EL PUERTO
DE ALTEA construido entre 1933-45.
Ing. Don
Pedro Puigvert. Jefe de Obra Antonio Sevila. Empresa: Cubiertas y Tejados, S.A.
El puerto de Altea, junto al ferrocarril y las
carreteras N-332 y AP-7, han sido las actuaciones más importantes que se han
acometido en el territorio alteano a lo largo del 1900. En el caso del puerto
de Altea, su construcción se desarrolla en dos fases entre 1934 y 1945, ya que
el proyecto original solo conservaba el abrigo con un brazo, el norte, el cual
se construyó casi en su totalidad antes de la Guerra Civil. Las obras empezaron
el 20 de octubre de 1934 y en abril de 1935 se había construido un brazo de 250
m. que se completó hasta los 560 m. pretendidos hasta su extremo, incluyendo
una parte lineal de 310 m., un quiebro de 158º y un cuerpo final de 250 m., en
cuyo extremo se construyó una rotonda con unos banquitos para solaz del
personal. Desde el inicio, como decía Juan B. Orozco en su artículo de 1935
(Rev ALTEA, Mayo 1935) “se muestran indicios de la necesidad de construir un
brazo sur que proteja de las corrientes meridionales...” pues ya se
observaban desgastes en las fábricas. El brazo sur se construyó después de la
Guerra Civil, completando así el puerto que en la actualidad tenemos, previo a
la ampliación de la bocana en los años 1980.
La obra
fue realizada por Cubiertas y Tejados S. A. bajo la supervisión del Jefe de
Obra D. Antonio Sevila. Su construcción, las vías y troilets para
acarrear la piedra que traían desde la cantera de Les Quintanes, las propias
plataformas ganadas al mar, fueron uno de los lugares preferidos de la
población alteana en su paseos durante los años 1934 a 1945, quedando más tarde
como lugar de solaz y sitio de necesaria visita para la merienda de uno de los
días de Pascua. Hay que señalar la importancia que tuvieron los trabajos auxiliares,
como la construcción de instalaciones para la industria de la pesca: caldera de
tinte de redes, fábrica de hielo, casetas de pescadores, etc, lo que transformó
el lugar y el paisaje físico y social de esta parte sur de Altea. Su existencia
supuso la estabilización de la industria pesquera y el traslado a lugar estable
de una actividad hasta entonces dispersa en las distintas playas de Altea y de
la Olla, creando un lugar seguro donde resguardar barcas y buques de temporales
e inclemencias meteorológicas. Su presupuesto de 1.412.346 pts. de la época, lo
convirtieron en una de las mayores inversiones públicas del Gobierno de la
República en la zona.
Hasta
los años 60 fue un tranquilo puerto pesquero y lugar de encuentro de bous,
llaúts i llaütets, junto con algunas industrias de astilleros pesqueros o
deportivos asentadas en sus inmediaciones y en la playa de la Roda. El devenir
de los tiempos y la potente industria turística, como indicó R. Llorens (Altea,
1983, pag. 254) ha ido especializando el puerto de Altea. Hoy el Club Náutico
ocupa una parte importantísima de la lámina interna de agua, con amplios
pantalanes de servicio, reduciéndose progresivamente a su vez la industria
pesquera. Esta industria se ha visto complementada en los últimos años con la
construcción de una lonja de subastas y unos pañoles para embarcaciones y
marineros. Desde los años 50 se fue poblando la playa interna del puerto con
chalets que en los años 60 se complementaron con hoteles como el Solimar y con
algún edificio de apartamentos hasta consolidar una primera línea de
construcciones mayoritariamente suburbanas y de poca altura. La estructura
urbana de Altea llegó en los años 90 hasta el propio puerto, siendo en este
momento parte integrante de la misma con la construcción de un paseo marítimo
que bordea la playa de la Roda y la calificación urbana de fuerte densidad de
las parcelas que dan frente al puerto, sustituyéndose los antiguos chalets y
casas unifamiliares por edificios en altura.
El puerto de Altea sobre 1960
Las condiciones medioambientales han sido la asignatura pendiente de una intervención potente, donde la estabilización de las corrientes marinas en las playas alteanas, junto al reequilibrio tras la construcción, unas décadas más tarde, del pantano de Guadalest, incidieron de manera muy fuerte en la geografía física de la playa, en la estabilización de la línea marítimo terrestre. En estas condiciones, el mar ha avanzado en el norte algún centenar de metros y se ha llevado por delante las playas del Bol y del Clot de Mingot, cuestión que en la actualidad está obligando a fuertes inversiones en los espacios que ocupaban aquellas antiguas playas fagotizadas por el mar en su natural equilibrio de arrastre norte-sur, con sedimentación al norte y arrastre al sur, fenómeno propio de todo el arco mediterráneo español. Los temporales se han cebado en muchas ocasiones con las escolleras norte y este del puerto, incluso pasando sobre estas hasta llegar a los muelles, razón por la cual en los años 90 se abordó una importante obra de consolidación y ampliación de la bocana, protegiéndola de los temporales de levante, utilizando en ese momento para su construcción, por cuestiones de estrategia -tanto de puesta en obra como medioambiental- grandes prismas de hormigón construidos en el lugar.
Texto publicado en "Paseando por las alteas" M del Rey, Valencia 2016, de venta en Librería Mascarat de Altea. Fotografia: archivo M. del Rey
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