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viernes, 10 de diciembre de 2021

Cartografía francesa de las tierras valencianas y batimetrías de la costa alteana, por Miguel del Rey

 Planos y batimetrías francesas en la cartografía valenciana y en el mar alteano*

 * Entresacado del libro "Paseando por las alteas" Miguel del Rey, 2016. Mi agradecimiento a la información cartográfica original facilitada por la Fundación Luis Gimenez Lorente





 Les Estats de la Corone d'Aragon" N S d'Abberville, París 1653. Arch FGLl.  Detalle de La Marina. Arc FGL

La Escuela Francesa de cartografía aporta mapas terrestres muy detallados, tanto de la península ibérica, como de las tierras de la Corona de Aragón y el reino de Valencia, aunque en ocasiones es muy dispar en la ubicación o señalamiento de las distintas poblaciones, en concreto en la comarca de la Marina. Por ejemplo el primero de ellos, de los que tenemos constancia e información reproducible es el plano “Les Estats de la Corone d’Aragon” de 1653, firmado por N. S. d’Abberville, donde en concreto no existe referencia a Altea, pues sus 50 años de vida no le han permitido ser referenciada en la cartografía europea como núcleo de población estable. Si en cambio hay referencia del lugar, como del rio de Altea, bien posicionado y denominado. En cambio, en el plano del mismo autor,  de 1701, se incluye Altea a la manera clásica de las copias de los planos flamencos, ubicándola al norte del río con Bellaguarda al sur del mismo.

 

"L'Espagne" Guillermo de l'Isle. Paris 1701. Detalle de La Marina. Arc FGL

Encontramos al inicio del siglo XVIII, un interés particular en la cartografía francesa por España y a la vez por el territorio valenciano; así, podemos ver los planos de "L'Espagne" de Guillermo de L'isle fechado en Paris en 1701, en el cual la parte central de la comarca de La Marina esta poco definida, solo al norte Xàbea y ya el marquesado de Denia, mientras que al sur Altea, "Benidrom" y "Villa Ioyosa" están reseñadas, aunque Altea, quizás influenciado el autor por los planos flamencos, sigue al norte del río, por cierto con un cauce muy bien detallado.

“Royaumes de Valencia et de Murcie” de Nicolás de Fer, 1709.   Detalle de La Marina. Arc FGL

El territorio valenciano tiene su cartografía particular en la escuela francesa, como vemos en los planos de “Royaumes de Valencia et de Murcie” de Nicolás de Fer, fechado en 1709, 

"Carte du Royaume de Valencia", Paris 1760. Jean Beaurain. FGL

De nuevo el territorio del reino de Valencia es objeto de un detallado plano o en la  "Carte du Royaume de Valencia" Paris 1760 firmado por Jean Beaurain“ donde la información es completísima, muy detallada y con referencias a todos los pueblos de reino, en espacial el detalle del entorno de la ciudad de Valencia es de remarcar. En ambos planos hay que señalar que si bien Altea está reflejada, esta se sitúa a la vieja usanza de los planos flamencos, al norte del río, Bellaguarda al sur y hay referencias muy fuertes al castillo de Cap Negret y al río Algar o "de Altea".

El plano de denominado "Carte de Royaume de Murcia, Partie des...” de CH. A. Jaillot. París, 1781, sigue los mismos derroteros, cartografía muy detallada, atendiendo al interés borbónico por los reinos francés y español. En este caso con un énfasis en los elementos defensivos, atalayas, castillos y defensas de ciudades y territorio. 

Por su parte la Marina francesa incluye un plano denominado , copia literal del plano denominado “Plano de la Rada y Surgidero de Altea” de la Dirección de Hidrografía, fechado en Madrid en 1813. Es un plano muy bien trazado, donde destacan el grafismo de las playas y la voluntad de dibujar el caserío de la villa de Altea en planta, así como el río Algar, al cual se le da un valor particular. Las torres Bombarda y el castillo de Cap Negret se marcan claramente en el plano. La batimetría es muy completa con líneas bien trazadas.. Los franceses lo incluyen en el Boletín de la Sociedad Geográfica francesa.

“Plano de la Rada y Surgidero de Altea” de la Dirección de Hidrografía, fechado en Madrid en 1813

Mouillage d’Altea” Paris 1826

Una copia muy bien elaborada se publica en Francia unos años más tarde por el “Service Hydrographique de la Marine”, con el nombre de “Mouillages d’Altea et de Calpe”, -d’après les plans espagnols levés en 1876- Paris, 1886, con la referencia “Mer Méditerranée: côte est d’Espagne: 4136/ E. Gérin fils; ecrit par Er. Dumas Vorzet. En él se indica la procedencia española con un dato complementario, la fecha de las tomas -1876- y una serie de referencias de coordenadas. Se diferencia del original español por incorporar en el mismo plano las ensenadas de Altea y Calp, ignorando siempre la emergencia de Toix

“Mouillages d’Altea et de Calpe”, -d’après les plans espagnols levés en 1876- Paris, 1886



miércoles, 17 de noviembre de 2021

El callejero renacentista de la Vila de Altea, por Miguel del Rey

 El callejero renacentista de la Vila de Altea*

* Plano y textos entresacados del libro “Paseando por las alteas” Miguel del Rey, Valencia 2016.

Parcelario de la Vila de Altea. En amarillo callejero, en azul edificios faltantes, en verde casas-muro sobre la muralla, en rojo castillo y antigua iglesia, hoy desaparecidos. 

La condición de la villa de Altea como la única ciudadela de nueva planta de época renacentista en el mediterráneo español, es una cuestión poco conocida y menos aún valorada por propios y extraños. Se trata pues una planta perfecta de nueva ciudad que se ha conservado intacta en su planta y trazado de calles, con parte de su muralla; por cierto, cada día más castigada y desprotegida, a pesar de que tuvo que ser la ciudadanía quien solicitara su protección a Consellería; protección que aún no ha hecho efectivo el ayuntamiento con el necesario Plan Especial de Protección que marca la ley tras la aprobación del BIC de la Muralla.

Pero al menos tenemos un trazado de calles renacentistas muy bien conservado, limitado por los restos de la muralla en algunos puntos, al norte y este de la traza de la nueva ciudad del siglo XVII.  

