiado llorada Posada, que bajo su advocación estuvo casi doscientos años recibiendo viajeros y comerciantes que viajaban con sus recuas de mulas junto a la playa del Bol, frente a los muros del huerto del Convento. Fue la decana de las posadas de Altea. Nacida con visión de futuro a inicios del siglo XIX, adelantándose a su tiempo y situándose en el lugar lógico donde debía pasar el nuevo camino Real, dado que por entonces aún circundaba Bellaguarda y al pueblo se entraba por la Plaza de La Cruz, pues el camino de acceso llegaba desde el molino de la Torre. Pero la existencia del convento, la importancia creciente del arrabal de San Pedro, hacían de este lugar el idóneo para un establecimiento de esta naturaleza.

 

Interior del deambulatorio de acceso a las habitaciones de la posada. Foto Coello. 

Gentileza de Jaime Selles

La posada era un edificio de varios cuerpos de construcción con un portalón que abría sobre lo que más tarde fue la carretera Valencia-Alicante, la carretera N-332, la actual calle Conde de Altea. Las plantas y macetas del vestíbulo proporcionaban un ambiente particular que se mezclaba a la penumbra del gran espacio central donde sus pulidas losas hablaban de viajeros, de negocios, de festejos, del paso del tiempo durante siglos. El vestíbulo nos introducía lateralmente en la sala del antiguo comedor, mientras que de frente encontrábamos un espacio amplio, de doble altura, con un ligero deambulatorio perimetral volado en planta alta, construido en madera, que daba acceso a las estancias y dormitorios allí existentes. Las mesas invadían los espacios de planta baja y sus estancias se caldeaban por chimeneas y hogares. Una gran cocina, transversal a las crujías principales, albergaba el mundo de los fogones y el servicio. Hacia el mar, lindando con la playa, los corrales y patios desaparecidos en época moderna.

 

Panel Restaurado. Foto Miguel del Rey

Nos queda San Miguel, si bien cuestionado en su eficacia, conservando su impostura celestial. También nos quedan algunas de las tapas que allí se degustaban en el actual establecimiento que lleva su nombre y que se ubica en una parte del solar de la antigua posada, en ellas podemos recordar el sabor de aquellos manjares, de aquellas comidas que acompañaron a la sociedad altenana tantos años.

jueves, 18 de febrero de 2021

Arquitecturas ausentes: El bar Lledó y la pastelería Internacional, por Miguel del Rey

El bar Lledó y la pastelería Internacional. Segunda mitad del s. XX*

* Publicado en el libro "Paseando por las alteas" Miguel del Rey, Valencia 2016


Pastelería Internacional en la Replaceta del Convent. Foto gentileza de Pastelería Internacional

Unas de las instituciones más representativas de la sociedad alteana en la segunda mitad del siglo XX fueron sus bares, verdaderos espacios de relación social que en las distintas horas del día atendían a una clientela amplia y diversa, bares interiores o de terraza, bares especializados en tapas, cañas, horchatas,  helados, absenta o vermút, etc. Uno de ellos fue el Bar LLedó, un bar de café y vermút por la mañana, de partida a lo largo de la tarde y por la noche, terraza de refrescos o de leche merengada. Quizás para este autor ha quedado en su memoria aquel “nacional”, ese café con merengada o vainilla, el canon de lo que entendía en la Altea de esos tiempos por un buen helado.

El humo de los cigarrillos, de los caliqueños y de los puros, hacían irrespirable su atmosfera para el neófito, pero era precisamente ese ambiente de humos, esa liturgia de exclamaciones, alguna palabrota e incluso blasfemia, lo que reunía allí a una gran cantidad de parroquianos en torno a unas mesas de mármol de Macael escritas y reescritas con las cuentas de las partidas de dominó. No se quedaba atrás la Pastelería Internacional que compartía parte de la clientela, aunque no las partidas. Sus horchatas, granizados, sus bambas y bollos rellenos de crema, los “bartolos” que aún elaboran en su nueva sede, fueron lugar obligado y terraza propia de estar a partir de media mañana o media tarde. La llegada de alguno de sus camareros a alguna casa pudiente de la contornada con una gran bandeja metálica, lustrosa, y sobre ella una merienda de horchatas y bollos era una imagen conmovedora y feliz para señoras y chiquillería. 


Bar Lledó en 1958. Foto L. Fuster

En el edificio donde se asentaba el Bar Lledó, hay que hacer mención de la Academia Bernia que ocupaba la última planta del desaparecido edificio. Institución por la que pasaron generaciones de alteanos y alteanas  en sus clases regladas o en los sesiones de “repaso” a las que asistimos tantos adolescentes en aquellos años. 

