La playa histórica de Altea, la playa del Bol*
* Extraído en parte su texto del libro "Paseando por las alteas" M del Rey, Val-2016
La Playa del Bol era por antonomasia la playa de Altea.
Situada bajo la Placeta del Convento y el inicio de las calles del Mar y Conde
de Altea, llegaba más allá de la calle San Pere. Toma su nombre del desagüe en
esa zona, entrono a la parte posterior de la Casa del Marnero de la antigua
acequia del Bol, cuyo ramal último regaba el huerto y jardín del Convento, así
como las huertas de lo que es hoy la zona de la Avenida Jaume I.
Fue la playa popular donde pequeños y mayores se solazaban, hacían
carreras por las piedras, se hundían y sumergían hasta que las madres o
cuidadoras lanzaban piedras a la chiquillería para controlar la situación y su
ubicación en lugar seguro. En ella se hacían las fiestas populares de la Virgen
del Carmen, de San Pedro, las cucañas marineras, la suelta de patos. Era el
lugar festivo y lúdico por las mañanas. En invierno se utilizaba en ocasiones
para remendar redes o tender la ropa y blanquearla bajo un sol inclemente.
Documento de un interés particular es la composición que se
presenta este autor de dos antiguas fotos de Oriol, que nos muestran una imagen
completa de la playa del Bol vista hacia el norte y en los años 20 del siglo
anterior, donde el carácter marinero de la playa es evidente. La primera de las
fotos de la playa la tenemos del fotógrafo Augusto Garcián en 1898, pero de ella
hablaremos otro día
La playa del Bol en su extremo sur, en la Calle Sant Pere, lindante con la playa de la Rodo.
Autor desconocido
Fue esta playa un lugar de trabajo, lugar de atraque de llaüts,
de las pequeñas barcas de pesca, sobre todo antes de construirse el puerto.
El arrabal de pescadores, el convento de San Pedro, su
condición marinera está vinculadas en el tiempo y en el espacio. Se
complementan, no se pueden entender este espacio sin esas condiciones, incluso
el Convento fue un agente importante en el comercio de navegación, como nos
cuentan las escrituras y protocolos de la época. Así, tal como se indica en la
novela Bartolomé, centrada en la Altea de esta época, donde el síndico del
convento de San Francisco se ocupaba, junto con otras funciones, de estos temas
de comercio subarrendado a alguna familia pudiente alteana, procurando así
buenos centenares de libras al Prior para el buen uso que el hospicio y el
convento dispusieran.
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