Un trazado compuesto por calles paralelas en dirección noreste-sudoeste definidas a partir del trazado de la calle Mayor, que une el Portal Vell con la plaza de la iglesia. Las calles del interior de la fortaleza se conservan en la actualidad con su trazado inalterado, solo la toponimia ha cambiado. En su tiempo se llamaban: carrer Major, d´Enmig y de Baix, o Fondo en este caso, más una cuarta llamada carrer del Forn. A ellas hay que añadir las perimetrales de este a oeste: carrer de la Senyoria, bordeando interiormente el lienzo septentrional, carrer de la Carnisseria o de la Escuela –hoy de Santa Bárbara- y entre ambas el carrer del Garroferet y el de Jesús.

Estructura que se conserva en la actualidad, salvo dos edificios derribados, el de las Torres y el desafortunado vacío de la Plaza de la Iglesia, que rompe la estructura histórica del recinto, y que necesita de una reinterpretación que permita cerrar espacialmente la plaza dejando en cualquier caso paso inferior al actual mirador.

domingo, 31 de octubre de 2021

El Bar Museo Las Vegas en Altea- Paisajes perdidos, por Miguel del Rey

El Bar la Vegas. Un paisaje perdido*

* Publicado en el libro "Paseando por las Alteas", Valencia 2016. M. del Rey

El bar Las Vegas fue, junto al bar Terraza, uno de los primeros establecimientos que se abren en Altea a finales de los años 50, rayando los 60, con una nueva manera de entender la hostelería. Un bar de tapas, un bar de vermut, un bar de copas, pero con cócteles particulares y entendiendo que una nueva clientela está presente en la economía alteana: los turistas.

Un grupo de amigos en el bar Las Vegas. Foto gentileza de L. Fuster

Sus clientes marcan un carácter que Pepe Hortelano supo potenciar perfectamente para su negocio: Las Vegas, por su nombre es un referente en sí de modernidad; con ello pretendía atraer a la bohemia artística que por aquellos años vio en Altea un lugar propio, adecuado a su manera de vivir, un lugar que ofrecía algo particularmente interesante: un paisaje y unas formas, unido a una manera de entender la vida, lo cual fascinó a una élite de pintores y artistas nacionales y junto a ellos, a sus colegas centro y noreuropeos, personajes muy diversos y tan carismáticos como Rita Hayworth o Ernest Hemingway.

        Mural de Benjamín Palencia pintado en las paredes del bar Las Vegas

Don José María Planelles, ese inolvidable alcalde moderno de aquella Altea postfranquista, nos cuenta en su precioso libro “Benjamín Palencia y Nosotros”, Alicante 1963, como se gestó este “Bar Museo Las Vegas” y de que manera se aproximó a estos personajes, con su “cen quiu veri moch”, y “cómo a cambio de un buen resopón a base de huevos fritos y buen vino tinto, un grupo de pintores empezó a pintar unos frescos en sus paredes. Allí el sueco Bengt Ellis, con el torso desnudo, pintaba personajes del mar, Sum Miller insistía en sus burros, Mike Trompe pintaba mujeres enlutadas...“.

Benjamin Palencia y José María Planelles en el bar Las Vegas

Una preciosa referencia a este paradigmático bar fue la loa del entrañable don José María a la “nikolasca”(1), la bebida insignia de Las Vegas. la construye a partir de una conversación que presenció entre Pepe Hortelano y Benjamín Palencia, dos buenos amigos:

         - Bueno, vamos a ver qué es eso (dice el pintor).

Pepe corta sendas rodajas de limón, les pone un terrón de azúcar encima, y las espolvorea con café molido. Al lado una copa de coñac, y le contesta:

       - Nos comemos el limón con el azúcar y el café, y nos bebemos los coñacs. ¡Nikolasca! Delicioso...”


viernes, 15 de octubre de 2021

El paisaje dels Quatre Cantons en Altea, entre 1890-1970. Por Miguel del Rey

 EL PAISAJE PERDIDO DE UNA SINGULAR ENCRUCIJADA*

* Publicado en el libro “Paseando por las alteas”, M del Rey, 2016

Quatre Cantons- Foto de Hnos Galiana  Casa Soler, postal n 20. Finales de la década de 1950. Colección MdR

Els Quatre Cantons fue el centro del pueblo cuando éste decididamente trasladó, hacia los finales del siglo XIX, su centro neurálgico a la parte baja,  abandonando casi a su suerte la antigua Vila, la fortaleza que fue el origen de esta nueva Altea. La plaza del Convento, plaza de la República en otros tiempos, albergó el poder político y el judicial; incluso la propia iglesia del convento tomó cierto protagonismo como templo de una burguesía asentada en la costera de Moncau y la actual calle Conde de Altea, junto a las clases populares que seguían asentadas en la parte sur, en el arrabal del Mar y la calle Canalejas de la época. En sus inmediaciones se ubicaron el mercado y los mejores comercios, como la Casa Soler -el Marinero, con su policromía y sus formas tradicionales- la elegante casa de Andrés el Puso, con su amplia tienda de ultramarnos, junto a los casinos principales del pueblo, el de Peparra, donde desde finales del S. XIX se reunían las fuerzas liberales, el de Jaumet y el Casino de Canasta

Vista de la calle del Mar y els Quatre Cantons en el primer tercio del s. XX. Publicada en “Colección 1896-1955". L. Fuster y otros.

La plaza y la Costera de Moncau, con sus distintos nombres a lo largo del tiempo, fueron la puerta de acceso a la parte alta del pueblo, por donde pasaban las recuas de “matxos i burres” para subir los carros con alga a los corrales y los campos, calle donde ya dijimos, se asentó la burguesía a finales del siglo XIX e inicios del XX con algunos edificios de cierto interés, hoy desaparecidos; tan solo restan, el pequeño grupo que envuelve a la iglesia del San Francisco. Desaparecieron las casas del Sabater, de Asensio, la Casa Aynat, que fue ocupada por la boca de la nueva Avenida. Casas que creaban un sólido frontis urbano, compacto y con un lenguaje unitario de cierto interés, frente a las cuales se levantaba el airoso edificio de la familia Calvo, con su elegante escalera, su huerto posterior y la bien equipada tienda de ultramarínos de El Puso

            Calle Alférez Beneyto y casas de la Placeta, con el Convento y la casa de Diego el Sabater. Colección L.F.

