martes, 28 de abril de 2020

La Posada de San Miguel en Altea, por Miguel del Rey


Arquitecturas ausentes: la Posada San Miguel    S. XIX Calle Conde de Altea



La posada de San Miguel en 1982, foto Miguel del Rey

San Miguel sigue humillando eternamente a Lucifer, su antiguo compañero celestial, en el panel de azulejos de la antigua posada de San Miguel, pero quizás en él ha variado el ademán; la antigua arrogancia del arcángel desapareció debido a la poca eficacia del ser celestial en la defensa de aquella preciosa y nunca demasiado llorada Posada, que bajo su advocación estuvo casi doscientos años recibiendo viajeros y comerciantes que viajaban con sus recuas de mulas junto a la playa del Bol, frente a los muros del huerto del Convento. Fue la decana de las posadas de Altea. Nacida con visión de futuro a inicios del siglo XIX, adelantándose a su tiempo y situándose en el lugar lógico donde debía pasar el nuevo camino Real, dado que por entonces aún circundaba Bellaguarda y al pueblo se entraba por la Plaza de La Cruz, pues el camino de acceso llegaba desde el molino de la Torre. Pero la existencia del convento, la importancia creciente del arrabal de San Pedro, hacían de este lugar el idóneo para un establecimiento de esta naturaleza.
           Interior del vestíbulo y deambulatorio de acceso a las habitaciones de la posada. Foto Gentileza de Jaime Selles

La posada era un edificio de varios cuerpos de construcción con un portalón que abría sobre lo que más tarde fue la carretera Valencia-Alicante, la carretera N-332, la actual calle Conde de Altea. Las plantas y macetas del vestíbulo proporcionaban un ambiente particular que se mezclaba a la penumbra del gran espacio central donde sus pulidas losas hablaban de viajeros, de negocios, de festejos, del paso del tiempo durante siglos. El vestíbulo nos introducía lateralmente en la sala del antiguo comedor, mientras que de frente encontrábamos un espacio amplio, de doble altura, con un ligero deambulatorio perimetral volado en planta alta, construido en madera, que daba acceso a las estancias y dormitorios allí existentes. Las mesas invadían los espacios de planta baja y sus estancias se caldeaban por chimeneas y hogares. Una gran cocina, transversal a las crujías principales, albergaba el mundo de los fogones y el servicio. Hacia el mar, lindando con la playa, los corrales y patios desaparecidos en época moderna.
 Panel de San Miguel, ya restaurado y en la nueva localización. Foto M del Rey

Nos queda San Miguel, si bien cuestionado en su eficacia, conservando su impostura celestial. También nos quedan algunas de las tapas que allí se degustaban en el actual establecimiento que lleva su nombre y que se ubica en una parte del solar de la antigua posada, en ellas podemos recordar el sabor de aquellos manjares, de aquellas comidas que acompañaron a la sociedad altenana tantos años.

domingo, 26 de abril de 2020

La Casa de las Torres en Altea, por Miguel del Rey


La Casa de las Torres * S./inicios del XIX    C/ Santa Bárbara. Altea. Fotos M del Rey


La Casa de las Torres fue una de las casas de la potente familia Martínez, una arquitectura ligada a la imagen de Altea, que le proporcionó un cierto regusto romántico con sus dos esbeltas torres que en muchos casos se han querido vincular a la antigua muralla; nada más alejado, pues si bien la casa responde a una arquitectura construida sobre las antiguas bóvedas renacentistas, su origen quizás sea el de una sustitución de una o más de las casas fundacionales, mientras que estos cuerpos de las torres y el huerto anexo, su ubican extramuros y pertenecen a una lógica distinta, posiblemente levantadas en torno a los años centrales del siglo XIX o quizás anteriores, construidas ambas torres con una idea, quizás no alejada de cierta intención romántica, que incidió fuertemente en el paisaje.

La arquitectura de la casa respondía a cánones típicamente alteanos, tanto en la manera de componer como de construir sus distintos cuerpos. Era una casa de tres crujías paralelas a fachada con eje centrado en planta. Su fachada, austera y elegante, guardaba el carácter de aquellas arquitecturas másicas de huecos profundos y abocinados con austera rejería de forja. El alero con un saledizo de varias hiladas de ladrillo se soportaba con tornapuntas de hierro forjado. Todo ello nos habla de una arquitectura, la de la casa, posiblemente dieciochesca. La fachada posterior, quizás transformada tras la incorporación de las torres -si es que no fueron coetáneas al propio edificio- se levantaba sobre la línea de la muralla, por lo que las torres se elevaron tras ella, acompañando a la terraza y los huertos que, escalonados, bajaban por el escarpado perfil que limitaba el borde suroeste de la antigua fortaleza. Intervención quizás posterior al derribo de la muralla, bien sustituyendo o adecuando la fachada posterior que era la propia muralla.  Es una hipótesis, pero los huecos abocinados de la calla Santa Bárbara no se corresponden en el tiempo con la construcción de las torres, que se extralimitan a la muralla, sin saber si había sido derribada o eliminada oficialmente, lo cual sucedió en el S. XIX. Las torres eran de planta cuadrangular, prismáticas, de cuatro alturas, cuyos pequeños huecos proporcionaban una cierta solidez a las fábricas, acabadas en una pequeñas cúpulas semiesféricas que se elevaban tras una pequeña impostación de remate. Las imágenes de sus fachadas, el perfil de sus torres y el croquis de sus plantas y alzados, nos permiten conservar el valor de una arquitectura robada al imaginario alteano.

                                                          Planos gentileza de d. Rafael Bellod
Don Miguel Martínez  i Martínez , Altea 1801, casado con Doña Francisca Bertomeu, fue, según Ramón. Llorens (Altea, 1983), el padre de los abogados Francisco y Juan Bautista. Profesor el Derecho y Notario del Colegio de Valencia, murió en Altea, en su Casa de las Torres en 1885.


* Publicado en "Paseando por las alteas" M. del Rey. Valencia 2026 (Librería Mascarat, Altea)






)

viernes, 17 de abril de 2020

Monforte o el concepto de jardín. por María Teresa Santamaría

Monforte o el concepto de jardín. por María Teresa Santamaría
* Publicado en Levante 07.02.2010

El jardín de Monforte es el único ejemplo de jardinería histórica que hay en Valencia. Así lo dice el decreto de 30 de Mayo de 1.941 por el que se declara al jardín de Monforte Jardín Artístico Nacional. Artístico, porque se considera una obra de arte. Nacional, porque su importancia trasciende los límites locales, y por ser, como también dice el decreto, uno de los mas bellos y originales de España. Así , que en 1.941 ya se habían dado cuenta de todo esto, y lo incluyeron en una categoría elevada que, si bien es un halago y un reconocimiento para una ciudad, obliga a quienes lo tienen bajo su tutela, a velar para que la conserve las cualidades que le han hecho merecedor de tal distinción.

