martes, 14 de julio de 2020

“Els treballs i els dies” fotos de Hilga Miller en la Altea de 1960

"Els treballs i els dies" Text d'Hesíode i fotografies de treballs agraris de Hilga Miller a la Altea de 1960, text i imatges seleccionats per Miguel de Rey per al monogràfic Riuralogia nº 6, dedicat a Altea i Calp

"En sortir les Plèiades, filles d’Atlas, comença la collita, i el cultiu quan elles es ocultin. S’oculten durant quaranta dies i quaranta nits; i quan l’any va corregut, apareixen de nou en el moment en què es esmola el ferro. Tal és l’ús campestre entre els que cultiven les terres fèrtils de les profundes valls, lluny del mar ressonant. Has d’estar nu quan sembris, nu quan llaures, nu en la collita, si vols Ilevar a terme els treballs de Demeter en el moment propici, si vols que cada cosa cresca en la seua estació ..."








"Los trabajos y los días" Texto de Hesíodo y fotografías de los trabajos de trabajos agrarios de Hilga Miller en la Altea de 1960, texto y fotos seleccionados por Miguel del Rey para el  monográfico Riuralogia nº 6, dedicado a Altea y Calp

"Al salir las Pléyades, hijas de Atlas, comienza la cosecha, y el cultivo cuando ellas se oculten. Se ocultan durante cuarenta días y cuarenta noches; y cuando el año corrido, aparecen de nuevo en el momento en que se afila el hierro. Tal es el uso campestre entre los que cultivan las tierras fértiles de los profundos valles, lejos del mar resonante. Tienes que estar desnudo cuando siembres, desnudo cuando aras, desnudo en la cosecha, si quieres llevar a cabo los trabajos de Demeter en el momento propicio, si quieres que cada cosa crezca en su estación ..."




martes, 7 de julio de 2020

Los corrales, una estructura exenta o vinculada a la granja agraria, por Miguel del Rey


Los corrales, una estructura exenta o vinculada a la granja agraria, por Miguel del Rey*

Extracto del capítulo dedicado a los corrales en el tomo I de la colección "Temas de Arquitectura Rural Valenciana", en redacción.
                                      Corral en la Vall de Guadalest. Foto de Juan Galiana

              Los corrales son estructuras sencillas formadas por dos cuerpos articulados con mayor o menor complejidad: un patio (ras) y unos cobertizos (cobert). Cobertizos que pueden ocupar uno o varios de los lados del patio. En ocasiones los encontramos aislados en el campo, también formando parte del conjunto de la granja campesina, junto a los aljibes, cisternas, abrevaderos, lavaderos, pilas de almacenamiento de agua para uso domésticos, etc.

              El corral se puede definir en sí mismo como un cuerpo canónico dentro del repertorio de construcciones agrarias que forman parte del este mundo campesino y ganadero valenciano; tipo que encontramos de manera estable ya en los siglo XVI y XVII, bien como edificio exento o como estructura adosada a la granja agraria, generalmente de secano, aunque hemos de decir que también está presente en muchos casos a la alquería. Corrales que desde el siglo XVI y hasta los inicios del siglo XVIII, tienen un importante auge en las tierras valencianas, estando presentes a lo largo de todo su territorio, con especial intensidad en las comarcas interiores.

              En la actualidad son edificios obsoletos, arquitecturas abandonadas en muchos casos, podríamos decir que son quizás las más ignoradas entre las muchas construcciones obsoletas que encontramos en un mundo, el rural, que ha soportado una revolución en los últimos cien años. Neveras, casetas de pastor, cucos, cabañas, corrales, barracas, la cultura en general de la piedra en seco, han sido relegadas a un estadio solo próximo a la memoria.

              Los corrales no solo eran arquitecturas o espacios acotados adecuados a la explotación ganadera, también de apoyo a la agricultura para la formación de estiercol para enriquecer las tierras. En muchas ocasiones los encontramos vinculados a las ventas y posadas, a los puntos de guarda, intercambio y refresco de caballerías y ganado. Aislados en las serranías o dispuestos a lo largo de los más importantes itinerarios de caminos, cuya función, además de la de atender al ganado, era la de ofrecer relevos de caballerías; proporcionar mulos y caballos de refresco para completar las recuas, apoyar los correos o atender a los propios viajeros que recorrían el territorio en tiempos pasados.

             Una de los lugares donde más se han analizado las granjas ganaderas de los siglos XVII y XVIII y por supuesto los corrales que incluían, es precisamente Benissa. Allí se han estudiado las llamadas Cases de Tros (BANYULS, A. Y PASTOR, J., CANELOBRE, Nº 49, 2004), que nos han dado a conocer los orígenes de una arquitectura que transformó la estructura agraria del territorio y con ella nos acercan a la importancia de los corrales y la ganadería en los siglos XVII y XVIII.

