miércoles, 15 de septiembre de 2021

Parque y edificios rurales en Villa Gadea. Altea, Por Miguel del Rey

 PARQUE Y EDIFICIOS RURALES EN VILLA GADEA*   1888-1980

Eclecticismo. Autor: José J. Camaña y Laymón, Arq.

Fotos del torreón. Colección Luis Fuster ( L.F.)

Varias son las arquitecturas que se han perdido en lo que fue la finca de Gadea aquella que se levantó por los años de 1888 sobre una antigua explotación agraria. Han desaparecido las propias arquitecturas rurales, las anteriores a esta época y las que se construyeron en este momento para completar lo que nunca dejó de ser una finca agraria, en la que Don Vicente Gadea Orozco construyó su espléndida Villa. Es de reseñar la desaparición del parque que rodeaba la villa, un parque con jardines, zonas boscosas y elementos de particular interés como el lago y su torreta. De todo aquello solo quedan imágenes de buenos fotógrafos comerciales que en los años 30 del siglo XX fotografiaron Altea y vendieron sus producciones en aquellas colecciones que se encontraban en Casa Soler, como la imagen firmada por Oriol, para la Casa Soler, denominada “La Olla, vista panorámica”. A ello se unen las imágenes de algunas colecciones privadas, la del alteano Don Luis Fuster y la de los valencianos Don Jesús Huguet y Don Andrés Martínez, que gentilmente nos ha proporcionado sus fotografías, junto a ellos, hay que valorar el tratamiento del amigo Vicent Sevila, que nos ofrece coloreada de manera muy realista una de las fotos de la colección de Jesús Huguet.

 

Detalle de la fotografía “La Olla, Vista Panorámica”. Foto de la serie Altea-4 de Orion para la Casa Soler, sobre 1931. Colección MdR

La casa rural se puede ver sobre el pequeño promontorio al norte de la villa y frente al mar es una casa de dos crujías y dos plantas, cubierta a dos aguas, dispuesta en perpendicular al mar, con un patio posterior cerrado por tres lados y abierto hacia la playa. Su disposición y sus fábricas indican que la casa es previa a esta intervención de Don Vicente Gadea en la década de 1880. Tras la casa rural encontramos una pieza de particular interés, algo desligada del conjunto arquitectónico principal: es la almazara, una arquitectura prismática cubierta a cuatro aguas con teja plana marsellesa o alicantina, una pieza que recuerdo, tras una visita de hace muchos años a sus ruinas. Me sorprendió el vástago central, de madera cilíndrica, el “arbre” esbelto y solidario en este caso a la muela, una pieza capaz de girar con las grandes piedras, acabada superiormente con un refuerzo de hierro y un machihembrado que permitía, a la vez que el giro, soportar la carga de toda la cubierta, estabilizada la estructura por medio de cuatro vigas que atracaban en cada una de las cuatro esquinas de los muros. Una arquitectura que utilizaba la tecnología propia de la molinería clásica. A esta pieza tan sólo le faltaba la firma de Don José J. Camaña y Laymón, el arquitecto de la villa.

 

Foto de autor desconocido, de la colección Jesús Huguet coloreada por Vicent Sevila. Gentileza de Vicent Sevila

Otra de las arquitecturas ausentes es el lago situado ya en el extremo noroeste de la finca, junto a la carretera y separado de ella por la potente línea de cipreses que bordeaba la propiedad. La gran alberca que almacenaba el agua de la hoy perdida Fonteta de Gadea. Un lago artificioso de formas caprichosas y curvilíneas, poco “natural” en su materialización, de cajón profundo y muros de fábrica de gran sección, con solados perimetrales que lo alejaban de un pintoresquismo al que deseaba vincularse con su torreón casticista, a la manera de zigurat, que permitía subir hasta un miramar desde el cual se divisaba el parque, la villa y al fondo el mar. Una intervención a medio camino entre la folie barroca y el pintoresquismo ya imperante en las intervenciones paisajísticas del momento.

 

Vista del lago con el torreón al fondo. Colección Luis Fuster (L.F.)

La pérdida de este conjunto vinculado necesariamente a la villa ha sido uno de los peores atentados al patrimonio alteano y valenciano en general, devastado por una “urbanización” que sin aportar nada, no supo sacar valor a lo existente.

 * Publicado en el libro “Paseando por las alteas” Miguel del Rey, Val 2016.









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