Winthuyssen (dibujante, pintor y jardinero por vocación y por observación atenta de los jardines) fue encargado entonces de su restauración, y lo primero que hizo fue reflexionar sobre el jardín y escribir sus pensamientos. Así, sabemos que se propuso ser muy cuidadoso y tomarse su tiempo para captar la esencia del jardín, ya que era muy consciente de que el jardín tenía un algo que corría el riesgo de perderse en el curso de la restauración. Sabía que tenía que ser muy respetuoso para que, en sus propias palabras, el jardín no se le escapara de las manos. Lo dibujó, lo observó, lo contempló. A continuación pensó en cuáles eran las cualidades que mejor definían este jardín y que él debía respetar, y las resumió en tres: la ordenación perfecta, la proporción admirable entre todas las partes, y el estado poético que presentaba. Solamente cuando estuvo seguro de haber entendido el jardín puso manos a la obra, según dice en sus escritos, sin querer enmendarlo ni competir con él vanamente. El resultado fue perfecto: hay jardines —pocos— que pueden transmitir una emoción profunda , y éste es uno de ellos.

Han pasado casi 70 años desde entonces, y 40 (hoy casi 50) desde que pasó a ser jardín público municipal, ya que en 1.971 el Ayuntamiento, como nuevo propietario del jardín y con la intención de ampliar su superficie, anexionó una franja de terreno que va desde el portón de entrada nuevo hasta el fondo, trasladando el muro de cierre paralelo a la avenida Blasco Ibáñez. Esta actuación —no dudo que bienintencionada— de entonces ya modificó la perfecta ordenación del jardín. Pero además, al tiempo que nos proporcionaba a los ciudadanos un trozo más de espacio ajardinado, nos privaba de la correcta interpretación y disfrute del espacio al obligarnos a entrar por la nueva puerta y negarnos el acceso original a través del palacete. Cuando se entra por el lugar correcto, a través de la casa, se hace una antesala en el vestíbulo y nos sorprende encontrarnos al frente, a través de la sombra del edificio y enmarcado por él, un jardín de recorte formal y tupido que capta poderosamente la atención. 

Cuando miramos a la derecha encontramos el patio —uno de los lugares privilegiados del jardín por sus proporciones que dan sensación de intimidad— precedido también por el tamiz de un porche. Y al fondo del patio, sobre unos pocos escalones, la puerta simbólica que da entrada al bosque.

El empeño de los responsables del jardín de negarnos este acceso es incomprensible. Quien no haya visto el jardín a través de esta entrada no ha podido captar la sensación de estar inmerso en una obra de arte.

Es un lugar propicio para la contemplación, y contemplar significa observar con maravilla. Poder vivir ese mundo es un privilegio que todos podemos aprovechar: escuchar el murmullo del agua, el crujir de las hojas secas, el silencio apropiado para leer, para pensar, aún es posible dentro de sus muros.

La reciprocidad que debería tener el jardín con el entorno ya se acabó. El entorno no responde al interior; entonces, ¿por qué abrirlo y evidenciar ese fracaso? ¿Por qué no mantener la ilusión mientras estamos dentro? La estancia en ese jardín es la antítesis de la velocidad y el movimiento, es el tiempo que se detiene por un momento. Y está situado en un entorno repleto de parques, paseos, zonas verdes, y lugares de esparcimiento abiertos, incluido el río. El jardín se puede ampliar con zonas abiertas sin necesidad de desdibujar su contorno murado, y además, los problemas técnicos aducidos hasta el momento tienen soluciones que no pasan necesariamente por tirar el muro. Ha de quedar claro que derribar el muro es una elección por motivos distintos.

Pero yo me pregunto, y pregunto desde aquí, si quienes han decidido o defienden esta opción de reforma, incluidos políticos, vecinos, profesores, intelectuales e instituciones, muy respetables todos en sus profesiones pero quizás poco acostumbrados a reflexionar sobre jardines históricos, han intentado entender el jardín y lo que significa, se han sentado allí un rato a reflexionar como hizo Winthuyssen, y si de verdad creen que abrirlo mas a la calle mejora las cualidades por las que se valora y se conoce en Valencia y fuera de ella y subraya el concepto de jardín que representa. Si no temen que con esta reforma que plantean se les escape de las manos y quede reducido a la condición de otro espacio verde más, o que por lo menos, haya gran merma de la cualidad poética que aún conserva y que nunca debería perder.

El poeta Rilke, dice que los jardines son lugares en los que se cree. ¿No sería mejor que nos creyéramos de una vez —todos, incluidas nuestras autoridades— que tenemos un jardín excepcional que debemos proteger, potenciar, incluir en todas las guías y recorridos de la ciudad, con personal en la puerta que ofrezca información y explicaciones, y que lo valoremos como se merece? Y decir como Rilke: estos son los jardines en los que creo.

lunes, 13 de abril de 2020

Una ciudadela renacentista en la costa. La Fortaleza de Altea a inicios del s. XVII, por Miguel del Rey


Una nueva ciudadela en la costa, sobre una acrópolis, en los inicios del siglo XVII 
*Fragmento de la ponencia titulada “La condición de lugar, una condición propia de las arquitecturas “a la moderna” en  la obra de los Antonelli”, presentada en el Congreso FORMED 2017 y publicada en Defensive Architecture of the Mediterranean: XV to XVIII Centuries, Vol. V / 2017, pág. 193


Ricaud F. Arch (1740) “Plano de la villa Altea y  sus contornos”. S.G.E., A.G. T3/C4J322.- Detalle de la ciudadela de 1617

En las trazas de la ciudadela de Altea podemos ver la intervención de nueva planta más importante en las costas de mediterráneo español en los momentos de cambio de estrategias militares entre el siglo XVI y XVII; ciudadela a la que se le otorga Carta Puebla en 1617. Fortaleza de trazas perfectamente adecuadas a las condiciones orográficas que ofrece una acrópolis, en parte escarpada, sobre la que se construye, ofreciendo una imagen potente, capaz de ser vista y parecer casi inexpugnable desde el mar.

No disponemos del plano original, pero si del encargo del estudio previo y ubicación de la nueva Altea, al que se une la afirmación de Eugenio de Llaguno (Madrid, 1829), incluyendo a la villa de Altea como una de las obras de Cristóbal Antonelli. Quizás en los archivos del Duque del Infantado pueda encontrarse más luz sobre el tema. Pero es evidente que Cristóbal Antonelli está tras la ubicación y la génesis de Altea ya que en estos años está trabajando en proyectos en el ámbito de la bahía de Altea y otras tierras del señor de Palafox, construyendo las torres de la Galera en Altea y la de Moraira, (Banyuls, A. 1996)

Respecto a mantener Altea la condición señorial, a pesar de las recomendaciones del vicecanciller Frígola y del propio Consejo de Aragón, partidarios de ser tomada por el poder real, hay que señalar que esto no fue atendido por el rey, quizás por el rapidísimo ascenso entre la aristocracia del señor de Ariza: su  marquesado fue concedido por Felipe III, junto al nombramiento de Grande de España, condiciones estas que avalan conservar el carácter señorial de Altea, y la acción positiva de la Señoría apoyando la construcción de la nueva ciudadela.