Las Cases de Tros surgen en el siglo XVII como respuesta a una primera colonización del territorio tras la debacle poblacional que significó la expulsión de moriscos, una vez repobladas las tierras por nuevos pobladores, en muchos casos mallorquines, aunque también aragoneses y catalanes, que asentados en los núcleos agrupados, poco a poco retoman el pulso económico con la ganadería como base, construyendo casas con corrales en lugares distantes de los seguros núcleos agrupados, en un territorio hostil, plagado de peligros y azotado por la piratería berberisca.

             Sobre la ganadería Banyuls y Pastor indican: “… aquesta activitat emergent, sobretot entre el segles XVI y XVII, va afavorir la construcció de corrals, estructures elementals  destinades als tancaments i protecció dels ramats, en aquests indrets de terres ermes, situades prop de la muntanya i la zona vessant litoral al terme de Benissaun fort desenvolupament per damunt de l’activitat agrària… d’escasa població fins el segle XVIII.”

Antigua Casa de Tros en Calp. La Calalga. Vista frontal con un riurau decimonónico en fachada y planta de la casa y el corral. Foto y dibujo M. del Rey

         Hay que tener en consideración que a lo largo del siglo XVII, tras consolidarse una cierta estabilización social que permite la colonización de amplias zonas del territorio al aumentar poco a poco la población en la Marina, se observa un importante incremento de la ganadería como sistema de explotación del mundo rural. Los corrales en el campo, las masías ganaderas, empiezan a colonizar el territorio y se estabiliza un esquema arquitectónico, que toma forma y reproduce esquemas muy similares a los que conocimos en casa patio, quizás por ser usado previamente para estos fines, y ofrecer la ventaja de su fácil implantación en el territorio como cuerpo exento, a la vez que su adecuación como cuerpo adosado al resto de los cuerpos que componen la masía.

             En estas épocas de finales del '600, aumentan los corrales aislados en La Marina, y las masías incluyen corrales adosados o yuxtapuestos a sus casas; masías que en origen tienen como principal recurso la ganadería. Cuestión que más tarde traerá graves conflictos cuando la agricultura quiera a su vez colonizar un territorio en origen ganadero (NOGUERA, J. “EL PLA DE LLIBER”, INEDITO) produciendo tensiones entre ambos mundos, el ganadero en retroceso en el siglo XVIII y el potente impulso de roturación de tierras de construcción de aterrazamientos y retroceso del bosque. Temas estos de enfrentamientos que se están en estudio en el término de Xalò por investigadores como D. Jaume Noguera (XALÓ 2010, PAG 11 -21).

             La fisiocrácia y la racionalización de la producción, impulsan un cultivo agrario cada vez más rentable y necesario, dado el fuerte impulso demográfico del 700 y la rentabilidad de la producción agraria, en una sociedad donde el comercio empieza a despuntar y la agricultura es capaz de cultivar con esmero la tierra.



                                 Pequeño corral exento en la Vall de Guadalest. Foto M del Rey

              En arquitectura, la articulación del corral con la casa siempre mantuvo unas relaciones de adicción, pero con el tiempo aparecen otras relaciones sintácticas con el resto de los cuerpos de la granja agraria; otros tipos de relación más compleja, como la yuxtaposición entre casa y corral. Un ejemplo lo tenemos en  la Casa de la Calalga en Calp, donde el corral se inserta dentro del volumen de la casa incluyendo en su ámbito la segunda de las crujías, que pasa a ser uno de los cuerpos del propio cobert del corral. Adecuando el ras como el patio posterior de la masía. Yuxtaposiciones similares a las veremos más adelante en los riuraus en la misma zona, ya en tiempos más modernos.
  
            El corral será un cuerpo que acompañará a la granja agraria con diversas articulaciones con ella; pero a la vez lo veremos como una arquitectura aislada en las montañas, en los valles de la costa y del interior valencianos, con dimensiones y composición distinta según los casos.   
  
            Son, como decíamos, piezas canónicas del repertorio rural, versátiles y fáciles de articular o de usar como elementos autónomos. Necesarias para configurar cualquier masía o alquería de mayor o menor importancia. La ganadería, con el tiempo, pasa a ser un complemento más de la explotación rural, disminuyendo el protagonismo que tuvo en los primeros tiempos de la colonización del s. XVII, eclipsada por el renacer de la agricultura y la puesta en servicio de grandes extensiones de tierra de labor a lo largo de todo el siglo XVIII y XIX. 
        