La placeta conservó su sabor hasta mediados de los años 1980, cuando tras el derribo del convento, la piqueta acabó de manera inclemente con el paño de casas que con él se alineaban, dejando un vacío que aún hoy sufrimos. Con ello desaparecieron los bares característicos de mediados del siglo XX, como ya hemos indicado; desaparecieron el famoso bar Lledó, el Internacional en su primera ubicación, el Moderno, más tarde llamado Capri. Todos fueron poco a poco desapareciendo tras su momento álgido en los años 60 y 70 del 1900.

Esquina de la Placeta del Convent con Conde de Altea. Ediciones de Casa Soler, sobre la década de 1960. Colección MdR

La calle del Mar, llamada de Canalejas, o más tarde del Generalísimo, fue una de las principales calles que confluían en la placeta. De ella podemos señalar el trazado rectilíneo, potente, que alargó el pueblo hacia la Estación, donde se construyeron algunas casas que conservan el sabor tradicional del antiguo caserío; son reflejo de aquellas casas de ajustadas dimensiones que se construyeron ajustadas entre la playa y la carretera nacional desde los últimos años del siglo XIX, y que tomaron empuje tras la construcción de la Estación en 1914. Su interés, está tanto en sus formas y elementos de arquitectura, como en la escala urbana que crean y conservan, lamentablemente rota por la presencia de arquitecturas en exceso especulativas que destruyen el perfil del antiguo arrabal de San Pedro. De su arquitectura podemos distinguir su gusto popular con atractivas balconadas, rejería, aleros, composiciones de fachada y en algunos casos el acabado pintoresco de sus fachadas al mar.

 

  Calle Alférez Beneyto, hoy Moncau,, en lateral derecha fachada parcial de la antigua casa Aynat. más abajo las casas de Carmen Asensia, las Galanas, etc. Foto Hnos. Galiana. Gentileza de V. Sellés.

Mención especial hay que hacer de las imágenes que se conservan de esta calle los años primeros y centrales del siglo XX, fotos realizadas desde el sur y desde el norte. Se puede distinguir la fotografía de los Hnos. Galiana para la Casa Soler, con la vista en primer plano de un taxi de la época, el antiguo Ford del Pelut, en el que este autor tantos viajes realizó en su niñez entre Altea y una masía de Altea la Vella. Entre los bancos y banquetas del automóvil, cabíamos una familia amplia, y esperábamos los domingos a las 10,30 en la masía para ir a misa de once al Convento. La luz y la vida que refleja la foto la convierten en una de las instantáneas más logradas de la fotografía alteana de todos los tiempos, capaz de hacer revivir un lugar y un ambiente. Hay que señalar el interés de las arquitecturas perdidas en torno a la Placeta y la calle Alférez Beneyto, hoy Montcau, cuyos edificios definían un interesante entorno urbano.

 

 


sábado, 2 de octubre de 2021

El Portal Nou de la Murada d'Altea. Per Miguel del Rey

PORTAL NOU. Carrer Fondo. Parte alta del centro histórico de Altea  1743- Restauración, Miguel del Rey, Arq. 2013

*Publicado en el libro “Paseando por las alteas” Valencia 2016- M del Rey


El Portal Nou Restaurado. Parte interior de la muralla. 2013. Foto MdR

(Cast) El Portal Nou se abrió sobre el lienzo de la muralla de Levante de la fortaleza de Altea en el año 1743 para facilitar el acceso desde el populoso arrabal del Mar, una zona densamente poblada de pescadores y marineros que a través de empinadas cuestas accedían a la villa fortificada. Se abrió unos pocos años después del levantamiento del plano de Francisco Ricaud (1740), pues en él no consta. Se trataba de una puerta de trazas clasicistas, con un arco de amplias dovelas sobre un lienzo revestido de piedra de las canteras de Les Rotes o Bellaguarda, dispuesto en piezas de buena dimensión y junta horizontal; piezas de las que quedan restos, como podemos ver en la imagen última de este capítulo. La anchura del lienzo sobre el que se construyó la puerta no sobrepasaba en exceso al propio arco, como podemos ver por los restos existentes sobre el muro. La sección de la muralla se abocinaba y se acababa en sillería, cubriendo el vano con bóveda, sobresaliendo de este sistema las jambas de la puerta en la parte externa de la muralla. El vano posterior que daba paso a la calle Honda, tras pasar el edificio superior, se resolvía con un arco carpanel. Una pequeña dilatación del viario permitía el giro de carruajes

Tras el derribo del castillo y del baluarte de la Casa del Comú, a mediados del siglo XIX, ya obsoleta la muralla, se abrieron huecos sobre ella desde las casas, expoliando sillares y fábricas de los baluartes y de la propia puerta, arrasando su arquitectura y borrando prácticamente las huellas de esta elegante puerta.  En su lugar se construyó un arco abovedado sin pretensiones y de mala factura, permitiendo la apertura de vanos de la planta superior sobre las propias dovelas de puerta, como podemos ver en la imagen de 1894 que acompaña al texto. La puerta tuvo hasta 2013 una mala vejez con muros y acabados de poca calidad que ocultaban los restos de la sillería que allí se encontraban. Se había perdido completamente la memoria gráfica de este portal y de su arquitectura, no encontrándose documento alguno que lo describiera, quedando tan solo restos de las trazas, de las fábricas y de la materia que la construían. Una dudosa reconstrucción del edificio que ocupa este espacio de la muralla no ayudó en absoluto a una puesta en valor, todo lo contrario, destruyó parte de los muros de sillería e invadió con una ventana y un voladizo -hoy eliminado- parte del espacio de la arquitectura original de la puerta.

Vista del Portal Nou sobre 1960 en estado de absoluto abandono, foto de Lisard Arlandis. Vistas de Altea, serie 3ª. ed Aitana. Colección MdR

A partir de los restos, de las huellas, de los sillares encontrados, se ha conseguido conocer como era y restaurar gran parte del portal, conduciéndolo a su forma original y recuperando casi completamente los muros interiores del portal que enmarcan el espesor de la muralla, además de los quicios de esta puerta de la muralla, recuperando incluso en la sillería el espacio faltante donde se alojaría la antigua pieza de ensamblaje del quicio con la puerta; en su lugar se ha colocado una madera atendiendo a las dimensiones originales del gozne de la puerta. La reintegración parcial del arco dieciochesco se ha dispuesto con la construcción de tres dovelas de piedra arenisca similar a las originales, de iguales dimensiones, que marcan el arranque del arco y llegan hasta el trasdós del arco original. A partir de ellas el arco se construye con la dimensión adecuada pero con unas nuevas dovelas más pequeñas que las originales que permiten pasar el arco bajo el vano de la ventana existente. Estas piedras son distintas, de caliza gris pardo proveniente de una antigua cantera de la sierra de Bèrnia. Todo ello nos permite una imagen clara de cómo fue en origen, de cuáles fueron sus dimensiones y de qué inclinación tenía el talud del cuerpo inferior de la muralla renacentista.