Con ello puede entenderse que, dado el montante de la intervención, la Señoría intenta buscar soluciones ajustadas económicamente para resolver diseño y construcción; y así, tenemos en la construcción de la ciudadela y sus murallas, una propuesta de bajo coste, aunque con unas trazas de muy buena calidad, siguiendo en cualquier caso  los requerimientos dadas desde el Consejo de Aragón para la Nueva Altea, las cuales se resumen en las propuestas siguientes: 

1.-          Número de pobladores capaces de la autodefensa “... se haga un pueblo de quinientos vezinos ... en una costa inhóspita .. dado el miedo a las ordinarias invasión corsarias...” 
2.-          Valorar condiciones de utilidad militar y económica capaces de dar beneficio a la Corona, a los colonos y defender la costa (... y se aumentará el real patrimonio , miedo los muchos moradores que acudirán y ser la tierra fértil, en más de seis mil ducados cada año, ...)
3.-          Contribuir a la defensa de la costa de manera activa y dentro del sistema general que completan la estrategia (.. que se fortifican las Torres de Altea y Benidorme, con que quedará guardada la costa y todo el Reyno ...)
 4.-         Decantarse por un modelo eficiente, abandonado Bernia, dada su obsolescencia ante la nueva situación geopolítica, que aumenta tras la expulsión morisca 1609 (... quedará guardada la costa y todo el Reyno, y sume Md. Ahorrará los 4 mil ducados y mas que se gastan en el castillo de Bernia, que no es de provecho...)
 5.-         Valoración económica y estratégica de la costa alteana, solicitando la condición real para la nueva población (...tiene puerto y abundancia de aguas, hazen cada día allí los Moros de mar y tierra los malos y Daños que aquí se fía, los quales se remediar Tomando sume Md. para si este termi y Dando recompensa al posseedor, conforme a lo que le lava, que será como 400 escudos, ...)
6.-          Proteger con murallas al nuevo asentamiento. “…Sitios y suelos para las casas y hazerles la muralla de tapia que no costara de seis mil ducados llega, ...”
 (13) .- Del Pardo, 2 Dezembre 1587

Naturaleza de las fábricas y otros elementos de la arquitectura de la ciudadela alteana.-

La economía de medios la encontramos en los materiales de la obra civil: mamposterías combinadas con argamasa de cal y arena con escombros, tal como proponía Juan Bautista. El "terraplenar" y los sillares que proponía el Gonzaga, sólo se usan en los cuerpos singulares (castillo, puertas, edificios singulares, como Senyoria, Casa del Comú, etc.). La argamasa con aglomerantes de baja calidad, combinadas con mampostería careada y en forma de sillares, forman la cara externa de la muralla hasta una determinada altura, como podemos ver en algunos trozos de las fábricas originales.

Encontramos en la sección de las murallas una condición propia de estas estructuras defensivas que han de soportar el ataque de la artillería. Las secciones de la base tienen unas dimensiones importantes, alrededor de las tres varas valencianas, entre 220 y 250 cm de ancho, que se levantan en talud hasta el adarve donde la sección baja a los seis o siete palmos valencianos. Sobre el adarve se elevan, tras el paso de guardia, los muros de los cuerpos superiores de las casas dispuestas de espaldas a la muralla, definiendo así el tipo de muralla en la manera de "casamuro". Esta sección, incluye un cuerpo basamental que define el plano de tierra formado por un sistema de muros con bóvedas de cañón, encofradas en obra de "tapia", cimbras muy pobres, sobre las cuales se construyen las casas. Sistemas de bóveda que estabilizan perfectamente la estructura de la muralla, y permiten absorber los posibles esfuerzos horizontales del fuego de artillería.

Materiales producidos en los hornos cercanos a la villa. La cantera de las Rotes o Bellaguarda, está inmediata a las murallas, y en ella tradicionalmente han existido hornos de cal. El mismo material de yeso se encuentra en el mismo cerro donde se levanta Altea. Quizás la toponimia del "Fornet", el barrio situado extramuros de la villa, pudiera darnos razón de estos hornos cercanos a las canteras de las Rotes, y en las fábricas y muros que se levantaron para construir el pueblo

Otra de las condiciones de esta ciudadela es el ajuste de sus trazas a la orografía de la acrópolis de la colina sobre la que está construida, y la utilización y la utilización de los cortes del terreno y sus encrespadas laderas, que eliminan la posibilidad de ser escaladas por determinados flancos, evitando en estos lados la existencia incluso del adarve, el cual se dispone sólo los muros que nacen a nivel del terreno, en las vertientes norte y de levante.

Observamos que pese a haberse ignorado en la mayor parte de los estudios sobre las fortificaciones del renacimiento español, Altea es una ciudadela que reúne precisamente todos los elementos propios de una intervención propia de la época y quizás de las más atractivas en estas consideraciones de proyectos a la manera moderna en los tiempos de cambio entre los s. XVI y XVII.

La forma de la ciudadela, el trazado de sus calles, los lienzos de muralla, bastiones, etc, han ajustado sus formas y trazas a la geografía física de la colina, definiendo una planta irregular y disponiendo los elementos defensivos en los puntos estratégicos para la defensa,

                                          Detalle del Bastión de la Senyoria de Altea y de la Casa del Común. 
                                     Aproximaciones del autor a partir de las trazas de del plano de de Ricaud
Vista y descrita la forma y naturaleza de esta muralla en "casamuro", podemos ver además de la traza, la sección primigenia y fragmentos del paso de guardia en algunos puntos, así como dos de las puertas de entrada a la villa. Sobre el resto de los elementos podemos indicar:
A.-          El Castillo, ubicado en el lado extremo meridional de la fachada oeste defendía el lugar más accesible del perímetro: una zona plana que prolonga la loma del cerro y donde se sitúa la puerta de Polop. La estrategia de diseño era una reducida "cortina" flanqueada por dos baluartes con fuego cruzado a ambos lados; uno perteneciente al mismo castillo con varias bocas de fuego a diferente altura, mientras que el otro se trata de la misma punta aguda de la muralla, configurada a modo de baluarte, aún hoy existente. El conjunto es pues un sistema clásico muy eficaz y tradicional en los manuales.
B.-          Diametralmente opuesto al castillo existía otro baluarte, la casa de la Señoría, emergente de los lienzos de muralla. Una pieza de gran dimensión y planta ligeramente romboidal, tendiendo al ángulo recto. Un baluarte que albergaba funciones diversas: alojar la casa de la Señoría, defensa sureste de la ciudad, y proteger la aguada del río Algar. El río se batía por el norte desde los cañones de la torre de Cap Negret, y por el sur desde la cubierta del baluarte de la Senyoría.
C.-          Un tercer elemento de menor eficacia militar, aunque bien dispuesto, se trataba de una casamata cubierta a dos aguas. Era la casa del Común, pequeño baluarte prismático emergente de los lienzos de muralla, capaz de defender por aspilleras los lienzos de la muralla.
D.-         Una torre dispuesta en diagonal en la esquina noroeste defendía la puerta de Valencia en el aún existente Portal Vell.

