Primeras imágenes de la barraca valenciana*
*Extraído del libro "Arquitecturas en Tierra Fértil, M. del Rey, Alicante 2023
La
barraca que hemos conocido es una construcción de planta paralelepípeda próxima
a las proporciones 1/3, cuyos muros laterales se construyen de adobe sobre una cimentación de mampuestos y bolos con morteros de cal, e incluyen
pies derechos de madera sobre los cuales se levanta una cubierta vegetal de
gran inclinación formada por planos de cañizo revestidos de gavillas de
gramíneas, "Phragmites australis", o en su caso "Ammophila arenaria", cuyo nombre
valenciano son respectivamente senill o borró. Ambos planos de cubierta se atan
por una viga de coronación que recoge la estructura triangulada arriostrada por
tirantes. Las fachadas anterior y posterior se construyen con planos no
portantes, que en un origen incluían un gran pie derecho central que soportaba
el extremo de la viga de cubierta. Es una construcción típica, hoy escasa, que
se ha convertido, tras un fuerte proceso de idealización, en el símbolo de la
casa de la huerta de Valencia.
Se ha utilizado como vivienda o anexo económico, tanto en los núcleos agrupados como en la arquitectura dispersa, de manera que ya en el siglo XIII (Lamperez y Romea, P. Madrid 1922. 80) se citan núcleos agrupados de población construidos por barracas próximos a la ciudad. Tradicionalmente se han mantenido, tanto en lo disperso como en lo rural agrupado, conjuntos de barracas que han generado a lo largo del tiempo normativas adaptadas a este tipo de construcciones. Podemos ver en el plano del párroco Llorenç Mansilla de inicio del siglo XVIII (Divo Tomae Apostolo, Valencia 1722) (2) la abundancia de barracas dispersas en las huertas desde Vera al mar, en el entorno de la ciudad de Valencia, incluyendo la línea de barracas del Cabanyal
Detalle de alineación de barracas a lo largo de la playa del cabanyal. Imagen del plano ”Términus Parrociae Divi Thomae”. (Llorenç Mansilla, Parroquia de S. Tomás. Valencia 1722).
El parcelario generado por estas barracas ha servido para levantar sobre él otros tipos de construcciones que las han sustituido (Gosalvez, V. Valencia 1915/1998) pero que conservan de ellas, en un primer momento, tanto la proporción, como la distribución del espacio interno.
La
condición efímera de los materiales que la construyen, han dejado en ocasiones
pocos restos, razón por la cual existen pocos indicios para determinar la
existencia de estas viviendas campesinas en tiempos anteriores a las
representaciones pictóricas, o modernamente a la fotografía, pero podemos
suponer que antiguamente las habitaban colonos y se situaban en torno a las
alquerías señoriales, existencia de la que dan noticia algunos de los autores a
los que nos hemos referido.
Sobre la
imagen de la barraca es interesante observar que no existe una referencia
iconográfica anterior al siglo XVIII, ya que las imágenes firedignas que A.
Winjgaerde hace del entorno de la ciudad de Valencia, no incluyen barraca
alguna, menos en primer plano, para que podamos apreciar estas construcciones
en el siglo XVI, lo cual es algo sorprendente. Es precisamente Llorens Mansilla
en 1722, en el plano antes citado quien nos muestra las barracas, por cierto
muy similares a las que nos mas tarde podemos apreciar en la fotografía de
paisaje de la segunda mitad del siglo XIX.
El
profesor Sanchis Guarner hace una incursión en el tema de la forma de la
barraca y nos refiere a la iconografía de una primera barraca en la pintura del
s XVI, al mostrarnos la existencia de una de ellas en el fondo de la Tabla de
la “Predel.la de les Santes” (fig II-44 y 45), que se encuentra en el Museo de
Bellas Artes de Valencia; en concreto en la Tabla de Santa Margarita, atribuida
al Mestre de Cabanyes. Pero esta afirmación fue revisada por estudiosos en
historiografía contemporánea del arte (Benito, F. Madrid 1993). Este, revisa la
afirmación del profesor Sanchis Guarner y por su parte, atribuye la obra a
Vicent Macip, s XVI, indicando que es una obra de fuerte influencia
renacentista. Otros autores analizan las construcciones referidas por Manuel
Sanchis Guarner y observan en ella una construcción a la manera de los fondos
flamencos, muy distinta a un paisaje costumbrista valenciano de la época (L.
Tamborero,M. Del Rey, Valencia 2002, 107-117), lo cual nos aleja de la idea de
encontrarnos ante una típica construcción local de la época; aunque hay que
señalar que estas construcciones si que pertenecen a la misma familia de la
barraca, pero con un desarrollo de más complejidad, como encontramos en las
arquitectura centroeuropea.
La
barraca ha sido el tipo de casa habitual, tanto dispersa como agrupada, de las
clases trabajadoras, bien sea en el campo o en los núcleos de pescadores. Esto
se ha dado en las comarcas de la Plana, de l´Horta y de las tierras de Orihuela
y el bajo Vinalopó (Caro Baroja, J 3ª Ed. T. II. Madrid 1981), aunque otros
autores restan importancia a esta abundancia o papel de la barraca en la casa
campesina en la comarca de l’ Horta (Casas Torres, J. M. Madrid, 1944, 149).
Las
transformaciones económicas y sociales que se producen en l’Horta durante el
siglo XIX e inicios del siglo XX,
relativas al cambio y adaptación de la casa campesina a la nueva cultura
y economía urbana y la adecuación a la industrialización por la clase
trabajadora en los grandes núcleos urbanos,
provocan una fuerte obsolescencia de la barraca, un tipo de construcción
difícil para asumir cualquier proceso evolutivo que permita adaptarse a las
nuevas condiciones de uso que requiere la vivienda, provocando la sustitución
tipológica, como hemos indicado anteriormente. Factores higiénicos, de
seguridad pública, influyen en la sustitución y abandono de las barracas,
existiendo leyes y órdenes municipales que limitan y hasta prohíben, no sólo su
construcción, sino incluso el mantenimiento de las barracas existentes
(Gosalvez, V. Valencia 1915/ 1998,33) como ocurrió en los primeros años del
siglo XX, cuando la barraca, por todos estos factores, entra en plena decadencia.