lunes, 5 de noviembre de 2018

En memoria del Riurau de Gorgues o Maragatos en Beniardá. por Miguel del Rey




Ante las ruinas de tan singular riurau, no puedo menos que mostrar mi admiración por este bello edificio. Admiración que plasmé en su momento en una escena de mi novela “Bartolomé. Entre la Ilustración y la Revolución” Valencia, 2014, donde la masía es el centro de atención.

“…..Le ha gustado acercarse estos días a Beniardá….. Reanuda la actividad con sus primos y una mañana que marcha con ellos hasta la Masía de Gorgues en Beniardá – un Mas situado en la ladera de la Solana, al otro lado del cauce del río Guadalest– les encuentra chistosos y bromistas con él, más de lo habitual. Van a recoger unos caballos que la familia ha comprado a buen precio. Bajan por intrincados barrancos hasta el cauce del Guadalest, Las vistas de las sierras son espectaculares desde lo profundo... en l’Abdet almuerzan, bordean más tarde el cauce y suben la ladera sur de la montaña, planeando a lo largo de los estrechos bancales de vid que construyen el paisaje; las vides muestran el esplendor de la futura cosecha del moscatel.


La Masía de Gorgues es una moderna explotación dedicada a la producción de la uva pasa que ocupa las finas terrazas de cultivo subiendo la ladera sur de la montaña; una construcción alargada de limpios volúmenes: una casa de un solo cuerpo y dos plantas con pocos vanos en planta baja donde asoman finas aspilleras por las que sacar los trabucos para defenderse. Parte de la planta baja la forman los arcos de un riurau que se prolongan más allá de su volumen hasta definir un porticado de seis o siete ojos, algunos de ellos tapiados. Más allá están los corrales, donde aguardan los caballos. Frente a la casa una explanada, la era de secado de la uva. Juan quedó observando aquella arquitectura, mientras sus primos empezaban el rito habitual de estos tratos de ganado.

El riurau le cautiva, presenta unas formas particulares: arcos de medio punto apoyados sobre anchas columnas cilíndricas; una construcción de rotundidad encomiable, no había visto ninguna igual. Ve en ella un cierto regusto moruno, quizás la corta columna, o el alero, fino y estrecho, que contrapone su ligereza a lo másico del porticado. Le gusta esa construcción donde las formas y técnicas se resuelven de manera tan rotunda.”


Pag 372 y 373 de la 2ª edición . Fotos MdR

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