Corolario
Encontramos en la Altea de finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII una actividad constructiva de especial relevancia, producto de las diferentes políticas de defensa de la costa en esta frontera hispánica en el Mediterráneo. Una nueva ciudadela fortificada, en sustitución al fuerte de Bernia, apoyada por un sistema de torres de vigía que completan lo indicado en los memorandos e informes de los diferentes ingenieros reales, realizados a partir de una visión general del territorio.

Tanto en el fuerte de Bèrnia, como en la más tardía Nueva Altea se hacen realidad los preceptos que se han ido gestando en el pensamiento de estos arquitectos militares de la saga de los Antonelli. Juan Bautista entre los años 1562 a 1580 aproximadamente y su sobrino Cristóbal Grarabelli Antonelli, que prosigue su labor a partir de 1580, siguiendo conocimientos y dictados de su tío Juan Bautista y del virrey Vespasiano Gonzaga, que conoció en su juventud.

La ciudadela de Altea es el ejemplo más importante y desconocido de una ciudad de nueva planta renacentista en la costa mediterránea española; una ciudadela que se adecua a las consideraciones "a la moderna", atendiendo además a un concepto nuevo: la condición de lugar, que marca decididamente la forma de la arquitectura y la naturaleza de sus defensas. Ejemplo de los frutos de aquella fecunda colaboración de la saga de los Antonelli y el conocimiento en estas artes de la defensa y la construcción de Vespasiano Gonzaga.

domingo, 12 de abril de 2020

La antigua iglesia de Altea,1617. por Miguel del Rey


LA ANTIGUA IGLESIA DE ALTEA1617. Fortaleza de Altea *
Maestros de Obra: Damià i Pere de la Càmara
* Publicado en el libro"Paseando por las alteas" M del Rey Valencia 2016

                                  Imagen de Altea en el plano “Término de Callosa” 1732. podemos ver la antigua iglesia y su                                                                          campanario,. Observese quiArchivo del Conde de Orgaz.

Por la Carta Puebla de 1617 tenemos noticia de que, junto al resto de las construcciones de la villa fortificada, se levanta un templo, cuya construcción está ya terminada en 1617. También conocemos que la construyeron los hermanos En Pere i Damià de la Cámara y que costó unos cuatrocientos ducados, montante que solicitaron se les pagara por sus servicios; y que hizo efectivo Don Francisco de Palafox en 1621. EL montante se lo cobró de diversas maneras a los nuevos colonos, a quienes traspasó en adelante la responsabilidad de su conservación y mantenimiento. El edificio se componía de una nave cubierta por bóveda, con arcos y contrafuertes que definían capillas laterales interiores articuladas entre ellas por un pequeño corredor. Por sus dimensiones y descripción gráfica en los planos, podemos entender que era ligeramente más estrecha que la actual iglesia, la cual conserva de esta primera la parte basamental del muro norte.

     Inserción por este autor de la planta de la Iglesia y sus capillas y junto al Castillo en el interior de la Fortaleza de Altea 
                                    en el momento de su construcción. Dibujado sobre  la base del plano de F. Ricaud.

Para hacernos una idea de aquella antigua iglesia, podemos compararla con la actual iglesia del convento de San Francisco, pues ambas eran similares en anchura, cubiertas por bóveda de cañón con arcos diafragmáticos de medio punto, sin crucero, ni cúpula. Tenía, aquella primera iglesia, un único campanario situado a la derecha de la fachada -al contrario que el actual- posiblemente sobreelevado con castillete barroco a la manera dieciochesca, como podemos observar en las imágenes del Setecientos que tenemos del pueblo.

De esta iglesia conocemos su ubicación y sus dimensiones; tenemos un croquis de su planta y la titularidad de sus capillas, incluso tenemos imágenes de su aspecto y su volumetría. Ocupaba parte del actual templo, prolongando su fachada hasta los lindes de las actuales escalinatas que llevan hasta el podio de acceso, cerrando espacialmente la calle Mayor; de manera que la iglesia actual retranqueó su fachada hasta hacerla coincidir con el plano de fachada de esta calle. Posiblemente las trazas y acabados eran austeros, dada la tónica general de las construcciones de la fortaleza alteana, donde la mampostería y sus argamasas de yesos y cal eran dominantes, incluyendo en sus muros poca sillería. 

El hecho de que Adrián Vela Gadea, el maestro de obras de la nueva iglesia, mantuviera solo las trazas del muro norte –quizás la más consistente por tener que estabilizar el desnivel a lo largo de esa línea- sin dejar rastro de otros elementos, nos habla de la poca consistencia de los mismos.

                    Reconstrucción por este autor de la planta de la iglesia antigua con sus capillas, entresacada 
                                                   del croquis de Don Jaime Cardona. Almussafes, 1876.  

De entre los documentos que nos dan noticia del antiguo templo hemos de distinguir, por su importancia capital, el plano del ingeniero Francisco Ricaud (1740) donde nos muestra la localización del templo en el contexto de la fortaleza. Plano que se complementa con el croquis del maestro de Instrucción Pública Don Jaime Cardona, un documento de gran valor que completa la planimetría de Ricaud. De ambas fuentes  se han tomado los dibujos y con ellos se ha grafiado la distribución en planta de la iglesia antigua dentro del recinto amurallado en los momentos anteriores a su derribo, cuando ya estaba construida la capilla del Santísimo a mediados del siglo XIX. De la iglesia antigua y de su forma también nos da noticia el plano de 1732 del Archivo de Orgaz en Ávila denominado “Término de Callosa” donde se nos muestra, como hemos visto en varias ocasiones,  la imagen de la antigua iglesia con el campanario remozado a la manera del S XVIII.



sábado, 11 de abril de 2020

El Puerto de Altea, por Miguel del Rey


EL PUERTO DE ALTEA  construido entre 1933-45
Ing. Don Pedro Puigvert. Jefe de Obra Antonio Sevila. Empresa: Cubiertas y Tejados, S.A.