Planos del Proyecto de Restauración, planos del autor. MdR

Respecto al muro posterior que abre fachada a la calle Honda, se han encontrado los sillares que marcaban el ancho del paso del antiguo arco existente; sillares de piedra arenisca unos y caliza otros. Sobre ellos existía, en el momento de la restauración, una fábrica de obra incierta degollada a unos 40 cm por encima del arco al construir la estructura de la casa que se levantó sobre el portal hace unos 10 años, quedando suelto este fragmento de muro que incluía el arco carpanel, el cual se ha reconstruido, manteniendo la forma y la memoria histórica en este espacio.

 

Portal Nou, apertura al carrer Fondo, 2013. Foto MdR

La oba fue realizada entre julio y agosto de 2013 por la empresa de José Ripoll bajo la dirección del arquitecto que suscribe el libro, la atención del arqueólogo Jaume Martínez, a instancias del Ayuntamiento de Altea y ajustándose a mínimos presupuestarios que marcan necesariamente la obra de restauración.

 

El Portal Nou. Vista nocturna. Foto MdR

(Val) LA RESTAURACIÓ DEL PORTAL NOU D'ALTEA. Miguel del Rey Aynat

Al llarg dels mesos de juliol i agost de 2013 es van realitzar per part de l'Ajuntament d'Altea les obres de recuperació i restauració realitzades per l'Empresa de José Ripoll baix la direcció de l'arquitecte Miguel del Rey, amb la supervisió arqueològica de D. Jaume Martínez.

Vista del frontis del arco del portal con tres sillares repuestos similares a la huella de los existentes, más los restos de las fábricas de sillería existentes. El resto del arco es de nueva traza conservando las dimensiones pero distinguiéndose de los sillares de origen. El arco posterior es un carpanel similar al original de 1743. Foto MdR

Les obres es van centrar en la recuperació de les restes originals de la porta oberta a 1743 sobre la muralla de Llevant per facilitar la connexió de la Vila amb el populós raval de Sant Pere o de Peixcadors. Es va observar l'existència de carreus sota la porta que ha estat configurant el portal des de mitjans del segle XIX, possiblement des de la desaparició de la muralla i la desaparició de la major part del cadirat que construïa la porta, restes de la qual es poden veure en alguns edificis propers al lloc o als murs dels aterrassaments de la glorieta propera. De la mateixa manera es va observar en la part esquerra de la porta l'empremta dels carreus i de les dovelles desapareguts, definint un fragment de l'extradós de l'arc original de la porta del segle XVIII, la qual cosa ens va donar un suport excepcional per poder conèixer les dimensions i la forma d'aquestes peces que construïen una porta neoclàssica.

Amb aquestes dades es va abordar la restauració del Portal, l'eliminació de la  configuració que ocultava les restes originals i es va eliminar algun element que envaïa l'escena de la porta, el qual encara no permet la completa percepció de l'arc, es tracta de la balconada superior, obert a mitjan segle XIX com a finestra enrasada a façana i que després d'una desafortunada intervenció sobre aquest edifici va construir un voladís que no permetia restauració alguna.

Les fàbriques originals van patir  molt en aquests cent cinquanta anys, a més de l'espoli del cadirat, es van enfrontar a la construcció d'un nou arc que resolgués la capacitat portant de l'arc desaparegut, per la qual cosa es va construir un arc de profunditat capaç de suportar el ample del mur de la muralla en pedra calcària de Les Quintanes conformat per diverses rosques d'estretes dovelles,  biax el qual van quedar ocults els carreus originals que conformaven els murs inters originals del Portal i que ara hem recuperat. L'estructura de formigó de la casa que sobre ell hi es va construir de nou sense atendre a les restes de carreus existents.

Sobre la intervenció cal assenyalar que es va reconstruir de l'arc posterior que obri al Carrer Fondo, per a això s'han realitzar unes cates on en què es van trobar els carreus que marcaven l'ample del pas de l'antic arc; carreus de pedra sorrenca uns i de calcària altres, havent-se deixat al seu lloc aquests carreus per marcar la dimensió original de l'obertura. Donada la mala factura de l'arc i la seua inestabilitat estructural, i no és un element protegit en si, es va determinar la demolició, havent-se construït una rèplica exacta del mateix de manera que es va garantir l'estabilitat de l'obra, en ser un pas molt transitat, mantenint la forma i la memòria històrica en aquest espai.

A l'entorn de l'arc del Portal Nou es va eliminar la volada en formigó del balcó superior que a més d'afectar a la percepció del Portal, impossibilitava la construcció de l'arc amb les dimensions de les dovelles originals, ni de cap mesura. Després d'aquesta operació es van picar i sanejar els murs immediats a l'arc, deixant vistes les petjades dels carreus originals, així com la presència dels nous pilars de formigó de la nova estructura de la casa superior.

La reintegració volumètrica parcial de l'arc del segle divuit s'ha disposat amb la construcció de tres dovelles de marès similar a les originals, d'iguals dimensions, que marquen l'arrencada de l'arc i acaben sobre el trasdós de l'arc original. A partir d'elles l'arc es construeix amb l'amplada adequada però amb unes noves dovelles que permeten passar  baix la finestra existent. Aquestes pedres són diferents, són calcària de color gris bru provinent d'una antiga pedrera de la serra de Bèrnia.

Els murs sobre els quals s‘alça l'arc mantenen el tarús original, igual que el mateix arc,  el de la muralla renaixentista. Aquests s'han construït amb maçoneria calcària a partir de les pedres sobrants de l'antic arc; lluin-se amb un morter bastard de calç, limitant la intervenció per un enfonsat de 15 mm que emmarca l'àmbit d'intervenció. A l'interior de l'arc s'ha disposat a la part superior una volta reglada que configura la part superior del portal.

