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miércoles, 10 de junio de 2020

LA CASA DE LA SENYORIA Ingeniería militar en la Altea del siglo XVI y XVII, por Miguel del Rey


LA CASA DE LA SENYORIA  Ingeniería militar en la Altea del siglo XVI y XVII*
*Publicado en el libro “Paseando por las alteas”, M del Rey, pg 348-349. Librería Mascarat/Altea

De la antigua Casa de la Senyoria nos queda el solar configurado como glorieta sin referencias a su esplendoroso pasado. Alguna vetusta imagen del pueblo desde la playa, o desde las huertas del Palasiet, nos dan noticia de su potente volumen, en particular la fotografía de autor desconocido fechada en 1908 -podemos verla en la pagina siguiente- que nos permite conocer el edificio poco tiempo antes de su derribo, donde se distingue parte del peto de su terraza, cubierta ya con tejado en ese momento. Era un contundente baluarte a la manera de torreón de esquina que flanqueaba el extremo noreste de la fortaleza que, como indica la planta de F. Ricaud, equilibraba el sistema defensivo amurallado alteano, tal como hemos comentado en apartados anteriores. Un bastión, éste, que debió tener en sus orígenes cubierta aterrazada a la manera de battería a la italiana para así poder defender la parte de la costa levante y sobre todo guardar o prevenir las posibles aguadas de moriscos, piratas corsarios o ingleses, en el estuario del río Algar, entrecruzando el fuego de sus cañones con los de la torre o el Castillo de Cap Negret.


     La imagen de la Casa de la Sernyoria, solo la conocemos a partir de esta fotografia de 1908, de autor desconocido

De la Casa de la Senyoria tenemos poca documentación, no más que la planta indefinida de F. Ricaud, grafiada en 1740, y las imágenes que ofrecemos, tanto la que acompaña este texto, como la presentada en la pág. 108 (ver 2-01). Imágenes de gran interés en las que se nos muestra el fuerte carácter defensivo del edificio en el momento previo a su derribo. Su imagen y potencia no dejaba duda sobre el poder señorial frente al municipal, vista la poca potencia formal y defensiva del bastión de la Casa del Comú. Se pueden hacer una serie de observaciones con estos documentos esenciales en la historia de Altea, el plano y estas fotografías de finales del XIX e inicios del S. XX. La primera relativa a su planta la cual, quizás, no fuera lo cuadrada que nos marca el plano del ingeniero, pues de las formas en la fotografía se percibe una tendencia más romboidal en su volumen; y la segunda sobre el potente aspecto de la arquitectura del bastión, ese altísimo edificio donde la sillería, el talud del cuerpo basamental y el cordón que impostaba y remataba su volumen bajo la línea de la battería. Una arquitectura que evidenciaba no sólo el poder, sino también el fuerte carácter defensivo de la propia fortaleza, intentando que su vista desde el mar disuadiera de cualquier intento de asalto. De todo ello nos quedan las imágenes y los planos, además del vacío  de la glorieta dende se asentaba y el talud de los muros que la configuran, donde entre sus piedras queda alguno de los antiguos sillares de piedra del viejo edificio. 

                                Plano de F. Ricaud, 1740, parcial- La casa de la Senyoria se indica con la letra G

No hay descripciones exactas de su arquitectura, sólo un relato literario en la novela Bartolomé (del Rey, 2013); entresacada su descripción de las imágenes y planos existentes, la cual puede ayudarnos a entender como podría ser el espacio interno de la Senyoria: “... las losas calizas del vestíbulo, lavadas a conciencia estos días, les conducen a la entreplanta donde está la sala. En algunos peldaños y en los descansillos, velones y candelabros dan un ambiente cálido a ese caserón desvencijado, casi abandonado, que construye la esquina nordeste de la fortaleza....  siempre pensó (Bartolomé) que la sala estaba necesitada de un mejor acomodo, era como antigua, con sus muros encalados, los modestos techos de vigas y arquillos, su forma ligeramente angulada configurando la esquina nordeste del baluarte. Lo mejor de estos salones siempre fueron las ventanas, tanto la que mira hacia Bernia, como las dos que abren al mar, dominando la bahía...”(Bartolomé, pág, 191, 1ª ed.)

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