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sábado, 28 de agosto de 2021

El paisaje de posguerra en Altea - 1939-1960, por Miguel del Rey

Traumas y esperanzas de una sociedad confusa. Por Muguel del Rey.*                                        *Publicado en el libro "Paseando por las alteas" Val 2016 M. del Rey

Entrada de las tropas italianas en Altea tras la guerra. Colección L.F.

El paisaje social de la posguerra en Altea se prolonga hasta entrados los años 60. En parte ha sido un momento complejo, en muchos casos rechazado en el imaginario colectivo, con afectos y desafectos. 


Escenas y hechos que marcaron un largo y en ocasiones inacabable episodio jalonado de hitos más o menos ajenos, que se repetían cada 20 de Noviembre con las chaquetas blancas y fajines bicolores rojo y negro, propios de aquella dictadura blanda en que se convirtió el franquismo a partir de los años 55-60, los años en los que este autor tiene recuerdos conscientes de una realidad que en nuestro pueblo no fue todo lo dura que se manifestó en otras tierras de la península e islas españolas. 


Escultura conmemorativa de los 25 Años de Paz, autor: Víctor de los Ríos. Plaza del Convent en 1964. Revista Altea

La literatura nos ha recordado las escenas, las imágenes e incluso los sonidos de aquella etapa, que si bien quizás no se le puede aplicar en Altea la condición fascista en todo su sentido, si participó de su iconografía y liturgia. Libros como La Placeta del Convent de nuestro amigo y prologuista Joaquín Rico nos han recordado o contado en todo su dramatismo, libros que nos hablan de aquellos camiones que en la noche pasaban por la carretera y que tan bien plasma el libro “… ese ruido nocturno, oscuro, expectante, desconocido... aterrador”.

  

Portada del periódico ABC del 24- II-1972. Fragmento

Las imágenes de la época son verdaderamente curiosas y muestran una situación casi indescriptible como la que podemos ver en las mujeres con ropajes negros y pañuelos en la cabeza, junto a niños asistiendo con algarabía a la entrada de las tropas italianas en Altea, o más tarde los niños y adolescentes vistiendo, o sin vestir, el uniforme de la OJE para acceder a las vetustas dependencias municipales donde reunirse y, entre juego y juego propio de su edad, recibir en ocasiones clases de “Formación del Espíritu Nacional”. Todo ello se enmarca en el sueño de un pasado que se fue y al que no se le espera.

Culto a las banderas del Régimen en la inauguración del nuevo edificio del Ayuntamiento de Altea- Foto Revista Altea

Altea es una sociedad que vive en primera persona los efectos de la II Guerra Mundial, donde aviones ingleses bombardean submarinos alemanes en nuestras aguas, sobre las que más tarde aparecen los cuerpos de unos marinos, algunos de los cuales se entierran en nuestro cementerio en un funeral seguido por multitud de personas, como nos muestran las imágenes del momento. Una sociedad que se acerca a las playas de Cap Blanc para ver  el fuselaje de algún avión alemán con su terrorifíca esvástica en el timón de cola

Nota del XX Aniversario de la muerte de José Antonio. Revista Altea, años 70




Avión alemán en las playas alteanas. Colección Luis Fuster (L.F.)

Mientras quiere recuperar sus creencias, sus ritos, e intenta cicatrizar las heridas de una guerra donde aún hay juicios sumarísimos sobre los cuales algunas autoridades municipales intentan tratos de favor hacia personas significadas en la Guerra Civil. Es una época de autarquía, también de represión, que se transforma y recicla tras el drama sufrido y que poco a poco se acostumbra a la nueva realidad, primero a los bombones “bacci” que traen los italianos acuartelados en algunas casas alteanas, y por qué no decirlo, recibe pequeñas alegrías, como aquella lotería que en el año 1952 reparte ilusiones en el pueblo y celebran un heterogéneo grupo de ciudadanos frente a la Cruz de los Caídos, en el que estaba impertérrito aquel grito de ¡Presentes!; cruz que nos acompañó tantos años junto a las escaleras de  la balconada que presidía la Plaza del Convento.

 

El Gordo de 1952 en Altea!!!. Colección Luis Fuster. (L.F.)

A partir de los años 60 esta sociedad abraza el desarrollismo, más tarde la modernidad, asume que las formas estaban cambiando, la transformación social previa al cambio político... el turismo ayudó mucho a ello, aligeró moralidades, formas y ropajes. El desarrollo económico ayudó a desvestir al santo. Pero sorprende, al ojear los tomos de la Revista Altea, como siguen presentes en determinadas fechas -casi increíble hoy día- la sombra alargada y fina del franquismo. Una de las obras más importantes de este periodo fue la apertura de la avenida Jaume I, el ensanche urbano y la construcción del nuevo ayuntamiento, obra del arquitecto Sr. Sorolla Pons, un excelente edifico dentro del racionalismo crítico español; una línea del pensamiento arquitectónico al que se adscribieron brillantes arquitectos próximos al postfranquismo dentro de esa línea italo-española del controvertido binomio entre fascismo y modernidad que tuvo su reflejo en nuestro país. Una historia de ese lado oscuro, como tantas de esta época de nuestra historia, centradas en el maniqueísmo de la contienda civil.











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