El
paseante tras un exhausto paseo a casi treinta grados se refugia en su
biblioteca. Su vista se centra en un pequeño libro, un libro que consiguió
rescatar de la expoliación de la biblioteca familiar hace unos veinte años robada
de una masía de La Marina. El libro es antiguo, está reencuadernado, su interior fue recuperable, pero estaba en muy mal estado, cerca de unos charcos, mojado, en el
patio de la masía, posiblemente por caérseles a los ladrones en la nocturnidad
del robo. El titulo es sugerente: “Discursos políticos del señor David Hume,
caballero escocés”.
Lo
había visto al mandar restaurarlo, lo tuvo en sus manos, pero nunca se paró a
hojearlo. Hoy le atrae y se sienta en una butaca algo invernal, de estas con
mantas encima para ocultar una tapicería ya ajada por el tiempo…, pero la
butaca es tan cómoda. Acerca un ventilador y lee fragmentos.
Recuerda
que compró un regalo a su amigo Enric en fecha reciente en su última estancia
en Barcelona y aún no se lo ha entregado; un libro sobre Adam Smith y sus
relaciones con David Hume; un tema al que el paseantes es ajeno pues le superan
estos señores, no como a mi amigo que aún se emociona con el señor Smith. Abro
el libro, lo ojeo, es de un profesor danés D. C. Ramussen (El infiel y el
profesor, BCN, 2018). Se trata en él precisamente de las obras del señor Hume y
encuentro el libro en cuestión: “Discursos políticos”, Edimburgo 1752.
Se le queda grabada una frase sobre el resumen del libro “Progreso, saber y
humanidad están unidas en una cadena indestructible”.
El
libro le hace pensar en cómo llegó a La Marina un ejemplar de D. Hume en fecha
tan temprana, en traducción castellana del francés de 1789 realizada en Madrid
por la imprenta de Gonzalez (Hume estuvo largas temporadas en París). Qué
sociedad era esa que en aquellos tiempos estaba tan al día de los más
relevantes pensadores del momento.
Cree que valoramos mal a nuestros antepasados, la Ilustración llegó a estas tierras
y en ciertos grupos sociales hizo mella, que se reflejó en un aumento del
bienestar del pueblo, además por supuesto del de las clases acomodadas. Forjó una hendidura
en el pensamiento que perduro durante la segunda mitad del siglo XVIII y quizás
los primeros años del 1800. La guerra, el ataque sin piedad a los afrancesados,
a los ilustrados, el populismo, un rey nefasto tras Napoleón, acabó con todo
aquello que había forjado el triunfante ‘700. Fue tan efímero!
Creo
es necesaria una relectura del siglo XVIII, valenciano y español, sin
prejuicios, sin intenciones sesgadas, sin el salvajismo de la lucha y las
decantaciones políticas de maulets y botiflers, tan estériles, absurdas, cargadas de mentiras.
Buenas tardes, puedo ponerse en contacto con usted sobre este libro? Muchas gracias.
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