             
 Edificio del Bar Lledo y la Academia Bèrnia. Foto MdR

miércoles, 10 de febrero de 2021

Riurau de la Casa de l'Abaetgera. Calp

Cast) La masía es un conjunto importante formado por la vivienda y los corrales, junto a algún almacén y sobre todo un largo y bonito riurau que domina la imagen de la masía. Dispuesta en una meseta sobre una colina, la vista se desparrama en abancalamientos descendentes que le ofrecen una preciosa vista sobre la línea de costa. El riurau, junto a la explanada frontal, que fue el antiguo sequer. Sus intervenciones de restauración no han sido muy felices. El riurau, por su parte, se encuentra en buen estado. Se formaliza a partir del seis ojos adintelados por bigas de madera que soportan una cubierta de biguetería de madera de mobila. Esta estructura a modo de secadero sobrepuesta al volumen de la casa alargándose más allá de su fachada. La vivienda, aunque se usa como casa de recreo y apoyo al trabajo agrario, en una finca dedicada en concreto al cultivo de l. almendra hasta hace unos años.

Val) La masia és un conjunt important format per la vivenda i els corrals, al costat d'algun magatzem i sobretot un llarg i bonic riurau dominant la imatge de la masia. Disposada en un altiplà sobre un tossal, la vista s'escampa en abancalaments descendents que li ofereixen una preciosa vista sobre la línia de costa. El riurau, al costat de l'esplanada frontal, que va ser l'antic sequer. Les intervencions de restauració no han estat molt feliços. El riurau, per la seua banda, es troba en bon estat. Es formalitza a partir d'el 6 ulls adintelados per bigues de fusta que suporten una coberta de biguetería de fusta de mobila. Aquesta estructura a manera de assecador sobreposada a l'volum de la casa allargant més enllà de la seva façana. L'habitatge, encara que s'usa com a casa de recreació i suport a la feina agrari, en una finca dedicada en concret a el cultiu de l. ametlla fins fa uns anys.


 

Informació sobre el riurau extreta de la revista Riuraus Vuis nº 6. (J. Vicent Sanchez i Miguel del Rey)

ELS ULLS DEL RIURAU:  sis ulls oberts i adosats a la façana sur, la principal.

AMPLADA: 3,20  mts.         ALÇADA: - mts.

LONGITUD: 18 mts.

FORMA:  pòrtic allindat amb bigues de fusta.

 MATERIALS DE CONSTRUCCIÓ:

Parets: mamposteria de pedra calcària i maçoneria. Deficientment encalada.

Sostre: bigues, reformat.

Sòl: pis en ciment.

Ulls: Pedra calcària i bigues de fusta.

Pilars: Pedra calcària i maçoneria.

BÉNS IMMOBLES I CONTEXT: El riurau vinculat a peòpia masia de camp.

BÉNS MOBLES:  No hi han bens de relevància

ÚS DEL RIURAU:  Per la seua grandària i característiques, el riurau assecava el raïm de pansa, encara que també s’utilitzava per fer vida domèstica.

 

OBSERVACIONS:

Segons s’indica al Diccionari de Calp, a finals del S. XIX la casa pertanyia a Joaquim Diego Santamaria, que era veí de Sueca. Aquest li la deixaria al seu fill Joaquín Diego Bel·lán, per després deixar-la en herència a les seues filles. La casa servia per èpoques d’estiueig dels seus propietaris, si bé es desconeix la seua etimologia. No obstant això, l’abadejo és la forma més comuna-valenciana d’anomenar el bacallà a les terres de Sueca, per la qual cosa es podria pressuposar que l’etimologia podria respondre a un malnom de la família d’origen.  Actualment, la casa pertany a la família Oltra.

viernes, 5 de febrero de 2021

Paisajes perdidos: La Playa del Bol en Altea, por Miguel del Rey

 La playa histórica de Altea, la playa del Bol*

* Extraído en parte su texto del libro "Paseando por las alteas" M del Rey, Val-2016

La Playa del Bol era por antonomasia la playa de Altea. Situada bajo la Placeta del Convento y el inicio de las calles del Mar y Conde de Altea, llegaba más allá de la calle San Pere. Toma su nombre del desagüe en esa zona, entrono a la parte posterior de la Casa del Marnero de la antigua acequia del Bol, cuyo ramal último regaba el huerto y jardín del Convento, así como las huertas de lo que es hoy la zona de la Avenida Jaume I.

 
Montaje del autor a partir de dos fotos de Oriol, de la colección de la Casa Soler de 1930

Fue la playa popular donde pequeños y mayores se solazaban, hacían carreras por las piedras, se hundían y sumergían hasta que las madres o cuidadoras lanzaban piedras a la chiquillería para controlar la situación y su ubicación en lugar seguro. En ella se hacían las fiestas populares de la Virgen del Carmen, de San Pedro, las cucañas marineras, la suelta de patos. Era el lugar festivo y lúdico por las mañanas. En invierno se utilizaba en ocasiones para remendar redes o tender la ropa y blanquearla bajo un sol inclemente.

 

Fotografía de  Mora Carbonell. Colección Tívoli

Documento de un interés particular es la composición que se presenta este autor de dos antiguas fotos de Oriol, que nos muestran una imagen completa de la playa del Bol vista hacia el norte y en los años 20 del siglo anterior, donde el carácter marinero de la playa es evidente. La primera de las fotos de la playa la tenemos del fotógrafo Augusto Garcián en 1898, pero de ella hablaremos otro día

 

 La playa del Bol en su extremo sur, en la Calle Sant Pere, lindante con la playa de la Rodo.