S'ha practicat una neteja de paraments de pedra; neteja manual amb raspall i esponja, sanejat de carreus, picat de morters i la seua substitució per morters bastards de calç i ciment amb sorres de riu que li donen color. Tot això mitjançant raspall suau o, si s'escau la projecció en sec, amb equip de raig de silicat d'alumini granulat (sense sílice lliure ia baixa pressió (0.2 - 1.5 bar) i amb un angle de 45º o inferior, per a posterior reintegració volumètrica amb morters petris específics de restauració tipus PARROT o similar, d'alta resistència i similar acabat a la pedra existent en l'actualitat, per a més tard sanejar i rejuntar les seues juntes amb morter de calç lleugerament acolorit amb pigments o terres naturals, i tonificant les pedres que es han reposat en els espais que falten.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Parque y edificios rurales en Villa Gadea. Altea, Por Miguel del Rey

 PARQUE Y EDIFICIOS RURALES EN VILLA GADEA*   1888-1980

Eclecticismo. Autor: José J. Camaña y Laymón, Arq.

Fotos del torreón. Colección Luis Fuster ( L.F.)

Varias son las arquitecturas que se han perdido en lo que fue la finca de Gadea aquella que se levantó por los años de 1888 sobre una antigua explotación agraria. Han desaparecido las propias arquitecturas rurales, las anteriores a esta época y las que se construyeron en este momento para completar lo que nunca dejó de ser una finca agraria, en la que Don Vicente Gadea Orozco construyó su espléndida Villa. Es de reseñar la desaparición del parque que rodeaba la villa, un parque con jardines, zonas boscosas y elementos de particular interés como el lago y su torreta. De todo aquello solo quedan imágenes de buenos fotógrafos comerciales que en los años 30 del siglo XX fotografiaron Altea y vendieron sus producciones en aquellas colecciones que se encontraban en Casa Soler, como la imagen firmada por Oriol, para la Casa Soler, denominada “La Olla, vista panorámica”. A ello se unen las imágenes de algunas colecciones privadas, la del alteano Don Luis Fuster y la de los valencianos Don Jesús Huguet y Don Andrés Martínez, que gentilmente nos ha proporcionado sus fotografías, junto a ellos, hay que valorar el tratamiento del amigo Vicent Sevila, que nos ofrece coloreada de manera muy realista una de las fotos de la colección de Jesús Huguet.

 

Detalle de la fotografía “La Olla, Vista Panorámica”. Foto de la serie Altea-4 de Orion para la Casa Soler, sobre 1931. Colección MdR

La casa rural se puede ver sobre el pequeño promontorio al norte de la villa y frente al mar es una casa de dos crujías y dos plantas, cubierta a dos aguas, dispuesta en perpendicular al mar, con un patio posterior cerrado por tres lados y abierto hacia la playa. Su disposición y sus fábricas indican que la casa es previa a esta intervención de Don Vicente Gadea en la década de 1880. Tras la casa rural encontramos una pieza de particular interés, algo desligada del conjunto arquitectónico principal: es la almazara, una arquitectura prismática cubierta a cuatro aguas con teja plana marsellesa o alicantina, una pieza que recuerdo, tras una visita de hace muchos años a sus ruinas. Me sorprendió el vástago central, de madera cilíndrica, el “arbre” esbelto y solidario en este caso a la muela, una pieza capaz de girar con las grandes piedras, acabada superiormente con un refuerzo de hierro y un machihembrado que permitía, a la vez que el giro, soportar la carga de toda la cubierta, estabilizada la estructura por medio de cuatro vigas que atracaban en cada una de las cuatro esquinas de los muros. Una arquitectura que utilizaba la tecnología propia de la molinería clásica. A esta pieza tan sólo le faltaba la firma de Don José J. Camaña y Laymón, el arquitecto de la villa.

 

Foto de autor desconocido, de la colección Jesús Huguet coloreada por Vicent Sevila. Gentileza de Vicent Sevila

Otra de las arquitecturas ausentes es el lago situado ya en el extremo noroeste de la finca, junto a la carretera y separado de ella por la potente línea de cipreses que bordeaba la propiedad. La gran alberca que almacenaba el agua de la hoy perdida Fonteta de Gadea. Un lago artificioso de formas caprichosas y curvilíneas, poco “natural” en su materialización, de cajón profundo y muros de fábrica de gran sección, con solados perimetrales que lo alejaban de un pintoresquismo al que deseaba vincularse con su torreón casticista, a la manera de zigurat, que permitía subir hasta un miramar desde el cual se divisaba el parque, la villa y al fondo el mar. Una intervención a medio camino entre la folie barroca y el pintoresquismo ya imperante en las intervenciones paisajísticas del momento.

 

Vista del lago con el torreón al fondo. Colección Luis Fuster (L.F.)

La pérdida de este conjunto vinculado necesariamente a la villa ha sido uno de los peores atentados al patrimonio alteano y valenciano en general, devastado por una “urbanización” que sin aportar nada, no supo sacar valor a lo existente.

 * Publicado en el libro “Paseando por las alteas” Miguel del Rey, Val 2016.









sábado, 28 de agosto de 2021

El paisaje de posguerra en Altea - 1939-1960, por Miguel del Rey

Traumas y esperanzas de una sociedad confusa. Por Muguel del Rey.*                                        *Publicado en el libro "Paseando por las alteas" Val 2016 M. del Rey

Entrada de las tropas italianas en Altea tras la guerra. Colección L.F.

El paisaje social de la posguerra en Altea se prolonga hasta entrados los años 60. En parte ha sido un momento complejo, en muchos casos rechazado en el imaginario colectivo, con afectos y desafectos. 


Escenas y hechos que marcaron un largo y en ocasiones inacabable episodio jalonado de hitos más o menos ajenos, que se repetían cada 20 de Noviembre con las chaquetas blancas y fajines bicolores rojo y negro, propios de aquella dictadura blanda en que se convirtió el franquismo a partir de los años 55-60, los años en los que este autor tiene recuerdos conscientes de una realidad que en nuestro pueblo no fue todo lo dura que se manifestó en otras tierras de la península e islas españolas. 


