UNA SOCIEDAD EN TIEMPOS DRAMÁTICOS*
Parcial de lo publicado en el libro "Paseando por las alteas", val 2016. M del Rey.
Los años de la Guerra Civil
española y el tiempo revolucionario que se vivió tras el Golpe de Estado del
general Franco fueron, como en toda España, tiempos convulsos, complejos, y
como no, dramáticos. En Altea se creó un particular paisaje social y también
físico del cual quedan fragmentos, historias, cierta documentación escrita y
pocas imágenes. La sociedad alteana siguió el devenir de su suerte, en este
caso en la zona leal a la República. La militarización, las levas de jóvenes y
hombres hábiles para la lucha, se complementó con el apoyo del resto de la
población con dádivas y labores de avituallamiento, víveres y ropa, voluntarios
más o menos obligados.
Una sociedad en guerra, regida en su primera etapa por un ayuntamiento presidido el alcalde Don Francisco Ronda, hombre capaz, demócrata y apaciguador, que supo equilibrar las fuerzas dominantes, los sindicatos socialistas de la U.G.T. dirigidos por Don Jerónimo Bellido y los de la C.N.T. de tendencia más radical. Alcalde que intentó evitar desmanes, que al final sucedieron con bienes, instituciones y patrimonio, como la quema del Juzgado, del Convento, habilitado como almacén, y de la Iglesia parroquial, habilitada como prisión. Era una sociedad que poco a poco se habituó a la nueva situación de guerra, manteniendo oculta en muchos casos, sus hábitos y prácticas religiosas, junto a las nuevas alternativas públicas de fervor patriótico, internacionalista, proletarias -en los últimos tiempos de la contienda- o simplemente festivas, que ofrecían los tiempos.
Programa homenaje a Buenaventura Durruti en el Cine Ascaso Altea, noviembre 1937. Colección L.Fuster
Buena cuenta de lo ocurrido lo
podemos conocer a través de la excelente documentación del diario del Mestre
Pérez, el cual relata las intervenciones de personas relacionadas con actos
musicales en ese época. La solidaridad del pueblo de Altea con los combatientes
nos la muestran muchos documentos, entre los cuales se pueden citar
expediciones al frente para abastecer a las tropas con dádivas varias, entre
ellas se pueden citar las visitas realizadas a Sigüenza y Guadarrama a lo largo
de 1936.
Hay que destacar los trabajos de
las mujeres alteanas para tejer prendas de ropa para los combatientes en el
frente y otras muchas acciones; también destacar la política de repatriados y
desplazados de guerra que hubo en Altea, de la que se hizo cargo en muchos
casos el Ayuntamiento. La creación de colonias para niños desplazados, como la
que hubo en la Villa Gadea, Colonias en las que las Escuelas Nacionales
Racionalistas de Altea tuvieron un importante papel.
Como en toda época de guerra
hubieron tensiones y desmanes, pero hay que señalar que en términos generales
la situación en Altea estuvo bajo el control de la sensatez, de manera que la
vida humana se respetó en el pueblo, incluso el alcalde Ronda instó para traer
al pueblo sacerdotes alteanos encarcelados en Valencia y así ocurrió. Hubo que
soportar el dolor de los hombres caídos en combate, tanto de un bando como del
otro. Dos asesinatos afectaron al pueblo en el periodo de guerra, ambos
vinculados, parece ser, a personas foráneas; el vil asesinato de Don José Beneyto
Rostoll, abogado, diplomático y diputado por Pego durante la República, y el
del sacerdote pegolino Don Vicente Pérez García que tras tener que abandonar su
iglesia de Altea, fue asesinado en Gandía. Actos de gran repercusión entre
alteanos y residentes, como es el caso del poeta inglés de origen sudafricano
Roy Capmbel, que tras abrazar la fe católica en Altea quedó impactado por la
muerte del sacerdote, como comentamos en su momento al referirnos a este
personaje que nos acompañó en el año 1935.
Milicianos alteanos. Colección L.Fuster
La guerra presentó una de sus
últimas imágenes dramáticas el día 29 de marzo de 1939 al paso de los últimos
restos del ejército republicano hacia Alicante para embarcar hacia el exilio,
seguidos horas después por las fuerzas expedicionarias italianas que ocuparon
Altea, donde se estableció su Batallón Laredo.
En la foto de los carabineros, el que se está sirviendo, era mi abuelo, Antonio Riquelme Rocamora....
ResponderEliminarEs interesante y emotivo encontrar a un ser querido en una imagen histórica, máxime en estas con cierto dramatismo, pero es de interés recordar una historia como esta de la Guerra Civil, tal apagada, sin imágenes ni literatura en Altea
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