          Respecto a los materiales que lo construyen, la mampostería es la base y el principal material de sus muros y tapias; cobertizos, cercas, aljibes, capillas de pozos, utilizan los muros de piedra del lugar, bien sea de cantera, bolos de río o piedra de despedrar abancalamientos, utilizando argamasas de arcilla y cal de manera generalizada. Las cubiertas se construyen a un agua vertiente hacia el interior del patio, del ras. Los cuerpos de construcción circundantes son de una crujía adosada a los muros de cierre, en ocasiones formando ángulo.

domingo, 5 de julio de 2020

El paisaje valenciano perdido: La Galera y los acantilados del Mascarat en Altea, por M.del Rey


LA GALERA Y LA BARRA                         
La Galera y los acantilados del Mascarat y la Solcida. (Cast. y Val.). Publicado en el libro "Paseando por las alteas", en sus ediciones en castellano y valenciano.



Vista de la Barra i Toix, cap a 1960. Col·lecció Luis Fuster.


(cast) Una de las mayores pérdidas de paisaje valenciano ha sido la del entorno de la Galera y el Mascarat en el extremo de la sierra de Bèrnia, en término de Altea; una zona cuya urbanización podríamos calificar como depredadora, sin control en determinado momento, que ha nos ha privado  de uno de los mejores paisajes, no sólo alteanos, sino del propio Mediterráneo. El desastre paisajístico y el descontrol es tan grande que se entiende necesaria una política de reparación de daños y retorno a lo público de aquello que está siendo aún enajenado.

      Parcial del Plànol Batimètric de la badia d’Altea, 1931, Col·lecció Privada. Altea. Foto MdR.

Dos son las acciones combinadas que han llevado a esta situación calamitosa: por un lado, el aprovechamiento y la privatización abusiva de lo público, en particular de los caminos, veredas y ante todo de la costa y sus servidumbres, pero también el desprecio por el paisaje en la ocupación y diseño de los artefactos construidos que no se merecen el nombre de arquitecturas; tanto, que hasta sus propios usuarios deben soportar, en muchos casos, vistas y paisajes de una calidad ínfima.

No es cuestión de  buscar culpables; la sociedad alteana en un determinado momento fue hasta el extremo permisiva, quizás por razones de cultura o de supervivencia; pero no por ello debemos continuar con el expolio, y habría que recuperar aquello que nunca debió dejar de ser público y que por ley lo sigue siendo, en particular el acceso a playas y a la costa en general, procurando nuestros gobernantes, en esta nueva etapa del quinto centenario que ahora inauguramos, reivindicar lo propio, los intereses del pueblo de Altea.

De lo existente, queda como residuo de calidad excepcional la Barra Gran, un lugar de casi imposible acceso por tierra en la actualidad debido a los arbitrarios cierres de parcelas, muchas de ellas en zonas marítimo-terrestres. Hay que reseñar, por su belleza, los acantilados y playas del entorno del barranco del Mascarat y la Barra de Toix, ya en término de Calp. Un lugar idílico, uno de los mas bellos paisajes de acantilados que podemos encontrar en el mediterráneo, que sólo desde el mar son accesibles.
                                     Vista actual de la Barra des de la mar. Foto MdR.


La Barreta y los acantilados de la Galera, en parte cementados, son prácticamente irrecuperables y la playa pública allí existente está condicionada en exceso por el tráfico de la bocana del puerto principal existente. Una visita a la zona es el mejor antídoto para no seguir con ese tipo de desastre paisajístico. Allí se han borrado todos los vestigios de la cultura local y los restos arqueológicos existentes, como es el caso del camino Real, la antigua Vía Dianium, hoy irrecuperable en su  trazado.


           Vista des de les Covetes de Bernat, Foto Oriol. Casa Soler sobre 1920. Col·lecció MdR


 (val) Una de les majors pèrdues de paisatge valencià ha sigut la de l’entorn de La Galera i El Mascarat a l'extrem de la sera de Bèrnia en terme d'Altea, una zona on la urbanització la podríem qualificar com a depredadora, sense control en determinat moment, que ens ha privat d’un dels millors paisatges, no només alteà, sinó del mateix Mediterrani. El desastre paisatgístic i el descontrol és tan gran que s’entén necessària una política de reparació de danys i retorn al públic d’allò que està sent encara alienat.

Dues són les accions combinades que han portat a aquesta situació calamitosa: per una banda, l’aprofitament i la privatització abusiva de allò públic, en particular dels camins, sendes i sobretot de la costa i les seues servituds, però també el menyspreu pel paisatge en l’ocupació i disseny dels artefactes construïts que no es mereixen el nom d’arquitectures; tant, que fins i tot als seus usuaris deuen suportar, en molts casos, vistes i paisatges d’una qualitat ínfima.

