Uno de los viejos oficios
artesanos que están desapareciendo es el de Calero, un oficio que hace algunos
años era muy importante en muchas zonas españolas y que ha consecuencia de la
evolución de las tecnologías ha ido desapareciendo .
Carcaixent, siempre se ha
caracterizado por ser una ciudad agrícola, pero el oficio de calero tubo gran
importancia en esta ciudad .Poseía frondosos bosques, y ello era posible en
gran parte gracias a la labor de los caleros.
Esto tiene una explicación,
se debe a que la materia prima que se utilizaba como combustible para cocer la
cal, era precisamente, la leña baja de los montes, y ello hacía que los mismos
estuviesen siempre limpios de maleza, (primer ingrediente causante de los
incendios forestales).
La cal es un producto
natural, cuyo uso ha sido muy importante en el pasado, como lo es en la
actualidad, teniendo una gran importancia en nuestra vida cotidiana. El uso más
antiguo y extendido ha sido la elaboración de mortero o argamasa, empleado en
la construcción de edificios, aprovechando la propiedad que la cal tiene de
adquirir gran dureza al tomar contacto con el aire. En la actualidad la cal se
sigue utilizando de forma masiva en multitud de procesos industriales.
Es un potente desinfectante
y antiséptico. Una de sus utilidades más comunes en este aspecto ha sido su
utilización como antiséptico en el cuidado de enfermos que permanecían largo
tiempo en cama, pues se ponía un trozo de cal debajo de la cama, y esto, decían
que evitaba el llagado , también ha sido muy extendida en el pasado, para
desinfectar árboles; para blanquear estancias y fachadas; para sanar el aire en
espacios cerrados; para prevenir la putrefacción de aguas estancadas, ect..
La cal mezclada con agua,
alcanza una temperatura muy superior a 100º C, y una vez fría se convierte en
una pasta excelente para la pintura de paredes, sobre todo es muy utilizada en
fachadas de casas en zonas muy cálidas.
Para obtener la cal viva a
partir de la piedra caliza, que previamente ha sido extraída de las canteras,
es necesario someter la piedra a un proceso de calcinación, por la acción del
fuego. Es lo que se conoce como "cocer" la cal, que se lleva a cabo
en el horno.
Para la realización de la
cal, en primer lugar, se buscaba un sitio en el monte donde hubiese bastante
maleza y leña baja para poder cortar. En el sitio más idóneo se levantaba el
horno que se construía excavando un pozo de forma cilíndrica en el suelo.
En la parte más baja, el
cilindro reducia su diámetro de tal forma que en el interior del pozo a todo su
alrededor se formaba un poyete, que serviria como base donde apoyar la piedra
que se va a cocer.
Por uno de los laterales se
excavaba una rampa, en plano inclinado, que llegaba desde la superficie hasta
la base del pozo.
Una vez el horno estaba
ubicado, se procedia a buscar la piedra adecuada para obtener buena cal; para
ello se iba a las canteras y allí se picaba la piedra hasta conseguir la
cantidad adecuada para la hornada.
La piedra obtenida, se
transportaba en carros arrastrados por bueyes. Cuando el carro tenía difícil el
paso porque ya se encontraba en zona de monte, el transporte cambiaba, y
terminaba de realizarse por medio de burros, que llevaban sobre su grupa unas
grandes alforjas para este menester.
Una vez la piedra se
hallaba situada a pie de horno, se empezaba a montar por dentro.
A continuación el calero se
situaba en el fondo del horno, comenzando a colocar una piedra tras otra a
partir del poyete circular, realizando una autèntica labor arquitectónica, al
colocar las piedras de forma ascendente terminando en una cúpula totalmente
cerrada con piedrecitas muy pequeñas que formaban la chimenea del horno.
Una vez lleno el horno, la
tarea siguiente consistía en acercar hasta el horno la leña adecuada para poner
la cocción en marcha, para ello, los caleros se servían de los burros para el
transporte de la misma.
Dicha tarea, era una de las
más pesadas, pues suponía caminar horas y horas entre matorrales muy espesos, y
eso hacía que la ropa se desgarrara con facilidad con los consiguientes
rasguños en la piel.
Si el horno no estaba bien
montado, con la alta temperatura que alcanza al cocer podía venirse abajo con
facilidad, y así malograrse toda la hornada, puesto que la piedra no habría
alcanzado su total cocción.
Una vez todo preparado,
empezaba la tarea de cocer el horno. Este trabajo podía durar, entre 4-6 días
dependiendo de la temperatura que alcanzase el horno y de la dureza de la
piedra.
Conviene destacar la dureza
de este trabajo, pues la labor no permitía abandonar el horno para nada, porque
se había de mantener siempre a la misma temperatura, esto significa que se
debía de estar a pie de horno, día y noche, y un detalle muy importante, si
llovía, se había de aguantar la lluvia.
Como fase final, una vez
finalizada la cocción, se sacaba la piedra. Esto se efectuaba del siguiente
modo:
Los caleros se montaban en
la parte alta de la chimenea del horno, y piedra por piedra, iban sacándola del
modo inverso al que lo habían montado. Como curiosidad, es interesante saber
que no pocas veces se les quemaban los “espardenyots”, porque había que servir
cuanto antes a los clientes, y no se podía esperar a que el horno se enfriase
lo suficiente, para evitar el citado incidente.
Hay que tener en cuenta que
el trabajo de estos artesanos era muy duro, pues suponía pasar días fuera de
casa y en muchas ocasiones sometido al frío, como también suponía poseer una
buena forma física y ser un buen profesional.
Hoy en día el oficio de
calero en Carcaixent ha desaparecido, y con el, todas los hornos que habían, (
solo quedan las ruinas, y algunos senderistas realizan con cierta frecuencia “
La Ruta de Los Hornos de Cal”).