                                             El paisaje previo a la existencia del puerto. años 1920
El puerto de Altea, junto al ferrocarril y las carreteras N-332 y AP-7, han sido las actuaciones más importantes que se han acometido en el territorio alteano a lo largo del 1900. En el caso del puerto de Altea, su construcción se desarrolla en dos fases entre 1934 y 1945, ya que el proyecto original solo conservaba el abrigo con un brazo, el norte, el cual se construyó casi en su totalidad antes de la Guerra Civil. Las obras empezaron el 20 de octubre de 1934 y en abril de 1935 se había construido un brazo de 250 m. que se completó hasta los 560 m. pretendidos hasta su extremo, incluyendo una parte lineal de 310 m., un quiebro de 158º y un cuerpo final de 250 m., en cuyo extremo se construyó una rotonda con unos banquitos para solaz del personal. Desde el inicio, como decía Juan B. Orozco en su artículo de 1935 (Rev ALTEA, Mayo 1935) “se muestran indicios de la necesidad de construir un brazo sur que proteja de las corrientes meridionales...” pues ya se observaban desgastes en las fábricas. El brazo sur se construyó después de la Guerra Civil, completando así el puerto que en la actualidad tenemos, previo a la ampliación de la bocana en los años 1980.
                                                          El puerto sobre 1950
La obra fue realizada por Cubiertas y Tejados S. A. bajo la supervisión del Jefe de Obra D. Antonio Sevila. Su construcción, las vías y troilets para acarrear la piedra que traían desde la cantera de Les Quintanes, las propias plataformas ganadas al mar, fueron uno de los lugares preferidos de la población alteana en su paseos durante los años 1934 a 1945, quedando más tarde como lugar de solaz y sitio de necesaria visita para la merienda de uno de los días de Pascua. Hay que señalar la importancia que tuvieron los trabajos auxiliares, como la construcción de instalaciones para la industria de la pesca: caldera de tinte de redes, fábrica de hielo, casetas de pescadores, etc, lo que transformó el lugar y el paisaje físico y social de esta parte sur de Altea. Su existencia supuso la estabilización de la industria pesquera y el traslado a lugar estable de una actividad hasta entonces dispersa en las distintas playas de Altea y de la Olla, creando un lugar seguro donde resguardar barcas y buques de temporales e inclemencias meteorológicas. Su presupuesto de 1.412.346 pts. de la época, lo convirtieron en una de las mayores inversiones públicas del Gobierno de la República en la zona.
                                                     Señoritas alteanas sobre 1930
Hasta los años 60 fue un tranquilo puerto pesquero y lugar de encuentro de bous, llaúts i llaütets, junto con algunas industrias de astilleros pesqueros o deportivos asentadas en sus inmediaciones y en la playa de la Roda. El devenir de los tiempos y la potente industria turística, como indicó R. Llorens (Altea, 1983, pag. 254) ha ido especializando el puerto de Altea. Hoy el Club Náutico ocupa una parte importantísima de la lámina interna de agua, con amplios pantalanes de servicio, reduciéndose progresivamente a su vez la industria pesquera. Esta industria se ha visto complementada en los últimos años con la construcción de una lonja de subastas y unos pañoles para embarcaciones y marineros. Desde los años 50 se fue poblando la playa interna del puerto con chalets que en los años 60 se complementaron con hoteles como el Solimar y con algún edificio de apartamentos hasta consolidar una primera línea de construcciones mayoritariamente suburbanas y de poca altura. La estructura urbana de Altea llegó en los años 90 hasta el propio puerto, siendo en este momento parte integrante de la misma con la construcción de un paseo marítimo que bordea la playa de la Roda y la calificación urbana de fuerte densidad de las parcelas que dan frente al puerto, sustituyéndose los antiguos chalets y casas unifamiliares por edificios en altura.
                                                     El puerto de Altea sobre 1960
Las condiciones medioambientales han sido la asignatura pendiente de una intervención potente, donde la estabilización de las corrientes marinas en las playas alteanas, junto al reequilibrio tras la construcción, unas décadas más tarde, del pantano de Guadalest, incidieron de manera muy fuerte en la geografía física de la playa, en la estabilización de la línea marítimo terrestre. En estas condiciones, el mar ha avanzado en el norte algún centenar de metros y se ha llevado por delante las playas del Bol y del Clot de Mingot, cuestión que en la actualidad está obligando a fuertes inversiones en los espacios que ocupaban aquellas antiguas playas fagotizadas por el mar en su natural equilibrio de arrastre norte-sur, con sedimentación al norte y arrastre al sur, fenómeno propio de todo el arco mediterráneo español. Los temporales se han cebado en muchas ocasiones con las escolleras norte y este del puerto, incluso pasando sobre estas hasta llegar a los muelles, razón por la cual en los años 90 se abordó una importante obra de consolidación y ampliación de la bocana, protegiéndola de los temporales de levante, utilizando en ese momento para su construcción, por cuestiones de estrategia -tanto  de puesta en obra como medioambiental- grandes prismas de hormigón construidos en el lugar.

Texto publicado en "Paseando por las alteas" M del Rey, Valencia 2016, de venta en Librería Mascarat de Altea. Fotografia: archivo M. del Rey

miércoles, 8 de abril de 2020

Análisis paisajístico y propuesta de ordenación de la Playa de Capblanc en Altea, por Miguel del Rey y VAM 10


 Análisis paisajístico y Ordenación del Frente Marítimo de Altea: Platja de Capblanc

Se presenta públicamente la propuesta presentada en su momento (2009) al Concurso de Consellería por VAM10 Arquitectura y Paisaje y liderada por M. del Rey. Propuesta valorada positivamente en los aspectos técnicos en el concurso, desechada por haber superado otra la baja económica. 

Análisis Paisajístico.-


El área en cuestión consta de dos partes muy diferenciadas:

-             Una área urbana consolidada al norte, coincidente con el frontis de la dársena del puerto, donde existe parte de un paseo marítimo y un embarcadero público que llega hasta las inmediaciones del área de concesión del Club Náutico de Altea, entorno al cual no existe una intervención alguna, solo una valla cierra vistas y acceso dejando una zona aterrada y sin andenes de paseo. Un vial -la carretera CV 765- de tráfico intenso en temporada, limita el trazado de viario residencial con una acera de aproximadamente 1,5 mts. Tras las instalaciones náuticas, el vial de acceso al malecón sur y ya fuera del puerto la desembocadura del Barranc dels Arcs.
  
-             Al sur, un paisaje interesante y una playa en regresión donde el trazado de la CV765 se protege con escollera frente al mar en una bahía de gran profundidad visual, con la Sierra Helada cerrando las vistas al sur-sureste; mientras que el paisaje terrestre lo forman los restos de lo que fue un paisaje agrario, configurado por un llano y una cornisa dominante, elevada sobre la cota +10, frente a la cual y sobre la que existen unas masas vegetales de gran valor paisajístico que dotan al lugar de una singularidad particular, creando junto con los anteriores elementos marítimos, unas condiciones físicas y ambientales que caracterizan este paisaje.