No es qüestió de buscar culpables; la societat alteana en un determinat moment va ser fins a l’extrem permissiva, potser per raons de cultura o de supervivència; però no per això devem continuar amb l’espoli, i hauria que recuperar allò que mai deuria deixar de ser públic i que per llei ho segueix sent, en particular l’accés a platges i a la costa en general, procurant els nostres governants, siguin del color que siguin, en aquesta nova etapa del quart centenari que ara inaugurem, reivindicar el propi, els interessos del poble d’Altea.

Parcial  “Panoràmica   de  la  Costa”.  Fotos  Galiana  cap al 1950. Col·lecció MdR

De l’existent, queda com a residu de qualitat excepcional la Barra Gran, un lloc de quasi impossible accés per terra en l’actualitat degut als arbitraris tancaments de parcel·les, moltes d’elles en zones marítimo-terrestres. Cal ressenyar, per la seua bellesa, els penya-segats i platges de l’entorn del Barranc del Mascarat i la Barra de Toix, ja en terme de Calp. Un lloc idíl·lic, un dels més bells paisatges de penya-segats que podem trobar en el mediterrani, que només des de la mar son accessibles.

La Barreta i els penya-segats de La Galera, en part cimentats, són pràcticament irrecuperables i la platja pública allí existent està condicionada en excés pel trànsit de la bocana del port principal existent. Una visita a la zona es el millor antídot per a no seguir amb aquest tipus de desastre paisatgístic. Allí s’han esborrat tots els vestigis de la cultura local i les restes arqueològiques existents, com és el cas del camí Real, l’antiga Via Dianium, hui irrecuperable en el seu  traçat per aquest lloc.









jueves, 2 de julio de 2020

Altea una ciudad renacentista de nueva planta, por M del Rey



Altea es una ciudad de nueva planta, una nueva ciudad creada en los inicios del siglo XVII, la única que encontramos en el Mediterráneo español, que además conserva conserva el trazado fundacional del 1617, tanto en su estructura viaria, como algunos fragmentos de lienzos de sus murallas, en concreto los situados al Norte y Sur, junto a algún otro elemento.

  Perspectiva de la Altea amurallada del siglo XVII, a partir del plano de F. Ricaud. Autor M del Rey

Podemos distinguir el Portal Vell, la antigua entrada de Valencia, una de las dos puertas originales de acceso. La antigua Puerta de Polop desapareció, estaba situada frente a la Calle San José, junto al Castillo. Una tercera puerta, la del Mar o el Portal Nou, se abrió en 1743, dada la importancia de las viviendas extramuros en el barrio de Pescadores.  El paisaje interior conserva el viario, el parcelario y algunos edificios originales, así como una muy buena arquitectura de los siglos XVIII, XIX y XX.  Constituye el núcleo turístico por excelencia de Altea. Coexistiendo este uso con el residencial.

          Alzado del lienzo norte de la muralla de Altea en su estado actual. Documentación a partir de          la Nube de puntos escaneada con dron. Se pueden observar los fragmentos del paso de guardia.
                                               Dibujo de Miguel del Rey

Al arquitecto Gaspar Gregorio de Valencia, Cristóbal Antonelli y el carmelita Fray Mariano se les encargó por el Mestre Racional, a finales del siglo XVI, que a su paso por Altea en sus viajes a las obras de construcción del Pantano de Tibi, buscaran a instancia de la Corona, la ubicación más idónea a una nueva ciudad. Si bien no hay constancia fehaciente de que la ciudad construida fuera la proyectada por los anteriormente citados arquitectos e ingenieros militares, sí se puede afirmar que a ellos se debe la ubicación de la “Nueva Altea” y posiblemente sus trazas. No se puede negar la influencia en ellas de Cristóbal Antonelli, ni de los conocimientos en arquitectura militar del virrey Vespasiano Gonzaga. Cristóbal trabajaba para la Corona y por esas fechas andaba construyendo la Torre de la Galera. Su tío, Juan Bautista, había construido el Fuerte de Bèrnia y reconstruido el Castillo de Cap Negret a mediados del S. XVI. Ambos, como se ve, vinculados a Altea.  

Sección de una de las casas originales del siglo XVII, con el paso de guardia en el frontis de fachada  

La Fortaleza de Altea, su recinto amurallado, sus baluartes y su castillo, de la cual nos ofrece las trazas el plano del ingeniero militar F. Ricaud en 1740. fueron la ciudad de nueva planta más importante de su época en el antiguo reino de Valencia y una mole imponente en su tiempo frente a la piratería. Una implantación estratégica que condujo a un éxito demográfico y económico tal, que su población se multiplicó de manera extraordinaria hasta convertirla en una de las villas más pobladas del reino en el S. XVIII.