Escultura conmemorativa de los 25 Años de Paz, autor: Víctor de los Ríos. Plaza del Convent en 1964. Revista Altea

La literatura nos ha recordado las escenas, las imágenes e incluso los sonidos de aquella etapa, que si bien quizás no se le puede aplicar en Altea la condición fascista en todo su sentido, si participó de su iconografía y liturgia. Libros como La Placeta del Convent de nuestro amigo y prologuista Joaquín Rico nos han recordado o contado en todo su dramatismo, libros que nos hablan de aquellos camiones que en la noche pasaban por la carretera y que tan bien plasma el libro “… ese ruido nocturno, oscuro, expectante, desconocido... aterrador”.

  

Portada del periódico ABC del 24- II-1972. Fragmento

Las imágenes de la época son verdaderamente curiosas y muestran una situación casi indescriptible como la que podemos ver en las mujeres con ropajes negros y pañuelos en la cabeza, junto a niños asistiendo con algarabía a la entrada de las tropas italianas en Altea, o más tarde los niños y adolescentes vistiendo, o sin vestir, el uniforme de la OJE para acceder a las vetustas dependencias municipales donde reunirse y, entre juego y juego propio de su edad, recibir en ocasiones clases de “Formación del Espíritu Nacional”. Todo ello se enmarca en el sueño de un pasado que se fue y al que no se le espera.

Culto a las banderas del Régimen en la inauguración del nuevo edificio del Ayuntamiento de Altea- Foto Revista Altea

Altea es una sociedad que vive en primera persona los efectos de la II Guerra Mundial, donde aviones ingleses bombardean submarinos alemanes en nuestras aguas, sobre las que más tarde aparecen los cuerpos de unos marinos, algunos de los cuales se entierran en nuestro cementerio en un funeral seguido por multitud de personas, como nos muestran las imágenes del momento. Una sociedad que se acerca a las playas de Cap Blanc para ver  el fuselaje de algún avión alemán con su terrorifíca esvástica en el timón de cola

Nota del XX Aniversario de la muerte de José Antonio. Revista Altea, años 70




Avión alemán en las playas alteanas. Colección Luis Fuster (L.F.)

Mientras quiere recuperar sus creencias, sus ritos, e intenta cicatrizar las heridas de una guerra donde aún hay juicios sumarísimos sobre los cuales algunas autoridades municipales intentan tratos de favor hacia personas significadas en la Guerra Civil. Es una época de autarquía, también de represión, que se transforma y recicla tras el drama sufrido y que poco a poco se acostumbra a la nueva realidad, primero a los bombones “bacci” que traen los italianos acuartelados en algunas casas alteanas, y por qué no decirlo, recibe pequeñas alegrías, como aquella lotería que en el año 1952 reparte ilusiones en el pueblo y celebran un heterogéneo grupo de ciudadanos frente a la Cruz de los Caídos, en el que estaba impertérrito aquel grito de ¡Presentes!; cruz que nos acompañó tantos años junto a las escaleras de  la balconada que presidía la Plaza del Convento.

 

El Gordo de 1952 en Altea!!!. Colección Luis Fuster. (L.F.)

A partir de los años 60 esta sociedad abraza el desarrollismo, más tarde la modernidad, asume que las formas estaban cambiando, la transformación social previa al cambio político... el turismo ayudó mucho a ello, aligeró moralidades, formas y ropajes. El desarrollo económico ayudó a desvestir al santo. Pero sorprende, al ojear los tomos de la Revista Altea, como siguen presentes en determinadas fechas -casi increíble hoy día- la sombra alargada y fina del franquismo. Una de las obras más importantes de este periodo fue la apertura de la avenida Jaume I, el ensanche urbano y la construcción del nuevo ayuntamiento, obra del arquitecto Sr. Sorolla Pons, un excelente edifico dentro del racionalismo crítico español; una línea del pensamiento arquitectónico al que se adscribieron brillantes arquitectos próximos al postfranquismo dentro de esa línea italo-española del controvertido binomio entre fascismo y modernidad que tuvo su reflejo en nuestro país. Una historia de ese lado oscuro, como tantas de esta época de nuestra historia, centradas en el maniqueísmo de la contienda civil.











miércoles, 25 de agosto de 2021

Fondeadero de l'Olla en Altea, por Miguel del Rey

 Un fondeadero desde tiempo inmemorial *

 * Publicado en el libro "Paseando por las alteas", M del Rey, Valencia 2016



Barcas de cabotaje fondeadas.  La “Romualda Ballester” y la “Luisa”. Publicada en “Altea, La Mar y sus Gentes”, Altea 1995.

El fondeadero de l’Olla ha sido el lugar natural de intercambio marítimo de Altea desde tiempos inmemoriales, su geografía, la ubicación de la isla, la protección de los temporales de levante de manera natural, hicieron de este lugar el verdadero puerto de Altea previo a la existencia de la fortaleza de Altea con su arrabal de Sant Pere y al uso masivo de las playas del Bol y de la Roda como fondeaderos desde el siglo XVII-XVIII. En época romana y posiblemente en épocas anteriores, también en época islámica, debió ser el lugar preferido para el fondeadero de las naves de las culturas que nos colonizaron, como lo demuestran los restos arqueológicos encontrados en el lugar. El asentamiento ibérico/romano de Cap Negret, o los restos de comercio marítimo que se suelen encontrar en los fondos marinos de las inmediaciones de la illeta, como es el caso del ánfora que se presenta en una imagen en la página siguiente, una pieza romana del siglo II. 

Isleta y Fondeadero de la Olla. Foto Oriol de la serie Altea n9, para la Casa Soler, sobre 1920. Colección MdR.

Dos publicaciones ilustran este lugar de manera particular: “Altea, La Mar y sus Gentes”, Altea 1995, de Luis Fuster y Pedro J. Orozco y Memòries de l’Olla i Cap Negret, Altea 2003, de la Associació de Veïns de l’Olla i Cap Negret, a las que poco hay que añadir.

Ánfora romana del S. II. Altea. Colección particular. Foto MdR

domingo, 8 de agosto de 2021

La Casa Feliu en Calp, por Miguel del Rey

                La Casa de Feliu en Calp*

              En Calp encontramos los restos de una antigua masía que nos aproxima a lo que fue una gran explotación agraria de finales del siglo XVIII e inicios del XIX especializada en la explotación de la uva pasa (1). Una masía que incluía una gran extensión de terreno dedicada al cultivo de la vid y su transformación en uva pasa y posiblemente en vino, con la particularidad que en ella se solapan las dos maneras tradicionales de producir la pasa: la pasa de sol y la de escaldado. Su situación actual es de ruina, a pesar de lo cual nos permite adentrarnos en su mundo y conocer sus arquitecturas con la ayuda de imágenes que nos pueden acercar a la masía en su momento de esplendor.