Sobre la zona urbana y el ámbito del frente portuario

El frente portuario ante la zona urbana nos presenta una problemática particular con dos áreas diferenciadas, una primera al norte, al inicio de la zona de estudio, donde existe un fragmento de paseo marítimo de una anchura de 20 mts con una banda donde se encuentran unas pérgolas rotundas, en paralelo al mismo un aparcamiento en batería que linda con el trazado de la  CV765. Paseo arbolado con palmeras  pero quizás falto de sombra. Frente a él y en una cota de -35 cm, una zona de atraques públicos.




Esta sección se interrumpe bruscamente al llegar al ámbito de las instalaciones de la concesión del actual Club Nautico de Altea, donde una banda aterrada que llega desde la calzada a la cerca del Club sirve de aparcamiento ocasional a vehículos. Aquí las condiciones de paso peatonal, de aparcamiento y de seguridad vial son francamente malas, limitándose el paso peatonal protegido a la acera de 1,5 mts que bordea por la parte interior de la calzada

Las conexiones del viario de tráfico con el resto de la estructura viaria municipal son complejas en esta zona, siendo su solución una condición necesaria para el buen uso de la ordenación de este frente marítimo. El último de los edificios construidos en la zona urbana, en el extremo con el cauce del Barranc dels Arcs tapona literalmente la desembocadura tanto del barranco, como del vial de Plan General que conecta con la circunvalación actual del pueblo de Altea.

Dado que esta conexión es esencial para el buen funcionamiento de la estructura viaria del municipio, es importante proponer una alternativa que permita conectar la red viaria y a la vez permitir el tráfico y el acceso al borde marítimo. Existiendo dos alternativas: una llegando directamente con una variación del trazado del vial a la actual CV765 frente al Club Náutico; mientras que otra solución permitiría salir con un puente sobre el barranco hasta la nueva localización de la CV765 trasladada entre las edificaciones existentes entre la primera y la segunda línea actual. Solución posible que permitiría nuevas alternativas y abriría posibilidades de valoración de los recursos paisajísticos tanto terrestres, como marítimos, con espacios bien situados para las necesarias dotaciones que permitan un uso público en plenitud del frente marítimo.

A la vez existe un conflicto en la conexión de la CV765 con las calles que llevan hasta la carretera N332 y la que por debajo de la misma sube hasta la parte alta del pueblo. Dos calles muy transitadas y que necesitan de una solución global para el perfecto uso de la red viaria.



Sobre la Platja de Capblanc.-

Situación actual.-



La playa en este ámbito prácticamente ha desaparecido, quedando solo un resto junto a la desembocadura del Barranco dels Arcs apoyándose en la propia escollera del puerto, reiniciándose la playa ya al sur de Capblanc, cerca del Albir. La escollera adquiere una importancia capital en la actualidad, haciendo que el vial de tráfico rodado en dos direcciones, que pasa junto a las cercas y vallas de los campos y casas existentes no permitan acera en la banda oeste, mientras que en el borde marítimo el arcén de la propia carretera en es paso peatonal del denso tráfico de viandantes en esta zona.

A medida que nos alejados hacia el sur del Término municipal se ensancha el ámbito entre la línea del mar y el trazado de la carretera, empezando a aparecer espacio para un posible andén peatonal, como puede verse en la imágenes.

La calzada de la CV765 presenta un itinerario pintoresco muy atractivo con la visualización de la bahía y un espléndido paisaje marítimo, más unas vistas hacia el interior muy interesantes entre los grandes intersticios que encontramos entre las espaciadas construcciones existentes.

Las arquitecturas situadas entorno de la carretera son viviendas unifamiliares en algunos casos, dos edificios de vivienda colectiva en uso situados hacia el sur del ámbito del trabajo, más unos cuantos edificios rurales abandonados, y otros pabellones también abandonados en el antiguo camping San Antonio. Las viviendas en uso tienen acceso desde la carretera directamente, ubicándose algunas de ellas al mismo lado de la calzada, justo donde coincide la línea de deslinde del Dominio Público de la Línea Marítimo Terrestre; mientras que otras se sitúan bastante alejadas, lo suficiente como para trazar entre esta primera línea de edificación y la siguiente un nuevo trazado de la carretera, si fuera oportuno.


El paisaje se potencia con el interés de la escena marítima, con la bahía y el perfil de la Sierra Helada, más la cornisa emergente de Capblanc y las masas arbóreas que encontramos frente a ella.  Un paisaje de calidad excepcional que debiera potenciarse, ya que se trata de un recurso poco protegido en la planificación existente, en la cual no está referenciado este elemento caracterizador del paisaje, como es la cornisa y la masa forestal existente frente y sobre ella.





Unas posibles defensas de la playa en regresión.-

De entre las alternativas posibles se considera que tras los estudios oportunos la propuesta quizás debiera pasar por una rompeolas a ras del nivel mar que proteja de la erosión y permita la estabilización de una zona de playa apta para el baño en la zona ahora más castigada; una zona muy próxima al casco urbano y  donde tras la necesaria dotación de aparcamiento y accesos peatonales adecuados, se puede convertir en un área  muy preciada para el uso público.



Esta alternativa  nos proporciona una valoración máxima de los recursos naturales, permitiendo el uso público  y conservando la gran profundidad de paisaje marítimo hoy existente con la mínima contaminación visual posible, estabilizando, si es posible, la erosión marina en esta parte castigada por la ampliación de la dársena exterior del puerto.

Estudio urbanístico.-

La estructura urbanística que nos presenta la zona incluye, como hemos dicho, una zona urbana consolidada y otra zona calificada en el Plan general como urbanizable en núcleos, pero no programada, de la cual solo se ha construido el vial que conecta con la parte posterior de la estructura urbana del Albir.

La zona portuaria tiene una ordenación poco ajustada y ya muy consolidada, en la cual hay que distinguir la existencia de algún vial de Plan General no desarrollado completamente, en particular el que cierra el circuito de circunvalación de Altea, el cual es esencial para poder descargar de tráfico rodado la carretera CV765 al menos en la zona del frontis portuario. Vial que está en parte en uso y resuelto en su conexión con la N332 por medio de una gran rotonda que permite un uso potente de esta vía. Ordenar el frente marítimo implica resolver este nudo y potenciar el papel que se desea tenga la carretera CV765. Solución que necesita dar una alternativa a la propuesta del Plan general, ya que una casa recientemente construida se ha levantado sobre la zona de paso del vial.

El Plan General transforma la actual CV765 en un vial de 15 mts de anchura. A la vez existe un fragmento de paseo de unos 250 mts de longitud que se inicia en la Plaza de la Costera y llega hasta el linde las instalaciones del C. Náutico. Desde allí las cerca del Club llegan hasta el linde de los 15 mts. En este espacio y en aquél que resulte de invadir en parte el aparcamiento privado del Club han de resolverse las demandas de espacio que las dotaciones de paseo, andenes de tráfico no motorizado y dotaciones de apoyo a la actividad lúdica y de ocio propia del lugar que se puedan dar; siendo necesaria la colaboración entre las distintas administraciones y agentes que allí concurren.

