Entrevista solicitada por la periodista Hortensia García para el periódico Levante, de la cual publica el extracto en el dominical del 17 de Mayo de 2020
Estos tiempos propician la reflexión y quizás torbellinos de
ideas o quizás de dudas. No dejo de pensar en el modelo económico de grandes
áreas de nuestra tierra, en esas comarcas turísticas tan castigadas en su
paisaje, y en las que el haber jugado todo a una carta puede ser tremendo. Pero
ese es otro tema quizás para abordarlo con tiempo.
Profesionalmente los dos polos de atención que entran hoy en
crisis de manera inmediata son la vivienda y el espacio público; para
reflexionar sobre ellos quizás debiéramos apoyarnos en experiencias pasadas, en
lo ocurrido a partir de situaciones similares: el cólera a finales del s.
XIX, las tisis y la gripe en los inicios del siglo XX; revisar lo ocurrido
puede darnos un poco de luz.
El higienísmo tuvo propuestas cambiantes sobre la
vivienda y el habitar, en el primero momento optó por colonias de casas
unifamiliares, nuevas estructuras urbanas se acercaban al campo y abandonaban
los núcleos históricos: la ciudad lineal fue un ejemplo. Más tarde, con
las Siedlungen, la casa unifamiliar es sustituida por el bloque de
media altura, manteniendo una relación directa con la tierra, con los huertos
urbanos colectivos o particulares. Más tarde otra propuesta, el bloque en
altura sobre pilotis, liberando el suelo y recuperando la cubierta
verde, optando siempre por la terraza doméstica. Creo debemos repensar aquellas
propuestas y entender que en la actualidad la vivienda no solo debe ser
"unidad de habitación", quizás también debe ser lugar de trabajo
ocasional, de esparcimiento y complemento de producción alimentaria.
Creo se puede vivir con estandares de densidad adecuada,
liberando suelo, bien como espacio lúdico o como huertos comunales o privados
de producción, habitar en altura con buenas vistas y ventilación cruzada,
terrazas habitables, controles solares eficaces, diseños medioambientalmente propositivos
y potenciando las energías renovables. Quizás el espacio interno es lo más
conflictivo, deberán de poder compartimentarse en determinadas circunstancias,
aumentando a la vez almacenamiento y servicios.
Sobre el espacio público. El paradigma en este
caso es quizás más complejo e implica un cambio en el modelo de comportamiento
social. La ciudad con lugares públicos que incitan al consumo, al ocio
colectivo, a verse y ser visto y encontrase socialmente, entran en crisis. Ello
implica nuevas alternativas en el diseño de los nuevos espacios públicos, en el
ocio y el turismo y por supuesto en el rediseño de los existentes. Lo
extensivo, la baja densidad inciden en la revisión total de la oferta de
espacio y de ocio.
De entre la amplia casuística de los espacios públicos, me
centraré en uno que entiendo, por el tiempo en que entramos debe tener un
protagonismo particular: los bordes marítimos. Son lugares que ofrecen
condiciones medioambientales positivas: sol, aire libre, poca contaminación,
pero con el handicap de la densidad de ocupación en determinados momentos. En
estos lugares el paseo marítimo, figura ya en crisis, entra en caída libre por
su densificación, ruptura con el paisaje y serios problemas de conservación.
Nuevas alternativas se han definido en parques naturales,
pero el borde marítimo no debe circunscribirse a estos espacios singulares;
esté donde esté, reclama su protagonismo y capacidad expresiva singular de paso
hacia la naturaleza, transformando la definición líquida de zona maritimo-terrestre
en espacio de intercambio con la naturaleza, que en cada lugar tendrá su
condición.
En las zonas amplias, la nueva realidad del borde marítimo
reclama la definición de una franja poco adjetivada, no lineal ni excesivamente
construida, capaz de adecuarse a las condiciones naturales del lugar, a su
vegetación y capacidad expresiva, con propuestas diversas de usos y recorridos
que lleven a nodos de actividad de gran extensión y con sombra garantizada para
poder extender su uso más allá de unas cuantas sombrillas o toldos, incluyendo
si es posible, restos de aquella edificación que en su momento ocupó esta
primera línea de manera algo particular. En espacios más ajustados, el diseño y
la imaginación deben ofrecer bordes singulares creando alternativas de
interacción fecunda con el mar.
El mundo rural es otro espacio de particular
relevancia, su oferta como lugares de habitación diseminada o poco densa en esa
España vaciada, puede ser una opción, restaurando patrimonio y creando un
hábitat de calidad en buena relación con la tierra y el paisaje.
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