Autor desconocido

Fue esta playa un lugar de trabajo, lugar de atraque de llaüts, de las pequeñas barcas de pesca, sobre todo antes de construirse el puerto.

 

Los toros, por parejas unidos por un yugo, sacaban las barcas a la playa. Sus piedras fueron, además de lugar de extensión y remiendo de redes, espacio de carga y descarga de antiguos veleros fondeados frente a estas playas, de aquellos que se cargaban con los botes que desde la playa trasportaban la mercancía ya en el siglo XVIII y anteriormente. 

La acequia del Bol y su desagüe en la playa, tras regar los huertos del Convento, de donde le viene el nombre. Plano de F. Ricaud, fechado en Valencia 1740

El arrabal de pescadores, el convento de San Pedro, su condición marinera está vinculadas en el tiempo y en el espacio. Se complementan, no se pueden entender este espacio sin esas condiciones, incluso el Convento fue un agente importante en el comercio de navegación, como nos cuentan las escrituras y protocolos de la época. Así, tal como se indica en la novela Bartolomé, centrada en la Altea de esta época, donde el síndico del convento de San Francisco se ocupaba, junto con otras funciones, de estos temas de comercio subarrendado a alguna familia pudiente alteana, procurando así buenos centenares de libras al Prior para el buen uso que el hospicio y el convento dispusieran.

miércoles, 3 de febrero de 2021

Paisajes perdidos: la Altea de la Guerra Civil 1936-1939/2. Defensas Costeras

 

Una sociedad en tiempos dramáticos: Las defensas marítimas*

* Publicado en el libro "Paseando por las alteas" Miguel del Rey. Val. 2016. 

Las playas alteanas vieron levantarse una serie de defensas con el formato de casamatas de hormigón, de las denominadas popularmente búnkers. Nidos de ametralladora que tenían una función primera: defender de un hipotético desembarco de las fuerzas nacionales; pero quizás también albergaban cierta intención propagandística de apoyo moral para la tropa y población de la retaguardia. Sus obras fueron llevadas a cabo por maestros de obra alteanos, como Mateu Signes, que construyó algunos de ellos.

Bunker en Cap Negret. Foto MdR

Su presencia a lo largo del tiempo las asumió en el paisaje cotidiano de alguna de nuestras playas. Los movimientos de la línea de costa que en estos casi 80 años han sido espectaculares, tanto en el perfil como en la sección, ha provocado que algunas de estas casamatas se encuentren en estos momentos bajo el mar, completamente sumergidos. Así, de los ocho búnkers originales tan solo quedan dos en tierra firme, eso sí, batidos por las olas: los existentes en la playa de la Olla y la de Cap Blanc. Un tercero está completamente arruinado a los pies del promontorio de Cap Negret, otros dos sumergidos sus restos bajo las piedras de la playa de la desembocadura del Algar, o bajo las aguas de la playa de Cap Blanc. De los dos existentes, el de la Olla está afectado en su percepción por la escollera de rocas para la construcción del camino de borde marítimo en la zona, a falta de una fácil intervención de puesta en valor de estas defensas.



Bunker en La Olla. Foto MdR

La mejor de las conservadas entre estas casamatas defensivas alteanas de la Guerra Civil es la que se encuentra en la playa de Cap Negret, ya que por su ubicación y su estado lo convierten en el mejor de los ejemplos que quedan, con su estructura ligeramente vencida y desequilibrada por la erosión de la playa, proporciona un paisaje algo surrealista y de valor histórico, acosado por las edificaciones próximas.

Figuraizquierda: Planta y sección de búnker de dos senos en el Portixol, sobre la carretera de Madrid a Alicante, en Monforte. Planta con recintos separados similar al existente en la Olla de Altea. Dibujo de A. Martínez-Medina.

Figura derecha croquis del bunquer de Cap Negret en Altea. Dibujo de MdR

Estas defensas siguen modelos establecidos y están construidas por una estructura de hormigón pobre, levantadas sobre un basamento del mismo material. Los muros y cubierta son de gran sección, unos 70 cm; la puerta se define en sifón y dispone de unas escotillas horizontales con bocas de fuego para la defensa. Sus plantas son las propias del repertorio militar de la época para estos artefactos: de un cuerpo único, con forma semicircular en planta, dividida interiormente en dos estancias, caso del búnker de Cap Negret, o como el de La Olla, de forma de corazón, con dos senos, de alturas inferiores a los 3 m. El interior conserva restos de las bóvedas de ladrillo que sirvieron para su construcción. Se accede por un arco de medio punto rebajado y conformando una rampa, no pudiendo observarse la configuración del suelo por estar cubierto de piedras. Una referencia a estas defensas de la costa la ofrece Andrés Martínez, en su artículo, “Muro Mediterráneo: búnquers y baterías...“València, 2015.

Croquis del búnker de la playa de Cap Negret. estado actual. Foto MdR