Perspectiva caballera de una reconstrucción del conjunto. Publicada en Riuralogia nº 6.

              Dada la importancia de los restos que existente, esta masía es una de las instalaciones más complejas que podemos encontrar de lo que fue una granja especializada en pasa de moscatel con sistemas de sol y escaldado con apoyo de riurau.

              En origen se trata de una importante explotación de cultivo de vid, especializada en producción de pasa de sol, utilizando para ello el amplio y complejo sistema de camas que aún podemos ver. Más tarde se construye el riurau y la producción se transforma con el escaldado, al parecer manual, pues no se encuentra estufa en el complejo sistema de construcciones de la masía.

              Tras la guerra con el Francés, en 1818, se amplían las instalaciones de la masía y se construyen una alberca, junto al pozo y la noria que la abastecen, tal como queda patente en la fecha indicada en la propia obra, por lo que entendemos que estas mejoras, incluido el riurau, son bastante tempranas, quizás propias del momento de transformación de los sistemas de producción de la uva pasa, en los inicios del siglo XIX.

              La masía en incluye una serie de cuerpos canónicos adosados entre si, en algunos casos de amplias dimensiones, producto de sucesivas ampliaciones y de los cambios y transformaciones que sufre la masía en el siglo XIX, cuando aumenta no solo su producción agraria y se adecua a las nuevas tecnologías. A su vez, en determinado momento adquiere la condición de casa de recreo para sus propietarios, quienes amplían ciertos cuerpos, variando incluso la orientación y el acceso a la casa principal, separándola progresivamente del mundo agrario, de la masía original

              Consta el conjunto de varios elementos: casa, naia, horno, corral, patio, riurau, sequer, sistemas de camas de sol, alberca, noria, etc. Elementos que responden a sistemas canónicos con morfologías estandarizadas, adecuados en su caso a un terreno en ligero desnivel. Se desarrolla, por tanto, en dos niveles; en el plano superior, una explanada amplia, hoy boscosa, encontramos un espléndido conjunto de camas de sol y también el riurau, posiblemente en su día rodeado de una amplia zona de secado de las uvas. En el plano inferior se encuentra la casa, corrales y patios, con acceso a la cambra de almacenamiento desde el nivel de la terraza superior. Una naia se adosa como espacio doméstico filtrante frente de la fachada de levante de acceso a la casa, ya entendida esta como casa de recreo y separada del resto de las construcciones de uso económico.

              La vivienda consta de dos volúmenes, el primigenio es una casa de dos crujías con acceso sur. A ella se adosa lateralmente un nuevo cuerpo, frente al cual se incluye la citada naia, separando de esta manera la vivienda de propietarios de los espacios abiertos al sur, más propios del mundo agrario.

                                              Vista del antiguo riurau. Foto de J. Luis Luri

              El riurau, construido a un agua, se resolvía con vanos adintelados de vigas de madera apoyadas sobre esbeltos pilares; una propuesta sencilla en lo constructivo, sin alardes o acabados de valor singular. Su muro posterior, alto, esbelto, mantiene una gran puerta de paso a los sistemas de camas de sol, a la vez que incluye respiraderos verticales próximos entre sí para facilitar la corriente de aire y por tanto el secado de las camas de uva. Frente a él se extendía un sequer.

              El corral, adosado a la casa, constaba de  un cobertizo, similar a los comentados cuando hablamos de estos edificios, el llamado cobert, un cuerpo porticado similar en su structura a los porticados de los riuraus, que se complementaba con un patio abierto y acotado con tapias, denominado el ras. La alberca, de grandes dimensiones, se separa ligeramente de la masía.

              Las camas de sol, quizás el elemento más importante del conjunto, lo forman 18 camas dispuestas en dos sistemas distintos, dispuestos perpendicularmente entre sí. Están compuestas por planos inclinados de aproximadamente 11 m. de longitud y anchura variable, según se disponga la inclinación a la larga (norte -sur), o bien inclinen el plano lateralmente en la dimensión más estrecha (dispuestos longitudinalmente de este a oeste).

            Andén entre las camas de sol en profundidad con frontis para ser cubiertas con “sarandas” textiles en caso de necesidad. Foto MdR.

En Feliu existen un cincuenta por cien de camas en ambas direcciones, tal como hemos indicado. Las que mantienen la inclinación norte-sur disponen en la parte alta -al norte- de un testero a la manera de piñón a dos aguas construido en mampostería revocada con morteros de cal, cuya función sería facilitar cubrirlas con una lona sobre una estructura ligera, a la manera de saranda.

              Las camas se elevan del terreno entre 80 y 40 cm, aproximadamente, y se separan entre sí entre 94 y 120 cm., con pasillos solados con guijarro hincado al suelo, que facilita el rápido drenaje del agua de lluvia.  Las anchuras de las camas varían entre los 220 y los 320 cm, para así disponer sobre ellas los cañizos en uno u otro sentido.

                (*) Texto de la publicación inédita en el libro "Lonjas, Porches y Riuraus". Miguel del Rey

                (1) Parte de este texto, firmado por M. del Rey, fue publicado en la revista Riraulogia nº 6, dedicada a los riuraus de Calp y Altea

domingo, 18 de julio de 2021

Roy Campbell y Altea, por Miguel del Rey

 


Roy Campbell y su mujer  Mary Margaret Garman

Dentro de la bohemia alteana previa a la Guerra Civil, aquella primera bohemia que trajo a Altea a personajes de gran renombre en la cultura musical (los Sagi-Vela), la pintura (Benjamin Palencia, Genaro Palau, etc), hay que nombrar a literatos como Roy Campbell (*1901, Durban, Sudáfrica-†1957, Setúbal) que se asentó en la Altea al inicio de 1935, habitando modestamente -de manera particular- en pleno campo alteano, buscando como él decía, las esencias lejos de cualquier convencionalismo. Fue poeta, escritor satírico, traductor e hispanista, considerado por T. S. Eliot, Dylan Thomas y Edith Sitwell, como uno de los mejores poetas del periodo de entreguerras. Su búsqueda anímica le llevó a una vida azarosa entre el sur de Francia, Altea y Toledo, allá por los primeros años 30 y hasta 1936.

