ERMITA DE SANTA BÁRBARA-ALTEA Partida del Cascall 1729 - 1950
Fachada actual de la ermita
En los territorios próximos a Altea la Vieja, al norte del
río Algar, la tradición agraria y la vivienda dispersa están históricamente muy
arraigadas, quizás herencia de un pasado de origen islámico con poblamiento
disperso. El Cascall ha sido una de esas partidas con características
geográficas, etnológicas y sociales similares a las partidas colindantes de
Sogai y la foia d’Altea la Vella, pequeños valles -foias- definidas por las
depresiones entre las colinas existentes, áreas que han mantenido desde finales
del siglo XVIII población estable y que han tenido como lugar de encuentro la
ermita de Santa Bárbara, patrona de esas tierras.
La actual ermita, dispuesta sobre una terraza al sur de la colina de Sant Jordi, dominaba visualmente las tierras de labor sobre el cauce del río Algar, teniendo como fondo las colinas del Mandem y Benimussa con sus huertas a sus pies, e incluso el perfil del pueblo de Altea y la línea del horizonte sobre el mar en la desembocadura del Algar. Este lugar tenía gran valor paisajístico en origen, truncado con el diseño descuidado de la autopista AP7, el nulo estudio de su impacto ambiental sobre estas tierras y en particular, sobre el paisaje circundante a la ermita; y quizás la poca atención de la propia administración, durante muchos decenios ajena a la labor de salvaguardia de nuestros paisajes.
Anexo lateral y palco superior. Foto del Autor |
La arquitectura de la ermita. -
Planta general, con el cuerpo original del s XVIII y las ampliaciones históricas. Dibujo del autor
La arquitectura de la ermita presenta cierta complejidad
pues, como hemos indicado, se intervino en el siglo XVIII con una ampliación
sobre un edificio ya existente. Nos muestra la arquitectura propia de un
pequeño oratorio en la parte del actual presbiterio, al que se le añadió una
ampliación posterior de dimensiones generosas y estructura distinta, formando
una nave de cierta profundidad. El cuerpo más profundo se compone de dos
bóvedas de cañón en serie, de radios distintos y anchuras ajustadas, apoyadas sobre muros de carga. Bóvedas
impostadas sobre un resalte que llega hasta el extremo de este primer cuerpo.
Tras él, una nueva estructura ligeramente más amplia y compleja, formada por
dos arcos fajones sobre los que descansa una bóveda aristada que nace sin
impostación alguna, con una especie de nichos laterales, como capillas
internas, con galerías superiores a la manera de coros elevados a ambos lados cerrados por un arco carpanel
que abre sobre la nave central, protegidos dichos balcones, por barandas de
madera de traza popular, a los que se accede por unas pequeñas escaleras de
caracol.
Alzado de la fachada
El conjunto de bóvedas, balcones, capillas, el pequeño púlpito, crean un ambiente intimista y muy popular. Los solados de baldosa hidráulica en blanco y negro forman dibujos de cierta complejidad. La planta se completa con una pequeña sacristía casi excavada en roca, cubierta con una prolongación de la cubierta de la nave del presbiterio.
La fachada es muy sencilla y se remata con una espadaña de
un único vano dispuesta sobre el vértice del muro piñón. En el lateral oeste se
sitúa un porche cubierto, recientemente restaurado y sin excesivo interés. Es
de destacar la glorieta situada frente a la ermita, un plano aterrazado
limitado por un banco corrido que se ajusta a la orografía de la colina sobre
la que se sitúa la ermita.