Respecto a las conexiones de tráfico con la estructura existente se han tratado en un apartado anterior

La zona sur de litoral no tiene un desarrollo aprobado en la actualidad, con una calificación de "urbanizable en núcleos" y un rendimiento tras la planificación de 1,3 m3/m2 en la parte más próxima al núcleo urbano, mientras que el rendimiento es mayor en la parte más alejada, siendo este de 3 m3/m2. Con dos viles no trazados en la actualidad que darán acceso a la zona y que llegan hasta la N332. La CV765 mantiene en el Plan general su trazado con un ancho de 15 mts, que en la actualidad es imposible de resolver sin introducirnos literalmente en el mar. Una zona verde de Plan General se sitúa en la parte interior de la marginal derecha del Barranc dels Arcs. La edificación es escasa y las posibilidades de regeneración paisajística y de ordenación de esta área son muy altas.

No existe estudio alguno sobre el valor paisajístico, al que hemos hecho referencia, tanto en lo referente a la zona marítima, como a la actual zona interior, con los restos d e lo que fue un interesante paisaje agrario, del cual quedan márgenes de piedra, arbolado, restos de cenias, etc, más una orografía muy interesante con la cornisa de cota +10 y unas masas vegetales a las que hemos hecho referencia.

 
La disposición de los volúmenes de las edificaciones existentes permiten retirar el trazado de la CV765, mantener las edificaciones existentes y conservar los recursos paisajísticos, tal como indica la LOT. Incluso definir unas áreas verdes donde se incluyan las masas boscosas que caracterizan el paisaje junto a la orografía. Con ello se dispondría de unos espacios liberados de edificación y de gran valor paisajístico tras los cuales se podría disponer el sobrante de edificabilidad de los mismos en edificios en altura exentos.

La posibilidad de acumular edificabilidad en determinadas zonas y liberar áreas de alto interés paisajístico permite a la vez disponer de espacios frente al borde marítimo donde ubicar las dotaciones necesarias para el uso social de estos espacios del borde marítimo.

Propuesta de una posible intervención, liberando espacio frente al mar y pasando el vial tras los edificios existentes, regenerando la playa, situando aparcamientos entre el vial rodado y la playa y tras el el nuevo borde marítimo con las instalaciones necesarias de casetas de baño, bibliotecas de playa, chiringuitos y diseminados los edificios existentes, fuera de ordenación, pero capaces de ser usados rodeados de vegetación. El perfil de Capblac se valora y se potencia con una zona de pinada potente , así como el cauce naturalizado del barranc dels Arcs. 


lunes, 6 de abril de 2020

Una trama de intriga ¿Quién es el autor de los planos de la iglesia de Altea? por Miguel del Rey


Con el interés de amenizar estos días de reclusión, invito al lector al proceso de análisis que nos puede ayudar a una averiguación rodeada de misterio y cierto glamur social. Se trata de buscar la autoría de un proyecto a través de la historiografía. Para ello nos sumergiremos en las complejas relaciones entre un cardenal, un rector de universidad, dos arquitectos diocesanos, un constructor de iglesias, un párroco y un maestro de escuela; relaciones posiblemente urdidas, unas en la comarca de la Ribera, y otras frente a las aguas del Mediterráneo, sobre la preciosa terraza de Villa Gadea, todo ello entorno a los últimos años del siglo XIX. Política, filantropía, voluntades propositivas, celos, envidias en momentos difíciles, nos conducen a la búsqueda de un autor, el de los planos de la iglesia de Altea, dentro de una sociedad regeracionista que se rearma ideológicamente.

                                                      Vista de Altea B. Palencia 1927

Todo surge a partir de la figura de un constructor de iglesias, don Adrián Vela Gadea, que nació en Benifaió en 1862 (Cardona, J.J. Benissa, 2002) y nos conducirá a través de sus trabajos y habilidades como maestro de obras por el mundo de sus amistades, entre las cuales están quienes primeramente pensaron en el nuevo templo, quienes posiblemente la diseñaron, crearon las condiciones para su construcción, y quienes consiguieron acabarlo entre 1900 y 1911. Los primeros y los últimos son conocidos, falta por conocer quien diseño e impulso el proyecto en origen, en la década de 1890 a 1900. Esa será nuestra meta.

Siempre ha sorprendido a este autor la calidad del proyecto del templo alteano. Un proyecto bien trazado, ajustado a la herencia de la antigua iglesia primigenia y construido quizás en varias fases, intentando unir al nuevo proyecto una capilla exenta recientemente construida (1854) y transformarla en el propio crucero del nuevo tempo. Capilla academicista de traza elegante y buen acabado, que a su vez marcará la propia arquitectura de la nueva iglesia, abandonando los lugares comunes del neogótico imperante, para tomar como referencia las formas y estilo de la reciente capilla academicista; construyendo así un templo estilísticamente uniforme, de referencias clasicista en las formas, excepto la cúpula y su tambor, a la vez que ajustado en su ejecución. La cúpula sigue los códigos de los arquitectos que en esos momentos están levantando los mejores templos en una Valencia inserta en un furor de reforma social, de búsqueda de identidad nacional, abriéndose a unos códigos de modernidad adelantados a su tiempo, con el uso de materiales y acabados externos casi sorprendentes: ladrillo visto y mampostería de piedra de gran expresividad, podemos decir ya modernistas, que unen el uso de teja marsellesa y su planeidad, al buen criterio al que llevó la circunstancia de la ruina agraria de 1910, obligando por la falta de medios, en el caso de Altea, a dejar inacabados los capiteles y hornacinas de fachada, además de abandonar la construcción de la segunda torre, cuestiones que le ofrecen al templo alteano, un carácter fresco y poco retórico.


                                                                          Don Adrián Vela Gadea

La historiografía y la documentación reunida, ofrece la posibilidad de indagar en la figura del constructor, del maestro de obras don Adrián Vela Gadea, y a través de él acercarnos al posible autor del proyecto; tema que ha quedado siempre anclado en Altea y olvidado tras la figura de dos personajes, evidentemente importantes y necesarios para la ideación y construcción del templo, pero quizás no suficientes. Estos son:
                                                                      
                                                            Don Jaime Cardona Ortiz

-  El maestro de escuela don Jaime Cardona i Ortiz, alteano (1848) quien propuso -y fue aceptado en su momento- el conocido croquis fechado en septiembre de 1876 en Almussafes de la nueva iglesia que sustituiría a la que se encontraba en ruinas. La propuesta incorporaba al crucero la capilla del Santísimo, acabada de construir en fecha muy reciente.