La Casa Calces en la Foia d'Icard, en los años 1960. muy próxima a la imagen de la casa en la que vivió Roy Campbell

En 1921 contrajo matrimonio con Mary Margaret Garman, con quien tuvo dos hijas, Tess y Anna Campbell. Fue aficionado al alcohol, además de a la cultura y lengua españolas, traduciendo a Federico García Lorca, San Juan de la Cruz, etcétera. Publicó su primera colección de poemas, The Flaming Terrapin en 1924 cuando tenía solo veintidós años de edad y tras ello se aproximó al Círculo de Bloomsbury.

Al principio de la década de los 30, tras una crisis mística, Campbell rompió de forma brutal con el grupo Bloomsbury, tras publicar su sátira The Georgiad, calificándolos de intelectuales sin intelecto. Abandonó el marxismo militante y abrazó el catolicismo, razón por la cual fue el centro de los ataques de sus amistades en los de Bloomsbury y sobre todo de la propia Virginia Wolf. Abandonó Inglaterra y marcho a la Provenza y luego a España, estableciéndose en Altea, viviendo en la casa Calces de la Foia d’Icard con su mujer y sus hijas, donde en 1935 abrazó el catolicismo.

La rectitud y santidad de vida de los campesinos de la Provenza y de España, donde el catolicismo se integraba como parte de la vida cotidiana, le impactaron profundamente. Tuvo influencia en otros escritores conversos de la poética inglesa, como por ejemplo en Tolkien, quien admiraba enormemente a Campbell, llegando al extremo de dedicarle un personaje de su obra Aragorn, en “El Señor de los Anillos”.

La casa y el porche 

Su particular vivencia del conflicto español, el fusilamiento en Gandía de su amigo, el párroco que lo bautizó en Altea, y sobre todo el suceso ocurrido con los Carmelitas de Toledo en 1936, asesinados todos ellos tras la quema del convento en Toledo, tras confiarle los manuscritos de San Juan de la Cruz -que el llevó a Portugal y más tarde a Inglaterra, desde donde los devolvió  tras la Guerra Civil- gracias a lo cual se salvaron del fuego, le llevaron a denunciar públicamente desde Inglaterra el terror comunista en España. Inmortalizó con un poema, «The Carmelites of Toledo», la tragedia de la que había sido testigo presencial. Más tarde denunció la inmoralidad a la Alemania nazi y lucho contra Hitler con el ejército inglés.

Su fuerte personalidad, junto a su disposición contraria a los críticos de su época -mayoritariamente izquierdistas- o su enfrentamiento con la todopoderosa Virginia Woof, pueden haber mermado inmerecidamente la valoración de su legado poético y literario, recientemente reivindicado en el mundo sajón, como uno de los mejores escritores de entreguerras.

Finalizada la guerra, y tras algunos años, se estableció en Portugal, a principio de la década de los 50, traduciendo del español, francés y portugués con brillantez.

La Casa Calces en la Foia d'Icard en la actualidad

Fuentes:  “Salvó los manuscritos de San Juan de la Cruz” El Mundo 12-02-1012 – Información oral facilitada por el amigo Juan Rodríguez, la tradición oral alteana, junto a mi experiencia personal.

martes, 6 de julio de 2021

El Molí de Benimussa en Altea / por Miguel del Rey



El Paisaje

El molino de Benimussa se sitúa sobre una terraza fluvial en la margen derecha del río Algar. Se accede a él, tanto desde el camino que transcurre por la orilla derecha del río, como bajando desde el camino del Mandem.

Plano general del molíno, con la balsa, la sala de muelas, el socaz con la salida del agua y la balsa de decantación, junto a la casa de molinero y los antiguos almacenes. Dibujo de Miguel del Rey

Forma parte del sistema hidráulico del Reg Major y se sitúa en una zona de gran valor patrimonial donde destacan elementos propios de la cultura del agua, pues no sólo existe en la zona este molino; próximo a él encontramos el molino dels Moros, el motor de Picó, la galería de Benimussa, los cauces de los Riegos Mayor y Nuevo, también encontramos en la zona sus acequias en uso, e incluso alguno de los antiguos trestelladors, sistemas de cierre o apertura de agua al molino desde la acequia, etc., piezas originales que aún podemos ver en alguna de las acequias y que están allí desde tiempo inmemorial. La actual construcción incluye gran parte del sistema original de almacenamiento, descarga, sala de molienda, decantadores de agua y del socaz de salida del agua para reintegrarse en el sistema de riego, junto a la vivienda del molinero y los almacenes de apoyo a la actividad, hoy reconvertido todo ello en una casa de recreo.

La arquitectura del molino.


  la sala de muelas en la actualidad

Desde la acequia madre del Reg Major, sale una hijuela que bordea el molino, permite la entrada del agua en la balsa. Tras ser utilizada el agua como fuerza motriz moviendo las paletas y las muelas del molino, desagua por el socaz a la propia acequia madre. 

La balsa, de no excesiva capacidad y de gruesos muros de gravedad, es de forma irregular con un potente sistema de caída de agua - el cup- para dar presión a las paletas en los cárcavos y con ello mover las muelas que se encontraban en la sala de molienda. Esta se encuentra en estos momentos incorporada a la vivienda que se desarrolla en las antiguas instalaciones del molino y se cubre con una bóveda ligera de ladrillo a panderete. 

El Cup y las salidas del agua tras la sala de rotación de las muelas y la  balsa de decantación antes de volver el agua a la acequia principal

Bajo ella, oculta en la actualidad, está la galería de paso del agua que discurre perpendicular a la sala y desagua en unas balsas de decantación, una de las cuales se usa como piscina doméstica de la vivienda. Tras ella nace la acequia de desagüe. En su momento el molino incluyó dos muelas de molienda, almacenes y una casa del molinero, hoy ampliada como vivienda que se extiende por todas las instalaciones, conservando en buenas condiciones los espacios internos y externos del antiguo molino. El molino estuvo en servicio hasta los años 1950 del siglo XX.

*Publicado en el libro “Paseando por las alteas” M. del Rey, Valencia 2016