miércoles, 16 de enero de 2019

Recordando aquella preciosa Alquería de Tronaes en Valencia, por Miguel del Rey


La Alquería de Tronaes es un viejo caserón, una alquería de finales del siglo XVII o inicios del XVIII, situada en un entorno marcado por la presencia de las grandes infraestructuras metropolitanas que se sitúan entre la Ronda Sur y la V-30, próxima a la nueva Fe. Un antiguo paisaje de huerta, hoy en ruina, que como la alquería forma parte de un paisaje al que ya, por desgracia, nos estamos acostumbrando.

Nos encontramos frente a una alquería sedera, un edificio que incluye una planta baja, donde se albergaba la vivienda, y una gran andana de tres niveles de servicio incluidas en un único espacio, con tres niveles de huecos en altura procurando facilitar la ventilación de la gran andana. Compuesto el edificio por dos crujías en paralelo a fachada, estructuradas a partir de un potente eje centrado en planta, adjetivado por el vano central y por los arcos de medio punto en la fachadas anterior y posterior, donde se sitúa laventanas saquedas, su interior violentado, parecen ser el triste destino de los Bienes de Relevancia Local en el municipio de Valencia. Lo que hace incomprensible que se elaboren catálogos y se pretende dar la imagen de un cierto interés por el patrimonio. 


En el centro del muro de carga central un arco escarciano, no muy amplio, nace desde una potente y volada impostación, donde encontrábamos aun la argolla y la polea para pesar o para descargar las caballerías. La alquería aún con el paso del tiempo, de los vaivenes de propiedades, es -o era-,perfectamente legible, tanto en sus espacios de planta baja, como en la idea espacial de la arquitectura; con un muro central que en planta alta se transforma en esbeltos machones, definiendo así una línea de carga resuelta por grandes vigas de madera que forman la cumbrera de cubierta. Los aleros de madera, muy volados, han sido recientemente mutilados, quedando el tejado enrasado a fachada Cubierta hoy hundida y humillada por unas planchas de metal que hacen las veces de una cubierta provisional y doblegada a un destino injusto.

Su arco central de acceso era ligeramente rebajado, sin impostación alguna. A ambos lados de la puerta dos grandes ventanas de suelo a techo le daban empaque, enrejadas en saledizo y con alfeizar de obra revestido de azulejería azul y blanca, con motivos dieciochescos y con jambas pintadas de azul.

La planta superior con sus tres niveles en altura, de tamaño decreciente, de manera que los mas altos, muy pequeños ya, quedaban prácticamente siempre protegidos bajo el hoy inexistente alero. Sus fábricas de ladrillo con tendeles estrechos, sus arcos de medio punto a sardinel o los planos al gusto de los siglos XVII y XVIII, esperaban un mejor destino.



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