PARQUE Y EDIFICIOS RURALES EN VILLA GADEA* 1888-1980
Eclecticismo. Autor: José J. Camaña y Laymón, Arq.
Fotos del torreón. Colección Luis Fuster ( L.F.)
Varias son las arquitecturas que se han perdido en lo que
fue la finca de Gadea aquella que se levantó por los años de 1888 sobre una
antigua explotación agraria. Han desaparecido las propias arquitecturas
rurales, las anteriores a esta época y las que se construyeron en este momento
para completar lo que nunca dejó de ser una finca agraria, en la que Don
Vicente Gadea Orozco construyó su espléndida Villa. Es de reseñar la
desaparición del parque que rodeaba la villa, un parque con jardines, zonas
boscosas y elementos de particular interés como el lago y su torreta. De todo
aquello solo quedan imágenes de buenos fotógrafos comerciales que en los años
30 del siglo XX fotografiaron Altea y vendieron sus producciones en aquellas
colecciones que se encontraban en Casa Soler, como la imagen firmada por Oriol,
para la Casa Soler, denominada “La Olla, vista panorámica”. A ello se unen las
imágenes de algunas colecciones privadas, la del alteano Don Luis Fuster y la
de los valencianos Don Jesús Huguet y Don Andrés Martínez, que gentilmente nos
ha proporcionado sus fotografías, junto a ellos, hay que valorar el tratamiento
del amigo Vicent Sevila, que nos ofrece coloreada de manera muy realista una de
las fotos de la colección de Jesús Huguet.
La casa rural se puede ver sobre el pequeño promontorio al
norte de la villa y frente al mar es una casa de dos crujías y dos plantas,
cubierta a dos aguas, dispuesta en perpendicular al mar, con un patio posterior
cerrado por tres lados y abierto hacia la playa. Su disposición y sus fábricas
indican que la casa es previa a esta intervención de Don Vicente Gadea en la
década de 1880. Tras la casa rural encontramos una pieza de particular interés,
algo desligada del conjunto arquitectónico principal: es la almazara, una
arquitectura prismática cubierta a cuatro aguas con teja plana marsellesa o
alicantina, una pieza que recuerdo, tras una visita de hace muchos años a sus
ruinas. Me sorprendió el vástago central, de madera cilíndrica, el “arbre”
esbelto y solidario en este caso a la muela, una pieza capaz de girar con las
grandes piedras, acabada superiormente con un refuerzo de hierro y un
machihembrado que permitía, a la vez que el giro, soportar la carga de toda la
cubierta, estabilizada la estructura por medio de cuatro vigas que atracaban en
cada una de las cuatro esquinas de los muros. Una arquitectura que utilizaba la
tecnología propia de la molinería clásica. A esta pieza tan sólo le faltaba la
firma de Don José J. Camaña y Laymón, el arquitecto de la villa.
Foto de autor desconocido, de la colección Jesús Huguet coloreada por Vicent Sevila. Gentileza de Vicent Sevila
Otra de las arquitecturas ausentes es el lago situado ya en
el extremo noroeste de la finca, junto a la carretera y separado de ella por la
potente línea de cipreses que bordeaba la propiedad. La gran alberca que
almacenaba el agua de la hoy perdida Fonteta de Gadea. Un lago artificioso de
formas caprichosas y curvilíneas, poco “natural” en su materialización, de
cajón profundo y muros de fábrica de gran sección, con solados perimetrales que
lo alejaban de un pintoresquismo al que deseaba vincularse con su torreón
casticista, a la manera de zigurat, que permitía subir hasta un miramar desde
el cual se divisaba el parque, la villa y al fondo el mar. Una intervención a
medio camino entre la folie barroca y el pintoresquismo ya imperante en las
intervenciones paisajísticas del momento.
Vista del lago con el torreón al fondo. Colección Luis Fuster (L.F.)
La pérdida de este conjunto vinculado necesariamente a la villa
ha sido uno de los peores atentados al patrimonio alteano y valenciano en
general, devastado por una “urbanización” que sin aportar nada, no supo sacar
valor a lo existente.
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