domingo, 31 de enero de 2021

Paisajes Perdidos: La Altea de la Guerra Civil. 1936-1939 / 1

 UNA SOCIEDAD EN TIEMPOS DRAMÁTICOS*

Parcial de lo publicado en el libro "Paseando por las alteas", val 2016. M del Rey.

 Algunos carabineros alteanos en 1937. Colección L.Fuster

Los años de la Guerra Civil española y el tiempo revolucionario que se vivió tras el Golpe de Estado del general Franco fueron, como en toda España, tiempos convulsos, complejos, y como no, dramáticos. En Altea se creó un particular paisaje social y también físico del cual quedan fragmentos, historias, cierta documentación escrita y pocas imágenes. La sociedad alteana siguió el devenir de su suerte, en este caso en la zona leal a la República. La militarización, las levas de jóvenes y hombres hábiles para la lucha, se complementó con el apoyo del resto de la población con dádivas y labores de avituallamiento, víveres y ropa, voluntarios más o menos obligados.

Una sociedad en guerra, regida en su primera etapa por un ayuntamiento presidido el alcalde Don Francisco Ronda, hombre capaz, demócrata y apaciguador, que supo equilibrar las fuerzas dominantes, los sindicatos socialistas de la U.G.T. dirigidos por Don Jerónimo Bellido y los de la C.N.T. de tendencia más radical. Alcalde que intentó evitar desmanes, que al final sucedieron con bienes, instituciones y patrimonio, como la quema del Juzgado, del Convento, habilitado como almacén, y de la Iglesia parroquial, habilitada como prisión. Era una sociedad que poco a poco se habituó a la nueva situación de guerra, manteniendo oculta en muchos casos, sus hábitos y prácticas religiosas, junto a las nuevas alternativas públicas de fervor patriótico, internacionalista, proletarias -en los últimos tiempos de la contienda- o simplemente festivas, que ofrecían los tiempos.


Programa homenaje a Buenaventura Durruti en el Cine Ascaso Altea, noviembre 1937. Colección L.Fuster

Buena cuenta de lo ocurrido lo podemos conocer a través de la excelente documentación del diario del Mestre Pérez, el cual relata las intervenciones de personas relacionadas con actos musicales en ese época. La solidaridad del pueblo de Altea con los combatientes nos la muestran muchos documentos, entre los cuales se pueden citar expediciones al frente para abastecer a las tropas con dádivas varias, entre ellas se pueden citar las visitas realizadas a Sigüenza y Guadarrama a lo largo de 1936.

Hay que destacar los trabajos de las mujeres alteanas para tejer prendas de ropa para los combatientes en el frente y otras muchas acciones; también destacar la política de repatriados y desplazados de guerra que hubo en Altea, de la que se hizo cargo en muchos casos el Ayuntamiento. La creación de colonias para niños desplazados, como la que hubo en la Villa Gadea, Colonias en las que las Escuelas Nacionales Racionalistas de Altea tuvieron un importante papel.

Como en toda época de guerra hubieron tensiones y desmanes, pero hay que señalar que en términos generales la situación en Altea estuvo bajo el control de la sensatez, de manera que la vida humana se respetó en el pueblo, incluso el alcalde Ronda instó para traer al pueblo sacerdotes alteanos encarcelados en Valencia y así ocurrió. Hubo que soportar el dolor de los hombres caídos en combate, tanto de un bando como del otro. Dos asesinatos afectaron al pueblo en el periodo de guerra, ambos vinculados, parece ser, a personas foráneas; el vil asesinato de Don José Beneyto Rostoll, abogado, diplomático y diputado por Pego durante la República, y el del sacerdote pegolino Don Vicente Pérez García que tras tener que abandonar su iglesia de Altea, fue asesinado en Gandía. Actos de gran repercusión entre alteanos y residentes, como es el caso del poeta inglés de origen sudafricano Roy Capmbel, que tras abrazar la fe católica en Altea quedó impactado por la muerte del sacerdote, como comentamos en su momento al referirnos a este personaje que nos acompañó en el año 1935.

Milicianos alteanos. Colección L.Fuster

               La guerra presentó una de sus últimas imágenes dramáticas el día 29 de marzo de 1939 al paso de los últimos restos del ejército republicano hacia Alicante para embarcar hacia el exilio, seguidos horas después por las fuerzas expedicionarias italianas que ocuparon Altea, donde se estableció su Batallón Laredo.

2 comentarios:

  1. En la foto de los carabineros, el que se está sirviendo, era mi abuelo, Antonio Riquelme Rocamora....

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  2. Es interesante y emotivo encontrar a un ser querido en una imagen histórica, máxime en estas con cierto dramatismo, pero es de interés recordar una historia como esta de la Guerra Civil, tal apagada, sin imágenes ni literatura en Altea

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