                                                            Don Juan Bautista Cremades Peiró

  -  El sacerdote Juan Bautista Cremades Peiró, el Cura Cremades, párroco de la iglesia de Almussafes y nombrado Cura Ecónomo de Altea el 1 de septiembre de 1900, que tuvo el empuje de hacer realidad el derribo del antiguo templo y proseguir las obras para terminar el nuevo, evidentemente a través de un proyecto -desconocido- que tenía mucho que deber al croquis de Jaime Cardona.  

Personajes que a parte de su voluntad y valía profesional y personal, no pueden abordar la concreción técnica del proyecto original de la iglesia, ni su completa gestión del suelo o ejecución. Cuestión esta que a este autor le ha creado siempre gran duda y confusión, tanto por no citar ninguno de ellos la autoría, ni incluso la existencia de un necesario proyecto; y si bien existe tradición oral del proceso de construcción de los años 1900 a 1911, momento en que el cura Cremades propugna y consigue completar el templo, no la hay de la época entre 1850 y el final de siglo: ni de la construcción de la Capilla del Sagrario, ni del proyecto del nuevo templo, o del muy probable inicio de obras y construcción de la parte del ábside, previas a derribar la iglesia antigua.

Quizás ciertas diferencias personales pudieron ocultar estos últimos puntos, tanto por parte de Jaime Cardona, que se manifestó en contra del proyecto definitivo, dada, según él, su grandilocuencia y la presencia de la cúpula, que ya acabada considero adecuada. Mientras que en el caso del párroco, a pesar de lo extenso de su crónica, no hay cita alguna del proyecto, ni incluso de las gestiones previas a su construcción, o de si la obras estuvieron iniciadas antes de su llegada a Altea en 1900; cuando la documentación fotográfica nos muestra una imagen fechada en 1894, donde se puede ver tras los muros de la antigua iglesia y el nuevo ábside, el actual, ya construidos.

Siguiendo con nuestras investigaciones en busca del posible proyecto y su autor, solo podemos recurrir a la historiografía, hasta que se encuentre -si eso ocurre- dicho proyecto. La luz puede venir de seguir las particulares relaciones de estos personajes, más otros que se incluirán a continuación, siempre con el maestro de obras don Adrián Vela como catalizador.

Por un lado, es importante la coincidencia de un origen compartido en la comarca de La Ribera de tres personajes. Don Adrián Vela, natural de Benifaió, don Jaime Cardona, maestro en próximo pueblo de Almussafes, y al párroco Juan Bautista Cremades, párroco de este mismo pueblo. Tres personajes conocidos y vinculados a Altea y a la iglesia alteana.
                                                              D. Vicente Gadea Orozco
Otros personajes provienen del ámbito profesional de Adrián Vela, relacionado estrechamente con los arquitectos diocesanos, don Antonio Ferrer y don José juan Camaña, este último vinculado a Altea a través del influyente prócer alteano don Vicente Gadea Orozco, propietario de la Villa Gadea, que mantenía amistad con ilustres personajes de las letras, la política, la música y la iglesia, etc. Entre ellos del mismo jefe de Gobierno regeneracionista José Canalejas, de Juan Benlloch, coadjutor de la iglesia de los Santos Juanes en Valencia, más tarde nombrado cardenal -el cardenal Benlloch- y con el marqués de Campo, financiero, filántropo y político conservador valenciano que fue alcalde de la ciudad de Valencia, los cuales disfrutan de estancias en la villa de los Ángeles de la Olla de Altea, que proyecta en 1888 el arquitecto José Juan Camaña, junto al parque naturalista que la acompañaba.

Tenemos una doble relación de Adrián Vela, por un lado, los arquitectos y su relación con la curia diocesana, por otro, con Jaime cardona y el cura Cremades.

El triángulo se cierra. La posible intercesión del cardenal todopoderoso, que pasaba los estíos en la finca de villa Gadea, y que le concede a Vicente Gadea el título pontificio de la Baronia de Gadea. El arquitecto diocesano José Juan Camaña y Laymón, es un personaje vinculado a Altea estos años de 1888 a 1890, mientras proyecta y dirige las obras de Villa Gadea, es un buen arquitecto conocedor del oficio de proyectar y restaurar, con un interés particular por lo nuevos materiales –hemos de  recordad la pirámide central de Villa Gadea en acero y vidrio en pleno año 1888-  y su neopalladianismo que se aleja del estricto neogótico imperante; estilo que solo usa en los acabados de las ventanas de la villa y evidentemente en el oratorio anexo.

Las fechas coinciden, los personajes están presentes en Altea, el poder de la iglesia es potente, el ambiente regeneracionalista es importante, la influencia de Vicente Gadea y su filantropia, pudieron incidir en que un arquitecto de prestigio elaborara un proyecto propio de la pompa del cardenal y alejado de las ideas más austeras de Jaime Cardona. Así pues, quizás en el entorno de los personajes que circundan la Villa Gadea y en la figura de Vicente Gadea Orozco y los arquitectos diocesanos Antonio Ferrer o quizás José Juan Camaña, es donde posiblemente debemos buscar la autoría del proyecto de la iglesia alteana.

           Es de interés no perder la visión general del contexto social y político en el que se levanta la iglesia de Altea.

           Nos encontramos en un momento en el que hay que señalar una gran acción constructiva producto del rearme ideológico que sufre la sociedad española en las décadas finales del siglo XIX y los inicios del siglo XX, lo cual se traduce en parte en la importancia de ciertos grupos políticos de corte religioso, humanista y filantrópico, que se traduce en la construcción de grandes templos y una remodelación importante de los edificios religiosos y de asistencia social.

           Como hemos visto, desde el inicio de su profesión Adrian Vela está ligado los arquitectos diocesanos, uno de ellos José Juan Camaña arquitecto de confianza del Marqués de Campo; persona muy activa en la profesión, pero no solo en ello, pues es diputado en Cortes y políticamente muy activo en los partidos de la derecha católica del momento. Hay que señalar que José Juan Camaña y Laymón, es el arquitecto de grandes obras para el marqués de Campo en Valencia.

Cúpula de San Cristobal en Valencia
           En el contexto estético y de referencias formales, debemos recordar, además de otras muchas obras de Adrin Vela, una de ellas, quizás la obra de referencia, desde la cual se puede entender la forma y proporciones de la hermosa cúpula de Altea, es la iglesia de San Cristóbal en la Calle Alboraia de Valencia, diseñada por Antonio Ferrer, un referente en sus aspectos compositivos, matéricos y formales. A partir de ella se construye la Iglesia de Altea, cuyo encargo lo tiene dos años antes de terminar esta obra valenciana, aunque en Altea encontramos un nuevo ingrediente, quizás producto del propio maestro de obras, si es que no se encuentra el arquitecto autor de la obra:  un ambiente de eclecticismo trufado de ciertas dosis de modernidad en aspectos tecnológicos y de aplicación de materiales novedosos, que nos dirigen a la obra de José Juan Camaña.