viernes, 5 de febrero de 2021

Paisajes perdidos: La Playa del Bol en Altea, por Miguel del Rey

 La playa histórica de Altea, la playa del Bol*

* Extraído en parte su texto del libro "Paseando por las alteas" M del Rey, Val-2016

La Playa del Bol era por antonomasia la playa de Altea. Situada bajo la Placeta del Convento y el inicio de las calles del Mar y Conde de Altea, llegaba más allá de la calle San Pere. Toma su nombre del desagüe en esa zona, entrono a la parte posterior de la Casa del Marnero de la antigua acequia del Bol, cuyo ramal último regaba el huerto y jardín del Convento, así como las huertas de lo que es hoy la zona de la Avenida Jaume I.

 
Montaje del autor a partir de dos fotos de Oriol, de la colección de la Casa Soler de 1930

Fue la playa popular donde pequeños y mayores se solazaban, hacían carreras por las piedras, se hundían y sumergían hasta que las madres o cuidadoras lanzaban piedras a la chiquillería para controlar la situación y su ubicación en lugar seguro. En ella se hacían las fiestas populares de la Virgen del Carmen, de San Pedro, las cucañas marineras, la suelta de patos. Era el lugar festivo y lúdico por las mañanas. En invierno se utilizaba en ocasiones para remendar redes o tender la ropa y blanquearla bajo un sol inclemente.

 

Fotografía de  Mora Carbonell. Colección Tívoli

Documento de un interés particular es la composición que se presenta este autor de dos antiguas fotos de Oriol, que nos muestran una imagen completa de la playa del Bol vista hacia el norte y en los años 20 del siglo anterior, donde el carácter marinero de la playa es evidente. La primera de las fotos de la playa la tenemos del fotógrafo Augusto Garcián en 1898, pero de ella hablaremos otro día

 

 La playa del Bol en su extremo sur, en la Calle Sant Pere, lindante con la playa de la Rodo.

Autor desconocido

Fue esta playa un lugar de trabajo, lugar de atraque de llaüts, de las pequeñas barcas de pesca, sobre todo antes de construirse el puerto.

 

Los toros, por parejas unidos por un yugo, sacaban las barcas a la playa. Sus piedras fueron, además de lugar de extensión y remiendo de redes, espacio de carga y descarga de antiguos veleros fondeados frente a estas playas, de aquellos que se cargaban con los botes que desde la playa trasportaban la mercancía ya en el siglo XVIII y anteriormente. 

La acequia del Bol y su desagüe en la playa, tras regar los huertos del Convento, de donde le viene el nombre. Plano de F. Ricaud, fechado en Valencia 1740

El arrabal de pescadores, el convento de San Pedro, su condición marinera está vinculadas en el tiempo y en el espacio. Se complementan, no se pueden entender este espacio sin esas condiciones, incluso el Convento fue un agente importante en el comercio de navegación, como nos cuentan las escrituras y protocolos de la época. Así, tal como se indica en la novela Bartolomé, centrada en la Altea de esta época, donde el síndico del convento de San Francisco se ocupaba, junto con otras funciones, de estos temas de comercio subarrendado a alguna familia pudiente alteana, procurando así buenos centenares de libras al Prior para el buen uso que el hospicio y el convento dispusieran.

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